mario's pov. 💟 armario

522 28 3
                                    


au
tw: triste, corazón roto

Armando botó de su vida a Mario, estaba convencido de su gran amor hacia Beatriz Pinzón y le parecía totalmente incomprensible que su mejor amigo no le interesará la fuente de su amor y que la juzgará solo por su físico. Lo que no entendía era que él ya le llevaba dando demasiadas señales confusas acerca de que le gustaba, señales que ni el propio Armando captaba como tal al emitirlas.

Era obvio que Mario tendría el corazón roto al ser cambiado de pronto por un espécimen tan horripilante.

La primera vez que Mario se sintió en un contacto emocional con Armando fue durante las primeras peleas que tuvo con Marcela, cuando al de anteojos aún le importaba el camino de su relación y parecía amarla. Ella estaría enfadada con él por alguna injusticia y él vendría a casa de Mario para pasar la noche en su sofá, lo usual era que apareciera en medio de la noche en el marco de la puerta pidiendo dormir a su lado. Entonces, Mario lo abrazaría hasta el amanecer recordándole al oído que él no habría de morirse de una decepción amorosa. Aquello se repitió con una constancia rutinaria, cada dos semanas para ser exactos, hasta que de un momento a otro paró.

Luego Armando anunciaba ante todos su compromiso, bajando del estrado solo para llevárselo hacia un lugar donde podrían estar solos y explicarle que ella no significaba nada genuino para él y que su compromiso no era otra cosa que eso, un compromiso por cumplir. Y si no estuvieran tan íntimamente compenetrados él no tendría que explicarle, pero lo hacía. Después la empresa cayendo en picada, el mostrete al que poco a poco fueron entregando la empresa se convertía en un problema así que debían planear algo para mantenerla enfocada, el plan pronto fue tener que entregarle a Su Armando a cambio de una empresa de 50 millones.

Mario se sentía seguro, estaría destrozado de entregarlo a una mujer hermosa y llena de cualidades atractivas, pero en su lugar estaba lanzándolo hacia el esperpento de Beatriz, nada que temer. Marcela, por otra parte, aunque bonita, también estaba lejos de ocupar de nuevo el corazón de Armando. El pobre solo tendría tiempo para él y las otras dos, nadie más en medio, por fin.

Armando iría a comentar de las cosas que hacía con Betty mientras él le preparaba un trago y le sacaba el saco, entonces su hombre le miraría a los ojos recordándole que él era lo único real que tenía jugando con la punta de su nariz para que no fuese demasiado formal de decir. Mario pasaba sus manos a través de su hombro jalándolo hacia él para continuar, Armando pensaría en el quilombo que eran sus sentimientos hacia el castaño y se giraría unos segundos para realizar un corto beso que él no interrumpiría.

Los días de espera terminaban su curso y comenzaba la cuenta regresiva antes de que todo su misterioso amor acabará, Mario no lo sabía, él solo veía lo suyo florecer, viento en popa. Pasaron algunas semanas en que Marcela no encontraba a la supuesta amante entre las dos personas que pasaban día y noche con Armando, Mario y Beatriz. Pasaría mucho antes que supiera que se trataba de ambos. Era algo normal que después de terminada la rutina, se marchara con Mario a su departamento donde aprovechando el alcohol en su sistema se anestesiaba para beber de sus besos y alguno que otro día de sus caricias.

De pronto, el mostrete salía a hacer un espectáculo en la junta directiva mostrando todo lo que la bina de amigos le habían hecho. El curso confundido de los sentimientos de Armando tomaban un camino recto, rumbo a Betty, por supuesto, la que se supone empezó a amar sin darse cuenta. Y Mario lo sentía cada vez que lo consolaba por su empresa perdida, sentía que ya no le dolían sus millones, ni su imagen, le dolía esa cosa llamada Beatriz Pinzón.

Mario tenía derecho a estar enfadado, a reclamar el tiempo que había estado jugando con él haciéndolo creer que era el único, genuinamente el único. Armando se excusa diciendo que se enamoró de la íntima adoración que ella le tenía, aunque su intimidad no existía y la adoración de ella no era nada comparada con la suya, ¿Qué le pasaba a su presidente?

Ahora era él el que llevaba la vergüenza que esa desconocida iba a cargar, perder a su ser amado en el camino, tener que avanzar a otra empresa con el corazón roto mientras su verdugo seguía la vida del lado de otra. La sentencia había tirado hacia él y pagaba el castigo.

Apuesto que Armando no sería capaz de contarle a Beatriz lo que alguna vez compartieron, ella no podría amar a un hombre como él si lo hiciera.

todas mueren por mi  !  yo soy betty la fea, one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora