Merida | Un Nuevo Mal Comienzo

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Encadenada, de rodillas, llorando y humillada frente a ese hombre, aquel que había acabado con toda Escocia y ¿Por qué? Para cazar dragones que no existían en nuestro reino.

La primera vez que lo vimos se presentó como un coleccionista de especies raras de dragones; pedía permiso para cazar en nuestro territorio, los lideres de los clanes se reunieron junto con mi padre y todos tenían desconfianza del forastero, así que la respuesta fue no, además que también se le explicó que no había dragones en escocia y no tenía ningún caso que estuviera ahí. Se marchó insatisfecho y antes de irse, su mirada llegó a mí. Algo me dijo que no sería la ultima vez que lo vería y vaya que tuve razón.

Una semana después se presentó de nuevo en el castillo, pero con los cuerpos de los lideres de los clanes. Habían caído en batalla, sus hijos se habían rendido y se convirtieron en esclavos. Mi padre jamás agachó la cabeza, él pelearía hasta el final.

Los siguientes días de batalla logramos sacar a mi madre y los trillizos del reino, se fueron en barco y contaba con que estuvieran en un lugar seguro.

Yo cargo con la muerte de mi padre; si no hubiera sido débil no me habrían capturado y gracias a eso mi padre se rindió y ese miserable cazador de dragones lo asesinó frente a mí.

A diferencia de los hijos de los lores, a mi me encarcelaron; era como un trofeo para él, como los dragones raros que cazaba y además que encerrada y los hijos de los lores siendo esclavos, jamás tendríamos oportunidad de reclamar nuestros territorios del reino por derecho.

No sé que tan especial era, pero una parte de mi se alegraba que estuviera en celdas alejadas de todo y todos; a parte de encerrada, estaba encadenada y con guardias todo el día todos los días, él tenia claro que conmigo no se debía jugar, no debía subestimarme.

- ¿De nuevo llorando Merida? Que decepción. -

Venia todos los días a verme, sin excepción; trataba de confundirme. Me hablaba bien, luego mal, me ayudaba a comer y terminaba golpeándome; lo peor de todo eso es que a veces funcionaba. Cuando era amable me relajaba y confiaba en él.

- ¿No dirás nada hoy? ¿Silencio? -

Suspiró y se acercó a mi para darme de comer. Sopa y carne, era un día especial seguramente. Me dio un bocado más y preguntó.

- ¿Vas a decirme por qué llorabas? -

- No te importa. -

- No seas insolente. Te estoy tratando bien. De nuevo. -

- Prefiero no contarlo. -

Me tomó de la barbilla y lo vi, tenia una mirada de advertencia.

- De nuevo. -

- Prefiero no contarlo, amo Grimmel. -

Terminé por decir. Él sonrió y siguió alimentándome.

- Buena chica. -

Terminó, me limpió el rostro y para mi sorpresa, me quitó las cadenas; estaba tan cansada de usarlas que lo primero que hice fue acostarme en el suelo y estirarme. De pronto sentí un pinchazo en mi pierna derecha; Grimmel había levantado lo que quedaba de mi falda y me había inyectado algún tipo de liquido morado. Me quité rápido, pero fue inútil, vi que todo el líquido había entrado en mí. No sentí nada diferente, aun así, tenía miedo de lo que sea que era eso.

- ¿Qué... qué era eso? -

Grimmel se levantó y guardó el frasco.

- Alguien vendrá a buscarte en un rato. Te traerán ropa nueva y te llevarán a otro establecimiento. -

FanFics | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora