Like a God

I

En una casa extrañamente colorido en Busan se escuchaba el grito de dolor de una madre que veía a su pobre hijo sufrir ante lo desconocido. Los vecinos lo ignoraban ya que era comun en ese sector escuchar la desgracia de los que habitaban ahí. No era una zona donde alguien tuviera dinero de sobre, todos trabajaban al igual que los niños y abuelos.

La zona perfecta para un demonio.

-buenos día-saludó con una sonrisa una chica con el cabello rosado que se encontraba apoyada en la entrada de la casa, vestida con un chaleco suelto de cuero blanco con detalles negros al igual que la correa que tenía en el cuello, una camiseta negra de un grupo de rock que no tapaba su abdomen con unas cuantas cicatrices, un pantalón negro desgastado y roto por sus años de trabajo y unas botas negras manchadas con sangre, siempre era vista con las mismas ropas-no tienes ni idea el hambre que tengo-le dijo a la chica que acababa de llegar.

Vestida con una chaqueta de cuero negro, un top blanco que no tapaba mas que sus pechos con un short negro y roto por las mismas razones que su acompañante. Minnie se sacó los lentes de sol y miró la casa con cansancio. Entre sus labios tenia un cigarro a medio quemar y en una mano tenia una botella de vodka, claramente estaba sobria pero la botella se encontraba casi vacía. Antes de entrar bebió lo que le quedaba y apagó su cigarro por respeto a la gente.

Ni siquiera tocaron la puerta para entrar, la seguridad del lugar era lo suficientemente mala como para poder abrir la puerta con un poco de fuerza. En silenció entraron para ir directo a donde provenían el llanto de una madre sin esperanza. Al ver a la chica de que olía a cigarro su corazón sintió una leve calma.

Era conocida por sus puntas de cabello blanco y por sus ojos sin vida, mucha gente luego de conocerla hablaba sin parar sobre ella por lo que sabía que un día llegaría a su casa sin previo aviso a salvarle la vida a su hijo y a robarle todo el licor de la casa. Aquella chica era conocida por muchos nombres que en su mayoria no eran más que insultos, pero no le importaba, ella solo hacia esas cosas por dinero.

-¿es usted la ayudante de la muerte?-preguntó la señora.

"¿ayudante de la muerte? Esclava de los tres mejor dicho" pensó mientras la ignoraba.

-no tiene permitido estar en casa-dijo la chica de cabellos rosados-la criatura que esta lastimando a su hijo podria entrar a su cuerpo-empujó a la señora hacia afuera-no se preocupe, cuando terminemos su hijo estará sano y salvo-gritó luego de cerrar la puerta.

Un chico de cinco años estaba amarrado a una cama, riendo a carcajadas de las chicas, mostrando sus dientes manchados por su propia sangre, con los ojos dañados por el mismo, pálido como un muerto pero inquieto para poder escapar del amarre. La chica de cabellos rosados trago saliva al verlo, hambrienta de aquella presencia.

-Yuqi, concéntrate-dijo la otra chica mientras se estiraba.

Dejó de mirar a al niño para dedicarse a pegar talismanes chinos de un papel barato y escrito por la sangre de ella. Uno en cada pared y ventana para que la presencia que dominaba al niño no pudiera escapar de ninguna forma. Al terminar de pegarlos se apoyo en una pared y miró a su mayor hacer su trabajo.

-acá voy-le tiró su chaqueta de cuero-si se escapa cobramos igual-susurró mientras sus manos comenzaban a arder al teñirse de negro.

-Suerte-Susurró Yuqi.

El niño al notar que la chica que estaba al frente suyo no era humana tuvo la necesidad de escapar lo antes posible de ahí, tirando de las sogas que lo mantenían unido a la cama de tal forma que sus muñecas y tobillos comenzaran a dañarse.

Minnie se subió a la cama y sin alguna expresión miró al chico para así sacar sus grandes alas negras que no le permitían volar, pero si asustar. Una hermosa vista para Yuqi. Se colocó encima del chico con lentitud, si lo hacía rápido la señora pensará que era trabajo facil y no le pagaría una gran suma de dinero que no tenía. Con sus manos acaricio la dañada mejilla del niño y sonrió levemente al ver que estaba asustado ante su presencia para luego ahorcarlo con sus dos manos.