Por donde el peligro se asoma

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En el Reino del Trueno.

—¿Y bien Wei Wuxian lograste entregar la carta? —tomó un sorbo de su té.

—Yo... Envié a Chenqing... Jaja...

Jiang Cheng escupió su te al escucharlo decir esas palabras. —¡¿Que hiciste que!? ¿Cuándo aprenderás? Ese dios es demasiado peligroso con las personas desconocidas y envías a una de tus Armas Celestiales a por tu trabajo.

—¡No te enfades Jiang Cheng! Chenqing y Suibian están en ello, suelen trabajar muy bien juntos. 

Se atraganto con el té al escuchar también el nombre de Suibian—¿¡Mandaste a ambas!? Serás idiota... Aunque sea tu aliado no significa que todo lo que hagas me parezca bien. Eres el que gobierna un Reino mucho mas grande que este, recuérdalo y no hagas estupideces.

—Auch, eso me dolió A-Cheng !No confías en mi! —se victimizó.

De pronto entró Yanli interrumpiendolos.
—Hermano, Dios Wei. —reverenció —Afuera hay alguien que te espera demasiado nervioso, pide tu presencia A-Xian.

—Por favor que no sea lo que estoy pensando... —suplicó Wei Ying en su mente, mientras se levantaba de su asiento.

—Ve Wei Wuxian, encárgate de tus asuntos, nos vemos mañana a la misma hora. —de igual forma se retiró.

Caminando hacía la salida Wei Ying notaba la desesperación de Chenqing.

—¿Estas bien?, ¿Qué fue lo que pasó?

—Es... Suibian esta en la frontera norte intentando detener una posible guerra. No sé cuánto tiempo resista hasta que Lan WangJi note la pelea de el y Bichen.

—¿Bichen? —en algún momento de su larga vida escucho ese nombre.

—La Primer Arma Celestial de Lan WangJi.

—Ya veo... Vamos no dejaré que se atrevan a ponerle un dedo encima. —su instinto de "padre" sobreprotector salió a flote. Después de todo ellos eran como sus dos hijos.

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En el Reino del Sol.

En una mesa amplia en una zona del Palacio se encontraba el Dios del Sol, disfrutando de una infusión de hierbas ante el cálido sol y su único amigo con el que suele conversar todas las mañanas.

—Lan WangJi...

Asintió —Mn, yo tambien lo noté.

—¿Qué le mandaste a hacer a Bichen esta vez?

—Detener a unos criminales.

—No parecen ser simples mortales.

Inhaló y exhaló en busca de calma que últimamente no estaba teniendo. —Iré.

—Buena suerte con lo que estés lidiando, Amo WangJi. —Se despidió Taiyō¹.

Emprendió su rumbo hacía lo que sea que fuera el causante de la magnitud de esa pelea.

—Bichen estoy en camino.

—Bien, Amo WangJi, tengo a un intruso aquí pero será mejor que lo interrogues por ti mismo, de seguro hay algo interesante que deseas saber...

—Me lo llevaré al calabozo, no lo dejes retirarse.

—¿Y bien? ¿Ya te cansaste de estar a la defensa de mis ataques?

Los Dioses del Sol y La Luna | WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora