CAPITULO DÍEZ

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Había escuchado todo y estaba más que feliz con la noticia, ignorando que hace poco se había desmayado por un fuerte dolor que había sentido en su pecho.

El sentimiento de profunda tristeza había sido reemplazado por una de intensa alegría, así calmando su corazón y el lobo herido que se encontraba saltando felizmente con las palabras de su Omega (qué recién se había enterado por el antes mencionado).

Estaba profundamente feliz, finalmente sabía la razón del porque su hermano se mostraba distante con él en estos últimos años, sabía muy bien que los sentimientos que sentía por el mayor no eran muy fraternales, era más que éso.

No tenía dudas, desde hace tiempo se había enamorado del castaño, al principio no lo había notado pero con el pasar del tiempo poco a poco ese sentimiento en vez de desaparecer aumentaba con mucha intensidad.

Y ahora tenía otra razón más para que fuera suyo el castaño.

Son destinados y nada ni nadie lo iba a detener, porque ambos se pertenecían al otro.

Apretando la fina sábana blanca entre sus dedos mientras en sus ojos se mostraba el brillo de determinación, no fue hasta que sintió un leve dolor en su dorso, miró y notó el suero que conectaba a su mano.

Oh, no lo había notado, al parecer su condición en este momento no era solamente un desmayo.

Se estaba aburriendo de estar aquí sólo, y el desagradable olor de los anestésicos junto al ambiente de intranquilidad no ayudaban mucho, Dios odiaba mucho estar en los hospitales.

Así qué levantándose de la cama lentamente, agarró el soporte que sostenía el suero con su mano que la conectaba y comenzó a caminar a dirección en la puerta.

Salió de ese cuarto y camino por los pasillos desolados hasta qué se encontró con la familiar cabellera que tanto adoraba que estaba actualmente de espaldas a el.

Siguió dando pasos hasta que la persona se volteó.

Sus ojos se encontraron pero el de ojos cobaltos mostraba pánico y terror quien ya ahora se encontraba corriendo a su dirección.

Sintiendo como las suaves manos se posaban por sus hombros con firmeza, ambos estaban muy cerca, tanto que ambas respiraciones chocaban entre sí y el menor disfrutaba en demasía el repentino acercamiento.

_¡Evan! ¡Es peligroso que estés levantado aún no estás en condiciones para hacerlo!_Exclamó alarmado el Omega quien lo miraba directamente a los ojos.

El menor al verlo se quedó en silencio por un momento, hasta que repentinamente con su mano sana envolvió a su hermano así dando un fuerte abrazo.

Debido a la fuerza que ejerció, el de ojos cobaltos se apego más a él quedando sus brazos cruzados en el torso del menor, temblando y balbuceando incoherencias.

_Me alegro que hayas venido a verme y que muestres preocupación por mi_Finalmente soltó después de un largo tiempo estando en  silencio.

_¡Por supuesto que me preocuparía por tí! ¡Eres mi Al- hermano!_Dijo el castaño nervioso al haberse equivocado a lo último de su perorata.

Evan solo tarareó contento mientras apegaba su nariz en el delicado cuello de su hermano, olió deleitándose con el aroma que el Omega desprendía.

Tan ensimismado estaba en su mundo pacífico que abruptamente se vió cruelmente interrumpido por el familiar sonidos de pasos acercándose hacia ellos.

Soltando un gruñido de disgusto abrazó con más fuerza a su hermano mientras veía como el resto de su familia se acercaban hacia ellos con preocupación en sus rostros.

_¡Hermano! ¡Que bueno verte bien!... Me tenías muy preocupada..._Exclamó la joven peliroja acercándose a su hermano y abrazándolo.

El castaño solo podía encontrarse nervioso mientras era fuertemente abrazado por el pequeño Alfa quién parecía no querer soltarlo nunca, ni siquiera parecía estar muy interesado en la niña que actualmente lo estaba abrazando.

Así que resoplando le dió un pequeño golpecito en la cabeza y dirigiéndole una mirada de reproche, esté al notarlo rápidamente le da una mirada a su hermana.

_Eh- ¡Oh! Hola Lizzie_Habló torpemente saliendo de su estupor.

La pequeña al ver la falta de atención dada por su mayor hizo un puchero en señal de molestia, alejándose del abrazo no correspondido, se va dónde estaba su querida madre para abrazarla y esconder su cara.

El padre de los niños carraspeó repetitivamente, así ganándose toda la atención de todos los presentes quienes lo miraban con suma atención.

_Evan, pareces yá estar bien y el doctor dijo que podíamos llevarte a la casa cuando se agote el contenido del suero que cargas_Anunció con alegría apenas contenida, pues a su hijo no parecía estar demasiado mal y eso lo aliviaba de gran manera.

El mencionado asintió, sólo para después enterrar una vez más su rostro en el cuello de su hermano sin dar otra mirada más a su familia.

El padre al verlo solo negó la cabeza con diversión mientras la madre solo los miraba preocupada y todo esto era visto por una pequeña niña que miraba sin entender y con una clara confusión en su rostro, más no dijo nada.

_Pequeño Mike, te encargo a Evan, sé que podrás aguantarlo en ese estado_ El Afton mayor habló, sólo para después sonreír y mostrar el pulgar.

Mientras agarraba la cintura de su esposa cariñosamente y unía una de sus manos con la pequeña mano de su hija y yéndose del lugar, el castaño los miraba con una clara señal de nerviosismo.

_Finalmente estamos solos_Susurró en el cuello de su Omega.

El castaño al sentir la respiración en su cuello tembló levemente recorriéndole un escalofrío en la espina dorsal.

El niño de los ojos esmeraldas finalmente deshace su fuerte abrazo, sólo para después sujetar con mucha delicadeza la mano de su querido hermano y arrastrándolo por los pasillos para finalmente ir a aquella habitación en la que anteriormente estaba.

Finalmente estarían sólo ellos dos, nadie más.

Tenían mucho de que hablar, pero lo más importante era que su  querido Omega se sincerará y soltará todas su penurias que estuvo reteniendo todos estos años.

Solo compartiendo con él, como su Alfa y su Omega.

Nota:
Perdón por la demora estube bien perdido en estos tiempos y la verdad me daba pereza escribir un capítulo.

Con esto me despido
Bye bye los quiero mucho

𝕸𝖞 𝕾𝖜𝖊𝖊𝖙 𝕬𝖑𝖕𝖍𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora