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Los días de escuela siempre eran agotadores. Para su mala suerte parecía ser, que su hermano tenía una obsesión con dejarle tarea de más.

Por suerte, ese día su hermano pareció ignorar su inútil existencia y el no podría estar más feliz de ello. Sabía el porque de ese error tan extraño de su hermano mayor y por eso mismo agradecía no tener trabajo de más en una situación tan abrumadora.

Con pasos tranquilos todo su grupo de amigos y el fueron a la siguiente clase, que para mal no sería tranquila, claro que no, su profesor de matemáticas no solía quedarse quieto para nada, casi siempre se mantenía de pie, dando pequeños zapatazos de vez en cuando mientras te aniquila con la mirada.

Admitía fervientemente que su estrés con su hermano era mucho menor que el que tenía en esas tortuosas dos horas de matemáticas en la mañana.

Claro que siendo el, se rendiría al más mínimo error mientras intenta fingir que puede con su vida.

No era el único quejándose y eso le daba un sentimiento encontrado, porque si ninguno de sus amigos le entendía significaba ir con el maestro y pedir ayuda, lo que sin duda era una misión suicida.

Oh no eso no sonó bien.

Ahora estaba sufriendo en su asiento por hacer un comentario que justo en estos momentos sonaba mal.

Ignorando ese sentimiento y su hoja de tarea fijo su vista en toda su aula. La luz anaranjada de la mañana ya no era visible, dejando a su paso un nuevo cielo despejado y soleado.

El sol no estaba en su punto más alto pero aún así era suficiente para hacer que entre cierre sus ojos.

El maestro no parecía estar con ellos, estaba más serio de lo normal. Su cabello caía sobre su frente de una forma desordenada, sus ojos parecían divagar entre las sombras del salón y no se fijaba en lo absoluto en sus alumnos.

Era sin duda alguna un evento extraño, pero intento verlo de forma lógica y tenía sentido.

Decidió que tuvo suficiente de ignorar su trabajo y se puso manos a la obra.

El día apenas comenzaba.

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La sala de maestros estaba algo vacía, en esta solo se encontraban dos maestros que charlaban con tranquilidad.

—– Si no fuera que tengo pareja diría que es el destino que tengamos horas libres juntos. – uno de ellos hablo, sonriendo cuando el otro hizo una mueca de asco.

—– Que asalta cunas eres.– hablo para después tomar un sorbo de su café y verlo con gracia. El rostro del contrario tomo una expresión de espanto.

—–Oye eso suena muy mal. No es un niño, ¿Sabes? – dejando la taza de lado empezó a mover las manos con nerviosismo.

El  siguió sonriendo ante su comportamiento. —– A mi hermano ni te acerques.

—–¡Que ya…!, Mira olvídalo, solo te recuerdo que algunos no somos vejestorios como tú.

Ahora los roles se cambiaron, el no sonreía y casi se atragantaba con su bebida. —–Oye…que aún estoy en los 20's. – una risa pequeña salió del menor (de edad)

—–¡Pero ya que falta para que no! – otra carcajada bastó para que en el rostro ajeno apareciera una vena por el enojo.

Iba a replicar cuando se escuchó un ruido en los pasillos.

—Opa, parece que la juventud de ahora sí que disfruta, ¿eh? – ignorando el comentario de el menor (de edad) salió a ver qué alumno se atrevía a saltarse su clase.

¡Kyō no nazo Academy! ▬▬  Zodiaco BlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora