Unos nuevos amigos

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Dejando en el suelo a la última persona dentro del Palacio esta suspiró, su salvador era increíblemente atractivo —Creo que son todos, Amo Wei. 

—Entonces es hora de irnos antes de que nos manden a matar. Aunque claro ¿Quién se atrevería? Jaja —jugueteó con su cabello presumido.

—¡Ahí están, son esa mujer y ese hombre!

—¡Cierren el Gran Portón!

—Ahora si es un gran momento para irnos, ¡Corre! —estos estaban apunto de atravesar su única salida pero esto no fue posible, la gente que había sido rescatada logro salir a tiempo ya que ellos ahora no eran el objetivo principal ahora.

Doblaron la esquina, saltaron muros, escalaron paredes e hicieron todo lo posible para buscar otra salida, sin embargo la suerte no estaba de su lado los habían encerrado solo era cuestión de tiempo para que los atrapen. —Mierda, esto es grave. No quiero usar mi poder aquí, se daría cuenta todo el mundo. —Los pensamientos de Wei Ying eran negativos en todo momento ya que no se encontraba en cualquier lugar corriente, sino en el hogar de un Dios.

—¡Hey, ustedes! —dos jóvenes los llamaron.

—Ya es muy tarde... me descubrieron —El Dios de La Luna infiltrado y en problemas inmediatamente regreso a Suibian a su forma original, convirtiéndolo en La Primer Arma Celestial que iluminaba como si la mismísima Luna hubiera bajado y estuviera presente frente a ellos, sosteniéndolo con firmeza y autoridad.

—¡Espera! ¡No somos guardias! —grito una joven.

—Solo queremos ayudarlos a escapar, vengan, yo trabajo aquí como doctora, conozco este lugar como la palma de mi mano.

—¡Es... Es cierto! MI hermana es doctora en el Gran Palacio Del Sol. !Tenemos pruebas! —un joven salió detrás de aquella chica les mostraron unos pases que claramente decían su identidad y labor.

—¿Por que nos ayudan? —ciertamente todo era muy sospechoso.

—Porque vimos como rescataban a aquella gente que vino a ofrendar cosas. P...Pero por favor guarde el arma...

—Bien —guardó a Suibian volviéndolo a tal y como era antes. —Guíanos. 

—Hermana... ¿Acaba de hacer esa persona su espada? —susurró.

—Shhh, Wen Ning no más pregunt-...

—¿Hablan de Suibian? —interrumpió Wei Ying. —Solo soy un aprendiz de La Diosa de La Luna esa es una de sus técnicas principales, humanizar armas. —Le dió un codazo a Suibian para que le siguiera la corriente.

—¿Vienen desde tan lejos...?

—Solo fue un pedido de mi Querida Diosa, !Me mando para ver que hace su viejo amigo! —dijo sonriente. —Es suficiente charla, muéstrenos la salida.

Con mucha dificultad en esquivar a los guardias lograron ir a la salida de emergencia hecha por la misma doctora quien parecía inofensiva pero llego a tener una cantidad considerable de magia como para hacer un agujero en el campo de defensa del Palacio Del Sol.

—Es aquí, espero que logren su misión. Ya que nuestro Dios... suele ser un poco introvertido y peligroso a la vez. Hagan feliz a la Diosa de La Luna.

—Gracias a ustedes. No se preocupen si es posible les daré los créditos pero díganme sus nombres reales, no los de cortesía.

—Wen Qing, ambos somos hermanos.

—Soy We... Wen Ning...

—Gracias, Wen Qing, Wen Ning sin ustedes nos hubieran decapitado seguramente. —dijo con sarcasmo. —En verdad no nos habrían tocado ni un pelo. —La diosa los bendecirá con mucha fertilidad, de eso estoy segura. —dijo con amabilidad.

Wen Qing no pudo contenerse a soltar una risita mientras que su hermano estaba mas rojo que un tomate ante tal comentario.

De pronto a lo lejos se escuchó —¡No pueden haber escapado, deben estar cerca, sigan buscándolos!

—Ahora si es momento de irnos, cuídense muchachos. 

Esto tuvo sus consecuencias ahora ambos estaban fichados como ''criminales'' por todo el reino.

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Salieron y fuera el día había transcurrido con normalidad tanto así que ya se estaba apunto de poner el sol. —Suibian llego el momento, debo encargarme de regir La Luna. —Wei Ying se desvaneció junto a Suibian en el momento preciso en el que dijo aquellas palabras.

Fin del capitulo 3. (modificado)

Los Dioses del Sol y La Luna | WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora