Глава 31

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El bielorruso caminaba hacia la oficina de su hermano Rusia. Quería comentarle lo que había pasado hace unos momentos con Ucrania.

Tocó la puerta, esperando una respuesta.

Por otra parte el ruso seguía mirando los posibles lugares donde podría estar escondido Austria. Aún se sentía incómodo por tener a México sentado en sus piernas, pero soportaría la incomodidad por obtener información.

Cuando escucho la puerta ser tocada, se sobre salto en su lugar, pensando en que hacer para esconder al latino.

— México, escondete debajo de la mesa. —  El menor se asombro por tal petición, lo miró nervioso y con los ojos en blanco.

— ¿Cómo para que o que? —

— Nadie puede verte. —

— Pero ahora estaremos juntos por un buen rato, no tiene caso que se lo escondas a los demás, cuando en algún momento se van a enterar. —

— Ya sé, pero este no es el momento de que alguien se entere. — La puerta volvió a ser tocada. — México es una orden. —

Con disgusto, México se bajó de las piernas del eslavo, aún con más vergüenza se agachó para quedar sentado en el suelo entre las piernas del más alto.

— No me mires así, solo será un momento. — Le dijo al notar la cara de furia del tricolor. — Sí intentas o haces algo-.—

— Te arrepentirás. — Terminó de decir. — Ya se, no haré nada. —

Nuevamente la puerta es tocada, pero ahora con más fuerza.

— Pase. — Dijo finalmente.

— ¿Qué tanto hacías? — Bielorrusia pasa con enojo al no ser resivido de inmediato.

— ¿Qué quieres? — En ningún momento cambió su semblante frío, su hermano suspiro y se acercó para quedar cerca del escritorio del mayor.

— Vi a Ucrania hace poco, parecía muy alterado, dijo que habían discutido. — Rusia frunció el ceño aún más, Ucrania lo había jodido. — Porque no lo dejaste salir. — Completo de decir.

— Ah..... Si.... Discutimos, pero solo fue eso. —

— Pareciera que llegaron a otra cosa. —

— No lo golpee, ni viseversa. —

— Entonces porque tienes sangre seca en el labio. — El ruso se toca la parte afectada. — A mi no me engañas Rusia, algo más grave pasó entre ustedes dos, y lo voy a averiguar de cualquier manera. — Estaba dispuesto a salir, sin embargo, la voz del eslavo lo hizo detenerse.

— No te metas Bielorrusia. — Se para del escritorio, se coloca delante el rubio, enfrentandolo cara a cara.

— Claro que lo haré, algo no está bien, o si quieres puedes decirme y ahorrarme todo este teatrito. —

Rusia solo lo mira con enojo, Bielorrusia le devuelve la mirada fría, mantienen una guerra de miradas.

— Sí no fuéramos familia ya te hubiera disparado. — Comentó con gracia el bielorruso.

— No me amenaces. —

— Tomalo como quieras. — Sale de la oficina.

Rusia suspira resignado, las cosas en su familia se estaban poniendo difíciles, tenía a un hermano secuestrado, a dos en su contra y al último persiguiendo la pista de Austria.

Si que era un imbecil.

— Sí lo eres. — Miró detrás de él, encontrando al mexicano sentado en su silla con las piernas sobre el respaldo de los brazos y los brazos en el otro lado.

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