Capítulo 8

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Luego de los saludos correspondientes y del intento por no parecer sorprendidos, mis amigos avisaron que ya habían pedido algo que comer

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Luego de los saludos correspondientes y del intento por no parecer sorprendidos, mis amigos avisaron que ya habían pedido algo que comer.

Me sorprendió que Davide pidiera una botella de vino fino La Ina, este era casi el mejor complemento para la tortilla española que pensamos comer.

No muy seguido podía beberlo por su alto costo, pero al traerlo, Davide me sirvió desinteresadamente en mi copa ante mi atenta mirada. Sin dudarlo agarré un pedazo de tortilla y luego un trago de este vino casi perfecto para mi gusto.

Los otros tres se sumían en una conversación de lo más aburrida, de distintos cantantes de jazz que vendrían la próxima semana a un club al que concurríamos varios viernes del mes, mientras Davide y yo disfrutábamos de la tortilla, o al menos yo.

Él no hacía ni mueca ante el gusto exquisito de la tortilla. ¿Acaso no tenía papilas gustativas?

—Señor crítico, ¿La tortilla es de su agrado? —pregunté y el resto de la compañía hizo un silencio en el que hasta un alfiler al caer se escucharía. Él se rio por lo bajo y me contestó, sin abandonar esa excepcional sonrisa sexy y atrevida.

—No estoy trabajando ahora, nena —contestó y yo me derretí ante la última palabra que sonaba como música para mis oídos.

Escuché como Marcos carraspeaba y Paola estaba medio atragantada con un pedazo de papa. Macarena desprendía corazones de sus ojos, sin quitar la vista de mi acompañante. ¡SÍ! Mi acompañante.

De repente ese sentimiento de pertenencia se me hizo extraño.

Le di una patada por debajo de la mesa a Macarena por mirona, sin darme cuenta de que no le había dado a ella, sino a Davide que abrió los ojos, como si un gato le arañase las pelotas y me miró entornando los ojos.

¡Ay Diosito! ¿Qué pecado estaba pagando?

Él se acercó unos centímetros a mi oído, mientras yo tomaba un sorbo de ese néctar de vida, disimulando el hecho que acababa de cometer.

—Después me lo cobro...—informó en un susurro y yo no pude evitar lanzar una carcajada olvidando que tenía vino en mi boca y el resultado de la situación fue un poco de vino derramándose por mi barbilla y hasta incluso sentí un brillo en los ojos de Davide al mirarme con diversión.

¡Qué maldita vergüenza!

Me disculpé levantándome de la mesa para encaminarme al baño y yo sabía que, a continuación, vendría el sometimiento a un tercer grado de parte de mis dos seguidoras Paola y Macarena, que no esperaron ni un segundo para disculparse y encaminarse detrás de mí a toda velocidad. Al llegar al baño ellas entraron y cerraron las puertas detrás de ellas.

—¿¡QUÉ ES ESTO?! —increpó Paola.

—¿¡TIENE NOVIA?!!—interrogó Macarena.

—¿DESDE CUÁNDO VES AL SEXY VAMPIRO? —Paola nuevamente.

Recuérdame, Antonia [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora