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Han pasado dos meses desde la fiesta y desde aquella noche todo cambió.
Taehyung se había vuelto más tolerante, flexible y bueno con ella.
A veces lo relacionaba a que sentía cierta pena por haberle quitado a Haein, pero cuando lo encontraba mirándola, la magia surgía y parecía que esa no era la razón.
Fue fácil pedirle un teléfono o mejor aún que Taehyung le haya facilitado, pues fue él quien le propuso y le dió aquel regalo.
Jisoo estaba feliz, podía comunicarse con sus amigas y podía estudiar en línea, pero no solo eso, el teléfono lo tenía ya más de un mes y medio durante ese tiempo había enviado, al menos, la foto de cuatro contratos de Taehyung al número que le proporcionó Suho.
Ella parecía sentirse bien, estaba ayudándolo a salir de ese mundo, pero ocurrían cosas muy raras, pues desde el día que empezó a enviar las fotos, la mercancía de Taehyung simplemente se perdía y no era entregada a la policía, como creía que debía ser.
Esa tarde, tuvo que bajar a cenar con Taehyung, quien había llegado malhumorado a casa.
— ¡Buenas noches! — exclamó al llegar a la mesa.
— ¡Buenas noches Jisoo! — él siguió comiendo.
El ambiente era algo tenso, pero podía mantenerse aún en el lugar, de pronto llegaron los demás amigos.
Taehyung dejó de comer y fue a reunirse con ellos.
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— ¿¡Qué mierda está pasando!? — gritó Taehyung, pues Namjoon y Jin le habían dicho que no podían rastrear la mercancía que salió de la base.
— Al parecer alguien está interfiriendo en nuestros negocios y debemos saberlo rápido, antes de tener problemas y endeudarnos con Adriano.