Глава 26

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En una zona un tanto abandonada, se encontraba Austria, este retiraba delicadamente la venda de su brazo, verificando que su herida no estuviera infectada. Tomó la botella de alcohol y virtio un poco gruñendo por el dolor, al terminar volvió a vendar la herida y acomodar su ropa.

De pronto el sonido de un claxon se hizo presente, toma la pistola que estaba en la mesa al lado de la vieja cama.

La puerta es tocada, pero el austriaco permanece en silencio.

— Austria, soy yo, tranquilo. — El europeo baja el arma y abre la puerta, un hombre de piel roja con una cruz azul, ojos grises y cabello castaño.

— Por fin llegas, me tuviste todo este tiempo abandonado. — Dice dejándolo pasar.

— Relajate Austria, si te hubieras comunicado antes, no te estaría pasando esto. — Responde.

— ¿Cuándo querías que me comunique? ¿Cuándo me estaban disparando o cuándo me estaba cosiendo las heridas? —

— El niño ya aprendió a coser se sus propias heridas. — Dijo burlesco a lo que los hombres que lo acompañaban empezaron a reír.

— Ja ja ja ja ¿Mucha puta risa? — Todos al escuchar el tono enojado del europeo se detienen.

— Relájate, todo estará bien. ¿Dónde está México? —

— No sé. —

— ¿Qué? —

— ¡Que no se carajo! El me dijo que me adelantará, desde entonces no he sabido nada de él. —

— ¿Y si el ruso lo tiene? Podría decir dónde estas. —

— México no haría eso. —

— ¿Cómo sabes eso? Lo más probable es que ya lo halla dicho. —

— Llevo una semana aquí, si me hubiera traicionado, yo ya estaría muerto. —

— Lo deben de estar torturando. —

— Se que lo soportará, lo entrene para ser un arma viva. —

— Todos tenemos debilidades, México también tiene la suya por más que la esconda algún día se revelará. — El chico sonríe. — Mientras tanto será mejor sacarte de aquí. —

— Es lo más inteligente que te he oído decir... Ayúdame a pararme, no puedo caminar muy bien. — El castaño suspira para poner con cuidado uno de los brazos de Austria en su hombro. Ambos caminan fuera de la bodega en dirección a los autos blindados.

— La pagarás muy caro. — Dijo abriendo la puerta de la camioneta.

— ¿Se te olvida quién libero a ti y tus hijos? —

— Tuche. — Ayuda al europeo a subir a la camioneta. — Llegando te curaran esas heridas amigo mío, estarás como nuevo. —

— ¿Tan mal se ven? —

— Vele el lado bueno, tendrás tus primeros tatuajes de guerra. — El austriaco sonríe contagiando al contrario. — No te vallas a dormir, aguanta. — Austria asiente para acomodarse mejor en el asiento, el hombre sube al asiento del copiloto y el auto avanza.














































El mexicano abría lentamente sus ojos, su cuerpo ahora dolía más, después de un rato de haber sido golpeado de nuevo volvió a quedar inconsciente.

Cada vez perdía más la esperanza de que Austria fuera a rescatarlo, tal vez ya se había olvidado de él.

— Hola lindura. — Escucha pero aun así no abre los ojos.

Мафия Donde viven las historias. Descúbrelo ahora