El día estaba helado, algo muy inusual para las habituales tardes cálidas de julio.
Bakugou se asomó por la ventana del departamento, todo estaba teñido de un gris lúgubre y ni hablar del horizonte negruzco que se alzaba como una promesa de tormenta.
Suspiró. No le gustaba esa mierda.
Deku estaba jugando a su costado. Había tenido que vestirlo con un suéter grueso y convencerlo de que debía colocarse medias largas junto a sus pantuflas. No quería que el chiquillo se enfermara por culpa de que no lo había cuidado adecuadamente.
Revisó las notificaciones de su teléfono. Kirishima había estado llamándolo insistentemente. Se suponía que ese fin de semana habían quedado para beber. Esto era una de las pocas cosas que se permitía: tener un mejor amigo.
Dejó el teléfono a un lado, no sabía exactamente como excusarse sin tener que tocar el tema de Deku, y no es que no confiara en el pelirrojo, es que no estaba dispuesto a correr ningún riesgo. Por ningún motivo se podía filtrar la información.
—¿Kacchan?
Volteó cuando escuchó que le llamaba. Deku tenía sus enormes ojos fijos en él.
—¿Qué sucede? —le preguntó.
—¿Podríamos hacer chocolate caliente?
Bakugou sonrió. Eso era sencillo.
—¿Solo chocolate? —lo interrogó. Tenía esa expresión tan peculiar como cuando estaba pensando en algo más.
Deku sonrió con un poquito de vergüenza como si lo hubiesen descubierto.
—Vi que Kacchan compró masa para hacer galletas... Quizás, podríamos...
—Vamos mocoso, hagamos galletas —dijo y fue imposible no sonreírle de nuevo como un idiota. Deku tenía sus mejillas infladas y sus ojitos parecían un par de estrellas.
—¡Sí! —dio un saltito con sus pantuflas de conejito.
Trató de no pensar en lo jodidamente adorable que se veía. Porque era ridículo, pero no podía ignorar la calidez que sentía en su pecho. Tomó a Deku entre sus brazos y lo sentó en el mesón de la cocina.
Una hora más tarde el apartamento estaba inundado por el aroma de la nuez moscada y Bakugou sacaba con un guante de cocina la primera bandeja de galletas del horno.
Al parecer ambos se habían emocionado y se alegró de haber comprado esos ridículos moldes. Habían de dinosaurios, estrellas e incluso unos arbolitos de navidad que nada tenían que ver con la temporada, pero Deku insistió en utilizarlos de todas formas.
—Huelen deliciosas —dijo el chiquillo.
Bakugou asintió. La verdad olían y se veían increíbles.
—Vamos a esperar a que se enfríen, luego podemos decorarlas.
El teléfono empezó a sonar nuevamente. Una notificación tras otra. Deslizó la pantalla de bloqueo.
4:01pm
Broooooo. Estoy afuera. Abre!4:03pm
Bro, me estoy congelando el trasero.4:03pm
¡Bakubro! ¡Abre la puerta! ¡No es nada varonil de tu parte dejar que me dé neumonía! Estoy empapado!4.07pm
Traje botanas! Son picantes! Abreeee!!!!4:10pm
Ya ví que leíste los mensajes!!! Por favor ya no siento el trasero!Bufó exasperado. Mierda. Esto sería un problema. La puerta empezó a retumbar y con ella los gritos de fondo del imbécil de su amigo.
Abrió de golpe, apenas lo suficiente para que le viera el rostro.
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¡Kacchan! [KatsuDeku]
FanfictionUn par de enormes y verdes ojos, unos cachetes gorditos y ridículamente pecosos, un Deku que jamás pensó volver a ver y ahora estaba allí llamándole como solo él podía: ¡Kacchan! Historia de mi autoría [No se permiten copias ni adaptaciones] Portada...