Las edades del mundo vienen y van. La música del tiempo fluye por el firmamento y deja un rastro de estrellas que iluminan el vacío intemporal. Las nebulosas que forman el cosmos arrastran millones de voces. Frías, graves, oscuras, chirriantes, encolerizadas...
Explosiones descontroladas acontecen a lo largo de mi viaje entre mundos, pero solo la última da paso a un cálido amanecer. Mi realidad se vuelve blanca. Es entonces cuando vuelvo a escuchar la voz.
—Link... —susurra la voz fina y aguda de una mujer—. Link, despierta...
Denoto impaciencia en su tono, mezclado con un ápice de temor.
Como si la voz tuviera el poder de controlar mi cuerpo, mis ojos se abren al máximo que me permiten mis cuencas. Mis pulmones, inflados de aire, se tensan. Una sensación de agonía recorre mi pecho antes de incorporarme y exhalar aire con dureza.
La realidad se materializa. Mi viaje por las estrellas termina y el sonido del mundo se introduce en mis oídos y alcanza mi alma. Siento frío...
Mis manos aún tiemblan cuando acaricio mi rostro. Mi cuerpo se encuentra desnudo, salvo por el sedoso pantalón de color miel que cubre mis piernas.
Observo a mi alrededor. El habitáculo en el que me encuentro permanece en penumbra. Una decena de candelabros no consigue iluminar el lugar. Los grabados extraños en las paredes de piedra se extienden por el suelo hasta encontrarse con el pequeño altar sobre el que permanezco. Al fondo, sobre una mesa de madera, reposan varias vasijas, un libro grueso y antiguo, y un cuenco a rebosar de frutas del bosque.
—¡Mi señora Inah! —exclama una voz proveniente de la puerta entreabierta que no había visto—. El chico ha despertado.
La mujer, que se apoya sobre el marco de madera, me observa con una mirada cargada de fascinación. El tono blanquecino de su cabellera me llama la atención, pues no parece una mujer por la que hayan pasado demasiados años. Viste con un atuendo ajustado, de color rojizo en la parte del pecho y azul en las piernas. Las mangas holgadas que ocultan sus brazos gozan del mismo tono pálido de su cabello.
Una segunda mujer llega al encuentro y accede al lugar. Es una mujer adulta, al contrario que la primera. Lleva puesto un atuendo idéntico y sus ojos de color avellana no gozan de fascinación sino de preocupación. La luz de sus pupilas titila al entablar conexión conmigo.
—Hola Link —saluda e inclina levemente la cabeza.
¿Link? Si... Creo recordar ese nombre. La voz de mis sueños así me llamaba, aunque no parece ser la misma voz que la de ninguna de las mujeres que tengo delante.
—Estarás hambriento —indica la mujer adulta con cierto nerviosismo al tiempo que desliza el brazo en dirección a la variedad de frutas que reposan sobre la mesa—. Llevas más de cien años sin comer...
Asiento con firmeza. La sensación de alerta constante no desaparece cuando apoyo los pies en el suelo y dejo atrás el altar de piedra. Me muevo lentamente en dirección a la mesa, sin perder de vista a las mujeres.
—Tranquilo. Aquí no hay peligro alguno —anuncia la mujer adulta, esbozando una tímida sonrisa. Después se lleva la mano a la frente y cierra los ojos—. Oh... perdona mi descortesía. Me llamo Inah y ella es Lisbez. Pertenecemos a la tribu Sheikah.
Arrugo las cejas. Sus palabras son confusas. ¿La tribu Sheikah?
—Vaya... lo olvidaba —murmura Inah. Deja entrever una tímida sonrisa mientras acaricia su diminuto mentón—. Has sido privado de recuerdos...
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The Legend Of Zelda: Cursed Bloodline (El linaje maldito)
FanfictionUn nuevo poder emerge en el interior del reino de Hyrule. La paz llega a su fin. Sharok, un joven Hyliano perteneciente a un linaje real antiguo, ha invadido el reino con su ejército de Hylianos negros. Con la espada destructora del mal de su lado...