He de confesarlo. Ya para mi fortuna ya para mi desgracia un largo tiempo ha que nunca existí. En vano buscarían al nombre detrás de estos papeles. Este libro no tendrá la firma de ningún autor. Apareció, se creó –ex nihilo, si quieren. Eso de que las cosas por fuerza hayan de tener un autor resultó ser un mito a final de cuentas, ¿o no?
¡Canta, oh bardo, –me dije– ya sin Apolos que inspiren, ya sin musas ya sin vides, tu épica prosaica!
Manuscrito que roerán las razas o que terminará por deshacerse en tumbas bajo pirámides olvidadas. Antes, mucho antes de que cualquier hombre lo descubra o sepa siquiera que lo busca.
¿Cuál será el destino del tambor que no hace ruido?...
¿Habéis escuchado vosotros, oh cólera, oh simún y Arenas del desierto, la leyenda de los doce que se fueron?
Que se fueron, pero no antes de haber llegado a esta misma Tierra dando voces. ¿No lo Habéis oído?
Gritaban cómo nunca han rugido los leones con una voz que hacía huir a las tormentas. Tronaban ellos y los truenos divinos se volvían murmullos quedos. ¡Suyo era el poder del rayo, no ya de Zeus! Ellos, los que llegaron con la bandera ondeante, "de muy lejos, donde el Levante toca con el Poniente, y el sol nace y muere a un mismo tiempo, del fin del mundo y todavía más lejos!" ellos, los que a la vista de hombres y dioses la clavaron en Tierra, "es Tierra nuestra". Los que dijeron: "he aquí dioses, hombres." Los "dioses". Hijos de la gurlerra y el nihilismo, no tuvieron nunca padre ni madre naturales, fue el hombre el que los hizo, y el hombre también fue hecho por lo mismo.¡Lo oyó Saba, lo oyó Sidób, Nínive, Edom! Fue oído hasta las tierras del sol. ¡Al mediodía lo oyó el sol! Por la noche la luna lo contaba a las estrellas junto al Nilo.
¿Cómo?, ¿no lo oyeron ustedes?
¿No lo han oído? ¿De cierto que no lo han oído?Pero ellos, ya sé fueron.
O eso dicen, que se fueron.
Yo no los escuché irse. Y creeme que yo sigo oyendo.
Quizás porque se les olvidó llevarse sus recuerdos. Pero, ¿cómo sus olvidos no los olvidaron?Aquí nos dejaron el abandono y la miseria. Aquí crecen porque aquí nos loe plantaron. Ellos los sembraron en el trigo y nosotros lo segamos. Los horneamos en la harina para nuestros panes. La gente los pone en los anafes, los coce y los come. De eso se alimentan nuestros niños. De eso se les forman los huesitos. Nuestros niños que ya no corren, que no juegan, que ya no son niños, que nunca lo fueron.
Pero que nunca crecieron, las piernas se les quedaron cortas. Por eso se nos dice los niños. Así nos llaman ahora los demás pueblos. Pero de eso ya hace mucho tiempo, y no será por mucho más. Pronto de los niños dejaremos de haber padres.
Desde entonces aquí no crece nada más:ni plantas ni animales ni piernas ni fe, desde que Ellos se fueron.
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No arden los ángeles en el infierno.
Paranormal12 huérfanos viven una existencia onerosa, cargada de reglas, tareas y religión a cargo de un grupo de monjas en algún monasterio de la baja Alemania. Este escenario ya podría ser el punto de partida de una historia realista, que bien podría fácilme...