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A la mañana siguiente.
— Misuk! —gritó Yeri desde el otro lado de la puerta. —Abreme, ¿Podemos hablar?
— Pasa, está abierta —dije sin esfuerzo.
— Dios mío! ¿Pero que te paso?
Entiendo porque dijo eso. Mi rostro estaba destrozado, el poco maquillaje que me había aplicado para la ocasión estaba totalmente regado. Me veía horrible. Había estado llorando toda la noche. Mi corazón dolía, muchísimo.
— No me siento bien Yeri-ah~
Dije volviendo a llorar.
— ¿Que? ¿Que es lo que te duele? —dijo examinando mi cuerpo.
— Duele aquí —dije señalando mi corazón.
— ¿Ah? ¿Te duele el cora-- —se freno en seco. — ¿Que te hizo Jungwon?
Ella había comprendido.
— El se va. Se va del país Yeri.
— ¿Que?! ¿Cuando te dijo eso? ¿Cuando se va?!
— Me lo dijo ayer en la noche. Se va en unos días.
— Maldito hijo de --
— No Maldigas ahora, por favor. No quiero escuchar.
— ¿Cómo se le ocurre hacerte eso?
— El no tiene la culpa.
— Misuk! Abre los malditos ojos! No lo defiendas. El debió haberte dicho eso hace muchísimo tiempo. ¿Por qué carajos espero tanto? ¿Por qué esperó hasta que tú te enamorarás de el?
Yeri paso sus manos por su cabello, como seña de frustración y rabia.
— Y-yo no quiero hablar más de eso.
— Misuk, descansa un poco ¿Si? En la noche nos vemos en la tienda de siempre. Te invito a comer ¿Ok?
— Ok.
Yeri siempre me ha apoyado en todo. Sin duda, está no seria la excepción. Ella siempre ha Sido amorosa y sobretodo comprensiva.
(...)
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