Ser

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Helga

Nunca me había importado mucho mi apariencia o cómo me comportaba, quiero decir, sé que no me comporto como las otras niñas, incluso que soy grosera, aunque sabía que las personas no me soportaban a veces, nunca había deseado ser otra persona.

Estoy consciente de la forma en que mis compañeros me miran, después de todo, no le llaman "terror Pataki" por nada, sin embargo, nunca me había cuestionado mi forma de ser... hasta ahora.

Tal vez Arnold tenga razón y tenga que cambiar algunos aspectos de mi persona, tanto física como emocionalmente, iniciando con mi supuesta reputación, pero está claro que cambiar en cuanto a mi comportamiento, será lo más difícil, así que puedo empezar con algo más fácil.

– Miriam, Bob ¿creen que pueda ir de compras este fin de semana? – pregunte despues de tomar el valor para hablar mientras cenábamos

Ambos me miraron completamente sorprendidos, siendo honestos, ni en sus más locas fantasías habrían imaginado que les pediría algo así.

– ¡wow! mi niña se está convirtiendo en una señorita – exclamó emocionada mi madre

– deberíamos hablarle a Olga, ella es excelente para estas cosas de chicas – trato de apoyar mi padre

– oh si, ella entiende mejor estas cosas, es tan sofisticado su estilo, me encantaría ver a mis dos hijas igual de encantadoras – expresó Miriam

– Muy cierto niña, estás a punto de cumplir 13, ya deberías vestirte como una señorita – ordenó Bob

Pero al escucharlos hablar, me decepciono un poco, no quería ser igual que Olga, es cierto, quería parecer más una señorita ¡pero eso no quiere decir que quiera ser una versión pequeña de Olga! hay muchas formas de ser bonita ¿no?

– ¡suficiente! cambie de opinión, ya no quiero ir de compras – y deje a Bob y a Miriam igual de sorprendidos - por cierto ¡ya cumplí 13 papá! - grite mientras subía las escaleras

Me sentía traicionada, al parecer a nadie le gustaba esta Helga, es cierto, mis padres siempre andan ensimismados con su hija perfecta Olga, pero esta vez habían ido un poco más lejos, insinuando que debía ser ella, como si ser Helga estuviera mal, no me había gustado nada lo que había dicho Arnold, pero... parece que tenía razón...

Veamos, desde hace años sé que no soy la mejor persona, pero al mismo tiempo sé que no soy la peor, soy una escala de grises, ni blanco ni negro, aunque esto no exime a las personas de catalogarse de negro gracias a unas cuantas acciones, claro, porque si no eres blanco, entonces eres negro, porque para las personas solo existen dos colores, y no las infinitas tonalidades en el medio que yo veo.

Tal vez sea hora de seguir a las demás personas y ser una mas, tal vez sea hora de ser blanco o negro, de deshacerme de mis escalas grisaceas que solo incomodan a las personas.

...

llevaba ya unos días pensando en que hacer y aún no estaba decidida de nada, si ser completamente blanco o negro, por lo que un sabado en la mañana decidi ir al parque a distraerme un rato, pues la noche anterior no pude ponerme de acuerdo conmigo misma, de nuevo tenia ese torbellino de emociones que siempre tengo, pero esta vez la semilla de la confunción se habia plantado en mi y estaba empezando a echar raices, tenia que arrancarlas.

– buenos día jovencita – me saludó un hombre – ¿quieres jugar un rato?

Estaba por gritarle que era un pervertido, cuando me di la vuelta y pude observar quien era, ¡era el abuelo de Arnold! ¿qué hacía ahí? ¿habría venido Arnold también? Espero que no, aún no tengo el corazón de verlo, incluso lo había estado evitando toda la semana en la escuela.

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