Diez: Querer o no querer.

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Los últimos días Itachi estuvo metido en la empresa, yo me estaba preparando para las finales, cada quien estaba en su mundo, muy rara vez me lo topé en el departamento o fuera de el, fuí de compras con Ino como lo prometí y estuve tranquila, sin nada que perturbara mi paz interior, e incluso llegué a extrañar la presencia del Uchiha de forma irónica.

Tan solo fueron días en los que ignoré por completo que mi madre había aparecido de nuevo, pero no me duró mucho la satisfacción cuando tuve por fin que reunirme con ella, no podía posponerlo para siempre, sabía que era cuestión de tiempo para que me encontrará por su cuenta, y también sabía que era lo que buscaba, no debía ser tonta para adivinarlo, después de todo se trataba sobre Mebuki, una señora que fué capaz de vender a su hija por dinero.

—Así que ahora eres la esposa de un Uchiha.— volteé los ojos ante su comentario.

—No te emociones, terminará dentro de poco y no, no obtendrás nada de él.— hablé girando el popote de mi malteada.

Estábamos en un café del centro comercial, uno bastante discreto para los gustos ostentoso de mi madre, pero suponiendo su estado actual era de esperarse, aunque ere beneficioso para mí, aquel lugar me hacía sentir más cómoda.

—Pero que dices, si eres su esposa mínimo deberías de apoyar a tus padres, en este momento te sobra dinero, no seas egoísta.— era fastidioso lidiar con aquella señora, más cuando se ponía en aquella actitud tan prepotente.

Era mi madre, sí, pero no tenía el derecho de exigirme nada, no se merecía siquiera que yo perdiera mi tiempo con ella, y claro no se saldría con la suya, no le daría lo que buscaba, eso sería doblegarme ante sus órdenes de nuevo y era algo que jamás iba a permitir.

—Se me da la gana ser egoísta ¿cómo vez?— al segundo sentí como su mano se estampaba en mi mejilla.

—¡¿Cómo te atreves...?!— exclamó furiosa, toqué con mi mano la mejilla que golpeó, ardía.

—Señora Mebuki está creando un escándalo, no quiere llamar la atención ¿verdad?— ver su expresión de furia contenida era agradable, hacerla enfurecer calmaba mi deseo de regresarle el golpe.

—Tú... insolente, como te atreves a hablarle de esa forma a tu madre, ¿acaso eso te enseñé?— me comenzó a reclamar.

—Correción usted no me enseñó nada, pagó una tutora para eso, y el derecho de madre solo lo tiene por la acta de nacimiento, no por otra cosa. — aclaré, los colores se le subieron al rostro.

—Eres imposible Sakura Haruno.— habló de forma amarga, y extremadamente furiosa.

—No me culpes, digo después de crecer en un hogar como el que me diste era lo menos que podrías esperar de mi.— respondí con altanería.

—Te arrepentirás niña malcriada.— me amenazó, y tuve las inmensas ganas de reírme.

—Adelante, quiero ver de que será capaz esta vez.— mi provocación pareció surgir un efecto muy bueno, hacerla enojar siempre sería tan jodidamente entretenido, la perfecta Mebuki Haruno, aquella que mantenía un aspecto impecable, aquella que no se alteraba con nada, era tan fácil sacarla de esa faceta para mí y no perdería la oportunidadde.

Nunca tuve la mejor relación con mis padres, de hecho los odiaba, en cuanto cumplí los dieciocho salí de casa, trabajé por mi cuenta y nunca les volví a pedir nada, sin embargo estábamos aquí, mi supuesta madre exigiendo que le diera dinero cuando nunca antes se preocupó por mí, ni en mi niñez, ni en mi adolescencia, mucho menos ahora, era demasiado hipócrita de su parte, pero era entendible, después de todo era parte de la alta sociedad, ella jamás sería capaz de rebajarse tanto como para venir a tomar una malteada aún café en pleno centro comercial, al menos que la situación realmente lo requiera.

Estaba acostumbrada a vivir entre tantos lujos, y cuando su imperio de riquezas se vino abajo utilizó todo lo que tuviera a su alcance para no perder su estatus aún si eso significaba obtener dinero por arruinarle la vida a su hija, y no, no hablaba de mí.

Solté un suspiro de agotamiento cuando la ví salir del establecimiento echando humo hasta por las orejas, me aseguraría de cambiar de número para evitar que esto volviera a suceder, si fuera posible hasta me cambiaría de país.

—¿Así qué esa era tú madre?— la voz grave y sensual de Itachi hizo que mi agotamiento incrementará. —Por lo que veo, no parecen llevarse bien.— alcé mi cara hasta topar con su rostro frente a mí en el lugar que antes ocupaba mi madre.

—¿Se puede saber que está haciendo el joven amo Uchiha en un lugar como este?— pregunté evadiendo por completo el tema sobre mi progenitora.

Esbozó una sonrisa ladina, de esas que solo él podía hacer, podría decirse que ahora lo toleraba más que antes, así que cada vez que sonreía ya no tenía las macabras ganas de golpearlo, pero aún no me caía bien o eso quería creer, bueno tal vez si un poco, bien creo que solo estaba resignada, si iba a convivir con él todo un año debía aprender a llevar las pases, por el bien de mi estabilidad mental, tanto coraje era malo para mi salud, y no quería morir tan joven, una belleza como yo debía ser apreciada por las futuras generaciones.

—Solo quise pasar un rato contigo, últimamente no tengo tiempo de decirte lo hermosa que eres.— había algunas cosas a las que aún no me acostumbraba, por ejemplo a sus halagos repentinos, cada vez que decía uno me ponía extremadamente nerviosa y los latidos acelerados de mi corazón no ayudaban.

—Sí, sí, eso ya lo sé, soy demasiado hermosa así que deberías sentirte honrado de poder hablar conmigo, no cualquiera puede.— respondí con obvio egocentrismo, soltó una carcajada e inevitablemente sonreí también, el agotamiento anterior pareció desaparecer.

—Tienes razón, me siento demasiado honrado de poder hablar con usted, es todo un honor para mí señorita Haruno.— habló mirándome a los ojos mientras besaba el dorso de mi mano, como todo un caballero.

Joder, cuando le podría ganar en ese juego de cortejo, parecía un jodido experto.

—Nunca imaginé que pudieras ser demasiado cursi, Uchiha.— comenté en un susurro, avergonzada.

—Eso es porque no me conoces, en realidad me gusta demasiado decirle a la persona que me gusta infinitas veces lo hermosa que es, ir a los lugares que le gustaría, compartir con ella momentos cotidianos, y sobretodo decirle que la amo.— por alguna razón sus palabras calaron en lo más profundo de mi corazón, como si supiera que no iban dirigidas hacía mi, odié ese sentimiento.

—Quien lo iba a pensar, definitivamente eres un cursi de primera, aún no me explico cómo es que cada fin de año cambias de esposa, es ridículo.— hablé retirando mi mano de la de él para revolver otra vez mi malteada, no sabía si lo hacía porque ya se había derretido o porque estaba nerviosa.

—Digamos que lo hago por aburrimiento, sin embargo este año me he sorprendido gratamente, podría dejar mi tradición atrás si decides ser mi esposa formalmente, soy capaz de sacrificarlo todo para pasar toda mi vida a tu lado Sakura-chan.— su semblante fué demasiado serio para mí gusto al decir aquellas palabras que ni siquiera me atreví a bromear.

—¿Lo olvidaste? Intenté pedirte el divorcio en la primera oportunidad que tuve.— comenté con obviedad.

—¿Y aún quieres hacerlo?— su pregunta me tomó desprevenida, me atreví a dudar, meses atrás habría respondido al instante y me odié por siquiera pensarlo en ese momento.

La respuesta era demasiado obvia, no podía, Itachi seguía siendo la persona con la que menos me gustaría relacionarme, no debía hacerlo, no si iba a sentirme culpable.

—¿Tú qué crees? Es obvio que sí, aún no te has ganado ni una pizca de mi cariño Itachi-kun, sigue intentando.— hablé de forma burlesca.

—Es una lástima, estaba seguro que por lo menos ahora ya no me odiabas, pero no me rendiré Sakura-chan, realmente quiero pasar mi vida a tu lado.— su positividad ante mi rechazo me causó un escalofrío.

¡Dios! Que terco, realmente deseaba que se rindiera de una buena vez, entre más pronto lo hiciera me sentiría menos acorralada, menos culpable, menos atrapada entre lo que debía o no hacer, entre lo que quería o no me atrevía a querer, así que Itachi hazlo más fácil para mí y no digas comentarios como capartir tu vida conmigo, si lo sigues haciendo me temo que no terminará nada bien, ni para tí, ni para mí.

Nota: amo a Itachi, para mi es la pareja ideal, dejando de lado lo guapo claro:).

Un Año Para Enamorarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora