Descubrimiento

994 140 1
                                    


Descubrimiento





Al día siguiente, en cuanto despertó, Harry corrió hacia el espejo del baño. Su rostro se iluminó al ver que su aspecto había vuelto a la normalidad, la barba ya no estaba y su cabello volvía a adquirir ese negro que ahora le gustaba más que nunca.


— ¡Sev! —gritó emocionado regresando hasta la cama en donde su esposo dormía. O mejor dicho, intentaba dormir, pues ahora Harry saltaba arrodillado intentando despertarlo—. ¡Sev, abre los ojos!


Severus pujó adormilado mientras se cubría todo con las mantas, aunque ya sabía que eso poco le iba a ayudar.


— ¡Severus, ya son las casi las seis!

— ¡De domingo! Déjame dormir un poco más. —suplicó, apenas había podido conciliar el sueño un par de horas, el llanto silencioso de Harry por sus planes frustrados le había impedido quedarse dormido temprano, y a pesar de fingir que sí lo hacía, se mantuvo abrazado al ojiverde en un intento de hacerlo sentir mejor.

— Por favor, mírame.


Aún sin abrir los ojos Severus sonrió, le pareció una petición muy dulce y creía saber el motivo. Cariñosamente atrajo a Harry para volver a acostarlo a su lado.


— Yo te veo aún con los ojos cerrados. —le susurró divertido.

— Pero ya no tengo barba.

— Lo sé. —respondió acomodándose sobre Harry para besarlo obteniendo enseguida una apasionada respuesta por parte del ojiverde.


Harry se olvidó en se momento de cualquier otra cosa que no fuera disfrutar de acariciar la lengua de Severus con la suya, gemir y succionar al mismo tiempo mientras empezaba a sentirse excitado.


— Parece que ahora sí estás despierto. —jadeó Harry cuando Severus removió sus caderas contra las suyas haciendo evidente su erección.

— Bastante. —dijo separándose un poco para mirar a los ojos de Harry que en ese momento no llevaba sus lentes por lo que relucían bellamente sin el cristal—. ¡Que hermoso eres!

— ¿Te sigo gustando? —preguntó sonrojado—. ¿Tanto como cuando te enamoraste de mí?

— Cada día me gustas más, incluso ayer me gustaste, eras el barbudo más sexy de la historia.

— Pero ahora ya no tengo y... ¡Sev! —se interrumpió abruptamente—. ¡Eso era lo que quería que vieras, ya no tengo barba!

— Lo noté, pequeño. —susurró besando su piel lampiña.


Pero Harry se incorporó en ese momento, al recordar el motivo de su anterior entusiasmo ahora ya no podría concentrarse en continuar con los besos.



— ¡Sev, podemos ir ahora al Orfanato! —exclamó feliz.

— ¿Ahora? —Severus no se mostró muy fascinado con la idea y buscó abrazarse nuevamente de su esposo besando su cuello.


Harry intentó insistir pero sus ojos se cerraron contra su voluntad disfrutando de las caricias de Severus, abrió los labios para decir algo pero solo jadeó. Aún así sus manos se colocaron sobre los hombros del ojinegro con la intención de separarlo pero apenas consiguió estrecharlo más contra su cuerpo.


— Sev, quiero ir a ver a Adiel. —suplicó con la esperanza de que su esposo fuese más fuerte y dejara las caricias para después, definitivamente él ya no podía hacerlo.

— Es temprano, quizá ni siquiera han abierto el Orfanato. —sugirió Severus deslizando su mano bajo el pijama de Harry para acariciar su torso—. Tenemos tiempo para hacer el amor, luego darnos una ducha juntos, desayunar... y luego vamos al Orfanato.

— Bien... creo que... podemos tomarnos un... par de horas. —aceptó Harry cuando el placer ya le dificultaba hasta respirar.

— ¿Par de horas?... Eso es lo que pienso tomarme en hacerte el amor.


Severus fue hacia los labios de Harry lamiéndolos en permiso de entrar, lo cual fue concedido de inmediato. El ojiverde se apoderó de la boca de su esposo, rindiéndose al amor y al deseo que siempre despertaba en él.


+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+o+





Adiel despertó temprano esa mañana, unos ruidos apagados le hicieron abrir los ojos antes de que sonara la campana para levantarse. De inmediato miró hacia la cama de Armand y lo vio agitarse ansioso bajo las sábanas, gemía como si tuviera un fuerte dolor o algo lo atemorizara.


Sin perder tiempo abandonó su cama y fue hasta donde su compañero dormía.


— ¿Armand?... Armand, despierta. —le llamó sacudiéndolo con suavidad, le preocupaba molestarlo si lo hacía más fuerte.


Sin embargo, al ver que el chico rubio no despertaba y ahora su rostro lucía bastante asustado, se animó a golpearlo ligeramente en las mejillas.


— ¡¿Qué haces?! —increpó Armand despertando de repente, aún respiraba agitado mirando a su alrededor como si en cualquier momento algo muy espeluznante fuera a aparecer junto a ellos.

— Tenías una pesadilla, por eso te desperté.

— ¡No tenía pesadillas, tonto, deja de molestarme!

— Sí la tenías... como siempre.

— Exagerado. —gruñó Armand volviendo a cubrirse con sus mantas aunque sus ojos permanecían vigilantes y asustados—. Vete a tu cama o te acusaré de haberme golpeado otra vez.


Adiel obedeció, pero desde su cama no dejaba de mirar a su compañero. Afortunadamente la luz del día ya entraba por la ventana y eso seguramente conseguiría que Armand se relajara por completo, pero mientras tanto, él seguiría cuidándole en silencio.


Adoptando un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora