Elsa x Hipo | Diferentes

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Hipo

- Respira... respira... solo es el desayuno de cada mañana. -

Estaba nervioso. Siempre que hablaba con Elsa lo estaba; es hermosa y con el tiempo que había pasado en Berk, creo que no pude evitar enamorarme de ella.

Toqué la puerta y escuché un "pase"; cómo pude, abrí la puerta y entré con su charola de comida.

- Buenos días, Elsa. Te traje tu... -

Me quedé sorprendido al verla. Estaba de pie, caminando normal y se veía hermosa con la ropa vikinga que mi madre le había dado.

- Hola, Hipo. -

- Por los dioses... Elsa... estás... estás caminado. -

Me sonrió, sus ojos se aplastaron por la enorme sonrisa que tenía, estaba tan feliz cómo yo.

Ella llevaba en Berk, con nosotros, casi un mes; había llegado a las orillas de la isla, nadando cómo pudo. Nos dijo que su barco había naufragado cerca del Mar Negro que está al norte, aunque ella nos dijo que todo se perdió. Los jinetes y yo fuimos en busca de más personas que hayan sobrevivido, restos del barco, alguna posesión del Elsa, pero nada. Fue en vano y triste. Todo este tiempo la atendimos, tenía moretones por todo el cuerpo, sus piernas y brazos fallaban, su habilidad motriz estaba dañada. Por eso cuando la vi de pie me emocioné.

- ¿Cómo te sientes? ¿Bien? ¿Te duele algo o...? ¿Quieres que llame a Gothi? -

- Tranquilo, estoy bien. -

Dejé la charola de comida en la cama y me acerqué un poco.

- La verdad es que hace una semana puedo caminar, Gothi lo sabe. Solo no queríamos preocupar a nadie. -

Asentí, claro que lo entendía. Si sabíamos, en especial yo, que empezaba a moverse estaríamos sobre de ella como si fuera una niña pequeña.

- Entiendo. -

- Pero hoy me sentí mucho mejor. -

- ¿En serio? -

- Sí. Y pensé que después de comer... al fin podrías mostrarme Berk. -

Estoy seguro que puse una cara sonriente de tonto enamorado. No sé qué habían hecho esos ojos azules, pero yo, en serio, quería sonreír junto a ella en cada momento.

- Claro, sí... me encantaría, sí. -

- Que bien. -

Se sentó en la cama de nuevo y empezó a desayunar. Yo me congelé un momento sin saber que hacer.

- Ah... entonces, sí... yo comeré algo también, antes... antes de que vayamos. -

Me regaló una linda sonrisa y asintió.

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Caminamos algo lento, pero Elsa se sentía mejor, eso era evidente. El tomar aire fresco le hizo mucho bien, su cara se veía con más brillo y ella parecía sonreír más.

- Esa enorme fila de dragones... ¿Para que es? -

- Ah... es el taller de Bocón. Ahí él les arregla sus dientes y hacemos medidas para crear las sillas de montar. Por eso hay muchos. -

- ¿Podemos acercarnos? -

- Claro. -

Así pasamos la mayoría del día. Paseamos por todo Berk, preguntaba por cada lugar y yo le explicaba todo lo que quería; en algún punto se cansó y fuimos al risco para sentarnos en la orilla, me pidió mi mano para ayudarla y después de eso no la solté. No fue incómodo el silencio, el viento tocaba nuestros rostros, nuestros dedos estaban entrelazados y yo la miraba a ella.

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