El viejo Pete

265 12 0
                                    


Helga

Nunca he tenido buena relación con mis padres, en realidad, con nadie de mi familia. Desde que tengo memoria, mis padres han estado más al pendiente de mi hermana mayor Olga, a pesar de que soy doce años menor que ella.

Mis padres siempre alabaron a Olga, Olga esto, Olga lo otro, Olga, Olga, Olga, incluso hay ocasiones donde mi papá me llama Olga en lugar de Helga, cuando mi hermana entro a la universidad, creí que las cosas cambiarían en mi casa, que, al tener a su niña perfecta lejos, me pondrían un poco más de atención, y no es que quiera toda la atención, solo me gustaría tener a alguien mayor que me aconseje y me escuche de vez en cuando, sin embargo, las cosas no cambiaron mucho.

Mamá siempre había tenido problemas con eso de sus batidos (que sé que tienen más que solo fruta) pero cuando Olga se fue, las cosas fueron peor, si bien Miriam tomaba uno o dos batidos por semana, ahora los toma todos los días, así es ¡diario! Lo que provoca que se quede dormida prácticamente en todas partes, constantemente olvida todo, donde están las llaves, donde está su bolso, o incluso ir de compras, por lo que me las he arreglado todo este tiempo para tener mis tres comidas diarias.

Eso es Miriam, papá es diferente, pero no lo hace mejor, siempre está trabajando, incluso desde que la perfecta Olga estaba en la casa, pero cuando ella entro a la universidad, bueno, Bob trabaja aún más, siempre está al pendiente de sus localizadores y siempre está buscando a algún tonto desprevenido para venderle tales objetos y hacer la compañía de localizadores más grande del mundo, incluso es capaz de hacer hasta la más estúpida cosa para hacer crecer su compañía, como talar un árbol.

En el vecindario no hay muchos árboles, ya saben, estorban para construir edificios, locales, casas, o simplemente se ven mal y se deshacen de ellos, pero hay uno que aún está en pie, es tan alto, que las hojas de sus copas acarician suavemente el delicado e imponente cielo, es tan fuerte que ni el ser humano o la contaminación pudo con él, incluso es tan fuerte que es capaz de sostener miles y millones de increíbles fantasías creadas por los niños a lo largo de los años.

Un día, mientras iba de camino a casa después de la escuela, pasé junto a ese hermoso árbol pude ver un letrero que llamo mi atención enseguida, decía:

Gran demolición

El viernes 16

Localizadores "Big Bob"

Cuando vi ese anuncio me dejo impactada, volteé hacia arriba, justo donde se supone que esta la casa del árbol y ahí vi a varios niños de cuarto grado jugando, era imposible que no lo hubieran visto ya, por lo que lo más seguro es que estén jugando ahí hasta que talen al viejo Pete.

Tengo muy hermosos recuerdos de ese lugar, había pasado algunos buenos momentos ahí, aunque no tenía muchos amigos en la escuela, más que Phoebe, siempre jugábamos todos juntos en la casa del árbol, incluso recuerdo una vez que jugando cartas gane veinticinco dólares en total a todo el grupo, incluyendo a mi amado cabeza de balón.

Pero, las cosas habían cambiado un poco y como pasa siempre con los niños, crecimos y entre todos decidimos dejarle la casa del árbol a los niños de segundo grado que ahora están en cuarto. Y aunque es cierto que ya no jugamos en la casa del árbol, hay ocasiones en las que me gusta ir y solo quedarme ahí, a tener un rato de paz, lo bueno de que los chicos de cuarto la usen, es que, para las siete de la noche, todos ya están en sus respectivas casas y puedo subir ahí a pensar.

Para ser honestos, la casa del árbol es mi lugar de paz, voy cada vez que siento que ya no puedo soportar al gran Bob o a Miriam, voy cada vez que quiero escapar de este mundo. En esa casa del árbol pase mis mejores momentos de mi infancia, sin mencionar que era de los únicos momentos donde podía convivir en paz con Arnold, significaba tanto para mí, que no podía dejar que lo demolieran.

EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora