Brujos, vampiros, hombres lobo, demonios... Criaturas repugnantes, que no pertenecen al mundo de los humanos; que solo traen problemas y la extinción de nuestra raza.
Desde que tengo uso de razón, mi madre y mi abuelo me han entrenado con un solo objetivo: aniquilar a toda criatura sobrenatural que aparezca en nuestro camino.
Fuí criado en Nanda Parbat, donde se encuentra la Liga de las Sombras; antiguamente comandada por mi abuelo, Ra's al Ghul, la cabeza del demonio; quien murió hace ya ocho años.
Mi madre, Talia al Ghul, es quien la dirige ahora; preparándose para dejarla a mi cargo algún día...
Pero ese día llegó mucho antes de lo previsto, sin planearlo siquiera...
Un grupo de demonios atacó la Liga, y se llevaron a mí madre; hace dos días para ser más exactos; así que pasé a ser el líder. Aunque ahora mismo, lo único que me interesa es salvarla.
Se perfectamente a donde la llevaron. Al reino de los demonios. Donde se encuentra su líder Trigon.
Nuestro objetivo es adentraron en el castillo, salvar a mi madre, sacar a cualquier otro humano que este encerrado en los calabozos, y matar a un buen número de demonios de paso.
Me encuentro con un grupo de mis mejores asesinos, junto a Shiva, mi mano derecha, y Jason Told, el protegido de mi abuelo.
Mi plan es sencillo. En este lugar hay una serie de pasadizos subterráneos que conducen directamente hacia los calabozos. Nos adentraremos en ellos para llegar hasta mi madre.
El gran castillo estaba frente a nosotros, parece tratarse solo de unas viejas ruinas abandonadas, pero es más que eso. Según mi abuelo, ahí hay una entrada hacia el mismo infierno, pero eso nunca se ha podido probar.
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—Señor, Ra's al Ghul —llegó Shiva haciendo una reverencia —, ya hemos encontrado una entrada hacia los túneles.
—Perfecto. Prepárense, ya vamos a entrar.
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Nos adentramos silenciosamente por los pasadizos. Y cada vez que nos encontrábamos con algún demonio, lo aniquilábamos.
Ya estamos en los calabozos. Están llenos de cadáveres humanos. Los llantos de las personas están presentes.
Revisamos todas las celdas, liberando a todos aquellos que aún se encontraban con vida.
