Arnold
La secundaria realmente trajo muchos cambios, pero el más grande de todos fue que el abuelo comenzó a vivir con nosotros, la abuela murió y realmente fue un golpe muy duro para todos nosotros, especialmente para mi abuelo, se sentaba en un sillón a un lado de la ventana a observar la calle, al inicio no lo comprendía, porque se quedaba ahí sentado, pero papá me explico que simplemente extrañaba a la abuela y siendo sinceros ¿Quién no? Y, a decir verdad, también comenzaba a extrañar al abuelo que era antes.
Comenzaba a acostumbrarme a esta nueva y extraña vida cuando un sábado, me preparaba para leer en la sala cuando mi abuelo llamo mi atención
– Hey chaparrito ¿Qué haces? – no me decía chaparrito desde la muerte de la abuela y volver a escuchar ese cariñoso apodo me puso muy feliz.
– Nada abuelo, estaba por leer –
– Excelente, hay algo que quiero que leas – me dijo extendiéndome el periódico y deje el libro que tenia en la mano en la mesita de la sala para tomar las hojas que mi abuelo me estaba dando.
Leí el titular "como los rayos del sol" y a continuación vi una foto de Helga junto al árbol que salvamos hace apenas unos meses atrás, lo que me dejo muy sorprendido, solo Helga estaba en la foto a pesar de que todos habíamos ayudado ¿Por qué solo ella aparecía?
– Abuelo, no es necesario que lo lea, yo estuve ese día -
– Oh si, lo sé, hasta mi linda Pookie les ayudo – no pude evitar sonreír ante la mención de mi querida abuela – pero cuéntame, Arnold ¿Cómo es tu amiguita Helga Pataki? – pregunto acercándose a mí con cierto interés
– Bueno abuelo, en realidad, no sé si somos amigos, quiero decir, no hablamos mucho –
– Oh ¿y porque no, chaparrito? –
– Bueno abuelo, es complicado, ella siempre se la pasa molestándome –
Y entonces el comenzó a reírse, cosa que me dejo aún más confundido.
– No me digas ¿te pone apodos ridículos? – comento apenas pudo calmarse lo suficiente para hablar.
– ¡si! Siempre me dice cabeza de balón – Y el abuelo empezó a reír más fuerte que antes.
– ¡cabeza de balón! – decía entre risas – cielos, chaparrito – respiro profundo, parece que se calmó lo suficiente para poder hablar – esa chica sí que es muy astuta, déjame adivinar ¿siempre te la encuentras en los lugares menos esperados?
Me sorprendió tanto la pregunta del abuelo que me dejo atónito, ¿Cómo sabia eso el abuelo? A Helga siempre me la encontraba, parecía como si siempre estuviera siguiéndome para molestarme, aunque, para ser honestos, sospechaba que era justo eso lo que pasaba, aunque lo más extraño de todo es que si bien la mayoría de las veces, si me molestaba, había contadas ocasiones en las que no, al contrario, me ayudaba.
El día del árbol fue un claro ejemplo y también el día que perdí mi gorra, incluso en la clase de la señorita Slovack, pero esto, es algo que no le había contado a nadie, ni siquiera a mi mejor amigo Gerald.
– Abuelo ¿Cómo sabes que ella... - no podía ni terminar la pregunta de lo sorprendido que estaba.
– Bueno, chaparrito, yo tuve exactamente el mismo problema a tu edad – sí, el abuelo aun esta lleno de sorpresas
– ¿en serio? ¿Cómo lo solucionaste? – pregunte sorprendido.
– En realidad, no fue fácil, al inicio estaba tan furioso con Gertie, la niña que me molestaba, pero al final, seguí mis instintos y después de eso... bueno, todo fue maravilloso, como un hermoso sueño–
– Y ¿Cómo puedo seguir mis instintos? – el abuelo me miro y me dedico una amable sonrisa.
– Puedes empezar leyendo el periódico – me empujo un poco el periódico que aún permanecía doblado en mis manos – bueno, nos vemos luego Arnold, voy a ver que hay de comer en la cocina – y dicho esto me dio una palmadita en la cabeza y se perdió en el pasillo que conecta la sala con el comedor, que el comedor a su vez se conectaba a la cocina.
Me quede un rato pensando en todo lo que me dijo, bueno, ahora sabía que, de alguna forma, el abuelo había tenido el mismo problema que yo, y para mi buena suerte, él había logrado solucionarlo, por lo que yo también podré, solo que me hubiera gustado que fuera un poco mas claro con su respuesta de como lo hizo ¿seguir mis instintos? Hasta este momento, todo en mi interior me dice que Helga me odia y que es mejor que me aleje de ella ¿o será que no es cierto?
Toda la vida se la ha pasado molestándome, sin embargo, también me ha ayudado en algunas ocasiones, incluso cuando no se lo he pedido, pero ¿Por qué? ¡¿ella siempre es tan complicada?! esa dualidad de Helga me molesta mucho, por eso trato de no pensar mucho en ella, es más fácil pensar que simplemente le caigo mal.
Decidí subir a mi habitación, y cuando llegué, puse el periódico que me dio el abuelo junto al pequeño libro rosa que encontré en el cuarto grado.
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Entrelazados
Fanfiction- Siempre he esperado a que Helga G. Pataki me deje en paz - Pero, ya no hay vuelta atrás, me gusta. - La primera vez que vi a Arnold mi corazón se detuvo - Pero ¿yo le gusto a él? Tengo tanto miedo de ser rechazada. Este es un Fanfic basado en...