Глава 30

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Ucrania estaba hecho furia, caminaba por su habitación cual león enjaulado.

— Rusia es un maldito. — Dijo entre dientes, pasaba sus manos por su cabello buscando la forma de sacar su enojo. — Solo piensa en sí mismo, busca su beneficio propio y los demás tenemos que conformarnos con lo poco que nos da. — Tanta fue su frustración que terminó por patear la pared, en repetidas veces.

— Я НЕНАВИДЖУ ЙОГО...... Я НЕНАВИДЖУ БУТИ ЙОГО БРАТОМ. (LO ODIO...... ODIO SER SU HERMANO.) — Cuando lo grito sintió una pequeña opresión en su pecho.

— ¿Podrías dejar de decir incoherencias? — Dijo un chico de cabello rubio, ojos cafés y los colores de su bandera eran rojo y verde de forma horizontal, mientras del lado izquierdo tenía una línea blanca.

— Bielorrusia. — El ucraniano miró sorprendido a su hermano menor. — ¿Cuándo llegaste? —

— No mucho, llegué con Kazajistán hace diez minutos. —

— ¿Y papá? —

— Dijo que el prefería quedarse un poco más de tiempo en el extranjero. —

— Ah, me alegro por él. —

— Sí, ahora dime, ¿Por qué te enojaste con Rusia? —

Ucrania dudo en sí decirle o no, se decidió por la segunda.

Estaba seguro que si decía algo, Rusia haría una locura, y Bielorrusia hiria a contarles a todos. Por lo que eso pondría en riesgo la vida de Alemania.

— .... No me quiso dejar salir. — Respondió finalmente.

— Hay por favor Ucrania, ¿Por eso te enojaste con él?, No seas infantil. Rusia sólo busca lo mejor para la familia; no tienes porque enojarte con él por algo tan insignificante como eso. —

El europeo pone sus manos detrás de su espalda, para que así, no notará como las hacía puño.

— .................... Supongo que tienes razón.......... Al rato hire a disculparme con él. — Dijo apenas, con una fingida sonrisa.

— Tienes que trabajar en tu sonrisa de hipócrita. —

— Lo tendré en cuenta. — El bielorruso sale de la habitación.

En cuanto Ucrania ve la puerta cerrada, deja de hacer presión sobre sus propias manos; cambia su sonrisa por una mueca de enojo.

Su mirada se dirige a un portaretrato, en el se encontraba una foto de toda la familia.

Tomó bruscamente dicha foto, luego la lanzó contra la pared.

En el suelo habían pedazos de vidrio y el portaretratos.

Abrió la puerta del cuarto y salió de esta. Se encaminó hasta la salida, hay llamó a uno de los sirvientes, le pidió una de sus motos, lo más pronto posible.

No tardaron mucho en dársela, agradeció y tomó las llaves junto a un casco color negro.

Se monto a la motocicleta, se coloco el casco y emprendió camino.

No tenía un lugar en mente hacia donde ir, por lo que, solo se dedico a conducir sin destino alguno.







Por otra parte se encontraban Rusia y México en la oficina del primero, el ruso miraba algunos documentos, mientras el mexicano se mantenía acostado en uno de los sofás de la habitación.

— ¿Hasta cuándo estaremos aquí encerrados? — Cuestionó el latino en un tono que detonaba aburrimiento.

— No te quejes. — Contestó el eslavo sin apartar la mirada de los papeles. — Agredece que ya no estas encerrado en el mismo lugar. —

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