Capítulo#7 No nací para ser feliz.

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Después de como seis horas me despierto. Mi madre no está en casa. Intento nuevamente llamar a Rafael, pero no contesta.

Lunes en la mañana.
Mi madre no vino ayer a la casa y la verdad me preocupa bastante. No he podido hablar aún con Rafael. Me levanto de la cama y me arreglo.
Cuando llego a la escuela me encuentro con Rafael. Me mira y sonríe, pero la verdad puedo ver la tristeza en sus ojos y me preocupo.
- ¿Estás bien?
- La verdad no, han pasado tantas cosas este fin de semana... - Mi teléfono comienza a sonar, pero no le doy importancia y lo miro para que continúe hablando. - ¿No vas a contestar? A lo mejor es importante.
Teniendo en cuenta que no sé nada de mi madre desde ayer, decido contestar.
- ¿Hola?
- Hola, ¿es la hija de Esther Fernández Ruiz?
- Sí... - mi corazón se aprieta en mi pecho y siento que se quiere salir - ¿Qué pasa?
- Han encontrado un cuerpo al frente del hotel “Estrella”, todo parece indicar que es ella, necesitamos que venga a la morgue en el hospital a reconocer el cadáver...
Mi teléfono se cae de mis manos al oír sus palabras, no sé cómo pero Rafael logra atraparlo antes que llegue al suelo y contesta:
- ¿Sí?
No sé que le dicen pero el cuelga,  me toma de la mano y salimos de la escuela.
Cuando llegamos al hospital me abraza y me dice:
- ¿Puedes hacerlo?
Yo asiento con la cabeza y entramos. Él aprieta fuerte mi mano y me siento más segura. Por el pasillo interminable del hospital, voy pensando en la idea de que mi madre esté muerta, todas las cosas buenas y malas que hemos vivido, lo segura que me sentía en sus brazos cuando era pequeña, como jugábamos juntas, no estaba siempre presente, mi adolescencia la pasé sin ella, pero la amo y aún no pierdo la esperanza de que el cuerpo no sea el suyo. Cuando llegamos a la puerta de la morgue mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, el nudo que traigo en la garganta no me deja hablar, Rafael me abraza fuerte y yo sigo a la señora que me llevará a reconocer el cadáver. Cuando entro veo una camilla donde hay un cuerpo tapado con una sábana, mi corazón se acelera por un momento, pero deja de latir en el preciso momento en que destapan el cuerpo, me quedo fría, sin palabras, destrozada, no sé cómo describir todo el dolor que estoy sintiendo.
-Aaaaa. - Grito intentando liberar el dolor, Rafael entra a dónde yo estoy y me abraza.
Las lágrimas comienzan a salir libremente de mis ojos. Veo sus ojos cerrados y esta vez es para siempre, no será como todas las noches cuando yo llegaba del trabajo y me la encontraba borracha en el sofá, por lo menos sabía que vería de nuevo esos pedacitos de mar azul como los míos. Tiene una expresión de dolor y tristeza. Su cabello está todo alborotado y está pálida. Mi vista se nubla, pienso que voy a morir, no puedo soportar tanto dolor. Rafael no se separa de mí y me abraza lo más fuerte que puede. Siento que morí con ella, y estoy segura que nada volverá a ser como antes.

Por el camino no abro mi boca para nada. Mi mente está llena de recuerdos y la imagen de mi madre muerta no sale de mi cabeza, sus palabras al decirme que todo iba a cambiar, la verdad sí va a cambiar, pero para peor. Rafael respeta mi silencio y no me suelta ni un segundo de la mano.
No quise testificar a la policía, no me encuentro en condiciones y la policía me ha entendido, iré cuando esté preparada. Cuando piensas que  empieza a entrar un rayo de luz a tu vida, llega una nube gris y lo nubla todo de nuevo. Sabía que no había nacido para ser feliz, pero no pensé que mi felicidad duraría tan poco.
- ¿Quieres ir a tú casa? - me pregunta Rafael.
- Yo... yo no sé. La verdad lo único que quiero es morir, ella no fue la mejor madre del mundo, pero yo la adoraba, prefiero tenerla borracha y no muerta, no me acostumbraré nunca a la idea. - digo llorando sin poder contenerme.
- Si quieres puedes dormir hoy en mi casa.
- Creo que es mejor, no quiero regresar a mi casa, todo me recuerda a ella.

Nunca antes he ido a la casa de Rafael, no conozco a su familia, no llevamos prácticamente nada, pero de todas formas no conozco nada de su vida. Podría sonar algo egoísta, pero pensando bien, no conozco nada de mi novio, mientras que el conoce casi todo de mí.

Al llegar a su casa no hay nadie, así que me siento más relajada.
- ¿No están tus padres? - le pregunto aunque es evidente que no.
- No te preocupes, mi papá llega tarde, si es que llega y mi mamá... ella no vive aquí. - me dice y se le nota cierta tristeza en su voz, así que lo miro con cara de duda y continua hablando. - Hace dos años mi hermano se suicidó, mi madre entró en una burbuja, donde hablaba sola como si estuviera mi hermano delante, las infidelidades y maltratos de mi padre contribuyeron a que se volviera totalmente loca, por lo que hoy está internada en un hospital psiquiátrico, ni siquiera me reconoce y es que duele demasiado ver a tu madre gritándote y pidiéndote algo que no puedes hacer, que hasta tu vida darías por verla feliz otra vez. - me dice y me parte el corazón porque nunca lo he visto así, siempre he pensado que era feliz, que sus problemas eran insignificantes, pero resulta que es tan fuerte que a pesar de estar destrozado tiene fuerzas para estar para mí como si todo en su vida estuviera perfecto.
No sé que decir después de todo lo que me ha dicho, por lo que solo lo abrazo y comienzo a llorar, lo que lo impulsa a él y terminamos abrazados llorando como si fuéramos niños.

Esa noche no logro dormir, las palabras de mi madre ese día que salió de casa, su carita después de muerta y todos los recuerdos, me atormentan. La idea de que la persona que me violó tiene que ver algo con todo esto, no sale de mi cabeza y creo que debo contarle a la policía, aunque me da demasiada vergüenza contar todas esas cosas.

Al otro día convenzo a Rafael de que me acompañe a declarar, tengo que contar todo lo que sé, así podrán encontrar al asesino de mi madre. Nos alistamos y cuando vamos a salir, la puerta se abre, la verdad no puedo creer lo que mis ojos están viendo.

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