Capitulo 4.

34 4 2
                                    

Los ojos me duelen cada vez que intento abrirlos, y cuando por fin lo consigo, una luz que me ciega me atraviesa los parpados y vuelvo a cerrar los ojos. Lo último que recuerdo, son unas botas negras que caminaban hacia mi despacio. ¿Dónde estoy?, no lo sé. Intento incorporarme pero me duele todo el cuerpo y la cabeza me da vueltas.

   -Buenos días bella durmiente- escucho decir a alguien y no consigo ver quien es, mis ojos se están empezando a abrir.

  -¿Que? - pregunto sin poder asimilar nada con claridad. Intento abrir los ojos, y cuando lo consigo me quedo sin respiración al instante. Un chico  con el pelo rubio canela y con los ojos azules más profundos que el mar y más claros que el mismo cielo despejado, me mira directamente a los ojos, lleva un pircing en el labio inferior, pero eso no le quita y ni mínima pizca de la belleza, es hermoso.

 - Has estado durmiendo casi tres días, te has debido de dar un fuerte golpe en la cabeza.- Dice y levanta  las cejas esperando una respuesta.

-Eh, pues...- intento decir, pero no me salen las palabras. ¿Qué me pasa?- ¿Qué?, ¿Dónde estoy?, ¿Quién eres tú? - Él lo único que consigo formular, estoy hecha un manojo de nervios, no sé dónde estoy ni que hacer.

 -Son demasiadas preguntas - dice, "venga ya"- pero contestare,  te has dado un fuerte golpe en la cabeza y pero en unos días se te pasara,- para un segundo y sigue diciéndome- Estas en mi humilde casa y yo soy tu salvador- dice y se le forma una enorme sonrisa en sus labios carnosos.

- ¿Mi salvador? ¿Pero tú que te crees?- digo

 -Yo he sido el que te ha recogido cuando te estabas quedando sin conocimiento en medio del bosque, el que te ha traído a mi casa y el que te ha ayudado, por decirlo de alguna manera, puede que salvador no sea la palabra más adecuada para describirlo, pero no se me ocurre otra.- dice. Le miro a los pies, lleva las mismas botas que las que vi en el bosque aquel día.

  -Ah.-digo, no sé qué más decir, es un momento bastante incómodo.

  -¿A dónde te dirigías?-dice, intento responder, pero respiro un par de veces antes de contestar.

   - A Frey- digo.

 -! ¿A FREY? ¡Tú estás loca, a que vas, ¿a qué te maten?,¡están en plena guerra!- dice y creo que se ha puesto rojo por el susto.

 - Voy a buscar a mi madre- digo con toda la calma posible.

   -Ah.- dice y la cara se le entristece.

   -¿Qué pasa?- pregunto.

 -Nada, es que tú tienes la suerte de tener madre.- dice y se me parte el corazón al instante, ahora lo entiendo todo, porque lleva pantalones caídos y rotos y la camiseta manchada de barro.

 -Enseguida lo sabré.-digo y creo que pilla la indirecta. Sabré si sigo teniendo madre encanto la encuentre.

   -Lo siento mucho.- Dice.

  Intento incorporarme mientras el chico mira una libreta negra, cuando me pongo de pie tambaleante digo.

-Vale, ¿en qué pueblo estamos?- pregunto.

 -¿Que en que pueblo estamos?-dice- no estamos en ninguno, sal afuera y compruébalo.- dice.

  Mientras mis pues empiezan a caminar hacia la puerta, me empiezo a fijar en la casa, ramas de árboles y hojas, lámparas de aceite, y comida natural, cuando salgo afuera mis sospechas son ciertas, estamos en medio del bosque, en medio de algo que no conozco.

 De repente el chico me agarra por la camiseta y me echa para atrás.

 -Si das un paso más, te caerás-dice y miro al suelo, "¡Que! "Estamos encima de un árbol. ¿Cómo voy a bajar? ¿ Cómo se sujeta esta casa?- se lo que estás pensando, bajaremos por unas escaleras que están gusto ahí abajo, ¿las ves?-dice leyendo mis pensamientos.- Y esta casa la construí yo cuando apenas tenía 13 años, no creo que se vaya a caer justo cuando tu estés aquí.- dice y sonríe burlona mente.

  -Vale- digo asimilando lo que acaba de decir- ¿Cómo voy a llegar a Frey?- pregunto, pero no espero respuesta alguna después de la respuesta que he tenido antes, sin embargo, me la da.

 -Yo te acompañare, sin mi ayuda, no aguantarías ni un solo día- dice, y le lanzo una mirada asesina.- Además, ya no tienes comida, y no te sabes ubicar.- dice y me mira.

  -Vale, pero ahora dime cómo te llamas- digo. Si no se ni su nombre no voy a poder confiar en él.

  -Soy Luke.- me dice y me da la mano.

  -Yo soy Sheila.-digo.

Pasamos unas cuantas horas hablando de su vida, de cómo tuvo que buscarse la vida cuando vivía solo en casa,  y de cómo su madre se suicidó por culpa de que su padre se acostase con otra, de cómo tuvo se sobrevivir 1 año entero a la pobreza absoluta y de cómo le pegaba su padre cada vez que lo veía por la calle, era una historia triste y me partía el corazón. No tenía por qué pasarle todo eso a él, también hablamos de mi vida, que era completamente distinta, de sus gustos, como las fresas, o la música, y los míos, los estudios o la comida, somos completamente polos opuestos, pero físicamente no.

- Y este es mi diario, en el que escribo absolutamente todas las cosas.- dice y me enseña una libreta negra, atada con cuerdas de bambú.

-¿Qué tipo de cosas escribes? - pregunto intrigada.

- Secretos, sentimientos, de todo.- dice sonriéndome y yo le devuelvo la sonrisa.

-¿Puedo verlo?- pregunto.

-Con el tiempo se verá.- dice y se da la vuelta pasa guardarlo.

- ¿Entonces me vas a ayudar a llegar a Frey?- pregunto.

- Si tú quieres si.- dice y asiento.

- Pues entonces tendrás que coger provisiones- digo y me siento al lado de él y asiente en modo de respuesta.

-Se está haciendo tarde.- dice poniéndose tenso y se le cambia el humor al instante.

-Vale.- digo

- Mañana nos vemos, puedes dormir en esta hamaca y dormiré en la de al lado.- dice, y veo que se le ha cambiado la expresión por completo.


Nunca ¿verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora