El Secuestro De La Intimidad

-4.La carta-

Al llegar a las cordilleras Béticas fui directamente a la choza, una vez allí revisé que no hubiera nadie, así era, nadie ni nada, tampoco estaba el perro, de repente entró un chico de una mediana edad, coincidía con la descripción que me había dado aquel chico que me habló, me habló, ¿qué haces aquí?, Preguntó, le respondí que una nota me había llevado hasta aquí, entonces me dirigió a otra sala, estaba oculta en la pared, aquella sala era totalmente nueva, con paredes de ladrillo, pintada y en muy buen estado, no se parecía en nada al resto de la choza, lo que me extrañó fue que desde fuera no la había visto, no le di mucha importancia.
El chico volvió a hablar, ¿Estás buscando a tu amigo Sergio, verdad?, ¿Cómo sabes cómo se llama? ¿Sabes dónde está?, pregunté, es mi amigo, por eso sé cómo se llama, y si, sé dónde está, se encuentra en la cima de Sierra Nevada, en un hostal junto a un amigo, te ha cuidado, me advirtió, no subas andado o la noche caerá sobre la Tierra y aún estarás de camino, el telesilla es la mejor opción.
Le di las gracias y marche hacia el telesilla, la entrada costaba 12.54 €, un poco cara solo para subir allí, pero me daba igual, solo quería recuperar a Sergio.
Una hora tarde en subir, durante el camino, una señora muy simpática se sentó a mi lado y estuvo contándose que había venido de vacaciones y estaba subiendo hacia su hostal, curiosamente hacia el mismo sitio que yo.
Al llegar a la cima no veía ningún hostal, anduve perdido por allí bastante tiempo, no sabía la hora exactamente debido a una tragedia que sucedió en el telesilla, el móvil se me había caído y no tenía reloj, no podía mandar ubicación ni nada, si me pasaba algo me quedaría allí.
Mientras andaba vi una casa, era grande y nueva, me acerque y allí estaba, ante mis ojos, el hostal donde se encontraba Sergio.
Entre y pregunté por él, pero nadie sabía nada, me dijeron que iban a ver si había alguien, ya que como había pocas habitaciones era fácil, nada de nada, no había ningún huésped en el hostal.
Al rato me di cuenta de que ese chico que parecía tan amable me había mentido, solo era para que perdiera tiempo y no lo encontrará, volví a comprar la entrada al telesilla, me iba a quedar pobre a ese paso.
Llegue a la choza, pero sorpresa, no había nada, está vez no estaba ni la propia choza, ¿Cómo es posible?, me pregunté, no pude responder mi propia pregunta.