우리의 20: Misuk 노래

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Hyunjin se encontraba en el borde del acantilado, sintiendo que si continuaba dando pasos, todo dentro suyo se desbordaría y terminaría cayendo por ese alto precipicio.

Sus ojos se encontraban aguados hasta más no poder, escocían, y las lágrimas amenazaban con salir. Frente a él, una escena que no podía controlar por más que quisiera. Sabía que su vida era un desastre, pero aquello era demasiado.

- ¡¿Por qué tuviste que nacer, maldito crío?!- grito la adulta, sin pelos en la lengua.- ¡Has estado ignorando tus obligaciones, causando problemas desde que llegaste, tocando el piano hasta altas horas, llorando como una nenaza! ¿Sirves para algo?- pregunto con furia su abuela Hyori.

- Y-Yo...

- ¿Tú, que?- le corto.- Largo de aquí, no te quiero ver, maldito niñato.- espeto.

Hyunjin no espero más al darse media vuelta y salir de allí, aun con la marca en la mejilla que su abuela le había dado al elevarle la voz.

Todo aquello había terminado así por su culpa, porque no servía para nada, porque ni su propia familia le quería, porque no sabía hacer nada sin estropearlo. ¿Por qué sus padres tuvieron que concebirlo? ¿Acaso lo querían siquiera?

No le importaba nada más en ese momento que no fuera correr por las calles. Necesitaba llorar, correr, sentirse libre, ser alguien útil. Necesitaba consuelo, necesitaba palabras alentadoras, caricias, besos.

Necesitaba a Minho.

Sin saber como, llego al lago del pueblo. No supo como, ya que ni siquiera recordaba el camino, pero en ese momento no le importaba eso. Bajo la cuesta hasta terminar en la orilla del gran charco de agua.

Se sentó entre la hierba, rozando las pequeñas flores con los dedos de las manos. Dejo que las lágrimas salieran sin interrupciones. Algunos sollozos se escaparon de su garganta.

La luna resplandecía por encima de su cabeza, brillando en el agua del lago. Lloro por tanto tiempo, que se olvidó de que hora que era, que día era, o quien era. No quería saber ni porque lloraba.

Nuevamente, el recuerdo de Minho llego a su cabeza. No sabía porque, pero lo quería a su lado. Quería que lo consolara, que le impidiera hacer locuras, como aquella vez que quiso tirarse del tejado del instituto.

No supo si su cabeza empezó a imaginarse cosas, o sonidos, pero una voz llego hasta sus orejas, recorriéndole toda la columna vertebral hasta el cuello, y poniendole la piel de gallina.

- ¿Hyunjin?

Giro levemente su rostro, viendo parado a un par de metros de él, a Felix. Nuevamente, lloro, y el rubio se acercó a él con preocupación. El pecoso lo acogió entre sus brazos, dejando que llorará con tranquilidad en su pecho.

Felix no iba a preguntar nada por el momento. Después de que le explicaran que Hyunjin se desmayó, creyó que era por el estrés de la banda, y nunca saco el tema cuando lo volvió a ver, pero aquello lo cambiaba todo.

El peli negro se veía una persona totalmente etérea a sus ojos, demasiado extraño para entenderlo, y demasiado simple para ayudarlo.

El chico había dejado de llorar, y se encontraban los dos mirando el lago desde la orilla. Pasaba por allí de casualidad, y al escuchar unos sollozos, tuvo que acercarse a ver.

- ¿Ya estás mejor?- pregunto con voz suave. Hyunjin asintió, sin despegarse de sus brazos.- ¿Quieres que vayamos a mi casa?- pregunto esta vez, y Hyunjin volvió a asentir.

En menos de media hora, Hyunjin se encontraba bebiendo té en la cama de Felix. Chan los había visto entrar, más no dijo nada, y continuo con su camino a la cocina. Felix no había preguntado nada, y se sentía culpable por su amabilidad, por lo que con el silencio de la habitación, puso en orden sus pensamientos.

- Discutí con mi abuela.- explico, llamando la atención del pecoso.- Ella me pego y me grito, y después me echo de la casa.- termino de decir, con un nudo en su garganta.

Felix le paso una mano por la espalda, sintiéndose horrible por lo que Hyunjin había tenido que pasar.- ¿Paso algo entre ustedes?

Hyunjin dudo. Tenía la mirada clavada en el suelo, y la taza de té entre sus manos.- Soy algo que a ella no le agrada. Ella quiere un nieto que tenga buenas notas, que sea fuerte, guapo, con seguridad en sí mismo. Pero, en cambio, yo soy...un montón de problemas entrelazados entre sí.- sonrió con pena.

- No digas eso..- regaño Felix.- Tú eres tú, nadie puede cambiarte, ni siquiera tu abuela. Eres Hyunjin, no el nieto perfecto. Eres ese chico que sabe tocar el piano, el que ríe de forma escandalosa, el que tiene problemas de asma en educación física, el chico antisocial de la primera fila, que sabe historia y que llora leyendo libros de amor. Eres Hyunjin, y nadie te podrá cambiar.

Las lágrimas nuevamente salieron de los ojos de Hyunjin. Felix también estaba llorando.

Se sentía impotente, ese sentimiento de rabia iba creciendo más y más en su estómago. Quería gritar, quería llorar, quería reír, quería poder amar, quería tocar el piano por horas, quería leer hasta quedarse ciego. Quería ser él. Queria ser Hyunjin. Queria poder ser alguien normal, alguien con sentimientos, alguien que riera, alguien que diera consejos graciosos.

Quería tener la valentía para poder saber que era lo que pasaba dentro de su cabeza. Queria entender por qué su abuela lo odiaba, quería entender tantas cosas, pero nunca hacía nada.

- Quiero a Misuk..- murmuro, sollozando con fuerza, mientras era abrazado por Felix.- Quiero a mi mejor amiga de vuelta, ¡quiero a Misuk! ¿¡Porque te tuviste que marchar?! ¿¡Porque me dejaste solo?! ¡¿Por qué?! Porque.. Misuk, porque... yo quería irme contigo, quiero que me consueles.. quiero abrazarte, ¿por qué no estás aquí...?

Felix sollozaba con fuerza mientras abrazaba al peli negro.- Ya está, ahora yo estoy aquí, Hyun, no llores, por favor..- pidió llorando.- Ahora todo estará bien, lo prometo.. te lo prometo.

Y Hyunjin le creyó.




















우리의 - 노래

Our Song // HyunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora