Capítulo#2 Déjame en paz.

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Al otro día me levanto temprano y voy a arreglarme, la verdad no sé por qué me arreglo no acostumbro a hacerlo, ¿será que me gusta el nuevo? Mejor dejo de pensar esas estupideces. Ayer no le contesté el mensaje, todavía no entiendo cómo consiguió mi número.

Al llegar a la escuela, Rafael aparece de la nada:
- Buenos días rarita hermosa.
- Hola. - respondo cortante.
- Ayer te llamé y después te escribí, pero no contestaste.
- No me llegó ningún mensaje ni nada, así que te dieron mi número mal. - digo a ver si así no me sigue molestando.
- ¿Estás segura? - coge su teléfono y me enseña un número. - ¿No es este?
Obvio que sí lo es.
- Pues no es ese.
Comienza a llamar al número y mi teléfono suena. El profesor tenía razón al decir que era inteligente, no sé por qué no silencié mi celular antes de venir.
- Además de rara eres muy mentirosa.
- Y tú eres muy metiche, déjame en paz.
Le doy la espalda y me dirijo a clases.

- Hola chicos, en este nuevo año escolar, me gustaría que se unieran en grupos para estudiar, así los más inteligentes ayudan a los demás y me evitan algo de trabajo a mí. - dice la profesora de matemáticas queriendo organizar la vida de todos, seguro que estuvo todas las vacaciones pensando en su “brillante” idea. - Naiara, sé que te cuesta trabajo socializar, pero es lo mejor, recuerda que el año pasado casi desapruebas, este intenta que sea diferente. - Claro que no podía faltar mi nombre cuando hablan de reunirse, siempre hago todos los trabajos sola, si es que los hago.
- No se preocupe profesora, ella estudiará conmigo. - dice el metiche de Rafael, ya veo que no me va a dejar en paz nunca.

Cuando terminan las clases, recojo mis cosas para irme.
- ¿A qué hora nos vemos hoy? - me pregunta Rafael.
- ¿Perdona?
- Para estudiar.
- No puedo, tengo que trabajar.
- ¿Trabajas?
- Sí. - no sé para qué le digo eso, seguro ahora quiere saber en dónde y todo.
- ¿Pero cuando termines no puedo ir a tu casa y estudiamos?
- Termino cansada.
- Si no atiendes en clase por quedarte dormida y además no tienes tiempo para estudiar, vas a perder el año.
¿Qué, en serio te has dado cuenta de que me quedo dormida?
- Está bien, después de las 6:00 PM ve a mi casa.
Le doy la dirección y me voy. Después de un rato caminando me doy cuenta de que me están siguiendo.
- ¿En serio, no vas a dejarme en paz nunca Rafael?
- Solo quería comprobar si me habías dado bien la dirección, rarita mentirosa.
- No te mentiría para algo de mi conveniencia y no me llames así.
- ¿O sino?
- O sino nada, vete a tu casa y déjame tranquila.
- Está bien me voy, pero no te voy a dejar tranquila muy fácil, rarita.

Voy a trabajar, por suerte no hubo muchos clientes, así que no estaré tan cansada para estudiar con el insoportable.

Al llegar a casa me baño y me alistó para cuando llegue Rafael.
Cuando suena el timbre, respiro profundamente y abro la puerta.
- Hola rarita.
- Hola insoportable.
- ¿Así que insoportable? - asiento con la cabeza.
- ¿O prefieres metiche?
- Si me dijeras Rafa sería mucho mejor.
- Si me sigues diciendo rarita tampoco te diré tu nombre.
- Está bien rarita, ¿y no me vas a invitar a pasar?
- Vale, pasa.
- Es muy bonita tu casa.
- Lo sé, la decoré yo. - le digo con una sonrisa de suficiencia.
- ¿Y tus padres no están?
- No. ¿Vamos a estudiar o no?
- Sí.

Después de estudiar un rato, ya Rafael se tiene que ir.
- Eres muy buena alumna, te has ganado una recompensa, ¿quieres ir a una fiesta conmigo?
- ¿Y eso es una recompensa? No la quiero, tengo sueño, voy a dormir. - me paro de la silla y voy hacia la puerta, pero antes de que pueda llegar, él me toma por el brazo y me hala hacia él.
No sé por qué mi corazón palpita tan fuerte, creo que se me va a salir del pecho. Tengo unas ganas inexplicables de que me bese, pero al mismo tiempo quiero que se acabe de ir. Siento que el tiempo camina en cámara lenta, mientras él acerca sus labios lentamente a los míos. Cuando está a menos de 2 cm de mí, se abre la puerta, me da mucha rabia, pero al mismo tiempo me siento a salvo.
- Hola nena. - es mi madre, sabía que podía llegar en cualquier momento, pero no pensé que sería tan pronto, nunca llega tan temprano, aunque está igual de borracha que siempre.

¿Por qué me arruinas siempre los pequeños momentos de felicidad en mi vida, mamá?



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