Algo suave y peludo rozó la mejilla de Sakura. Se rascó la nariz y hundió la cara en la almohada. Un momento más tarde volvió a sentir cosquillas y apartó aquella pelambre.
¿Pelambre?
Abrió los ojos y se quedó mirando fijamente al causante de su molestia. Lin, la gata siamesa de los Sarutobi, estaba acurrucada en la almohada de Sakura moviendo suavemente la cola al tiempo que se deleitaba con algún sueño gatuno. Normalmente la gata seguía a Asuma como un perrillo por todo el jardín mientras el hombre hacía sus tareas. Ni siquiera la nieve impedía que Lin fuera detrás de su amo. Y cuando él estaba dentro de la casa, siempre se colocaba en su regazo.
—Lin, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no estás con Asuma o Kurenai? —le preguntó al animal, que se limitó a mirarla con los ojos entornados.
Sakura se incorporó ligeramente para ver el reloj de la mesilla y soltó un gruñido. Eran más de las diez de la mañana. Debería haberse despertado hacía muchas horas. Aunque ya no tenía que estar en CM a primera hora de la mañana había seguido levantándose muy temprano. Nunca había dormido hasta tan tarde.
Aunque no podía decirse que se hubiera levantado pronto, admitió para sus adentros mientras salía de la cama para dirigirse al cuarto de baño. Se había pasado la noche dando vueltas y vueltas pensando en Neji y deseando con toda su alma saber qué hacer. Cuando entró en la ducha y el agua caliente comenzó a resbalarle por el cuerpo volvió a pensar en él. En cómo la había mirado durante la clase de preparación al parto. En lo que había supuesto tenerlo a su lado compartiendo aquella experiencia. En el modo en que la había besado después. En las cosas que le había dicho. Si no hubiera estado ya enamorada de él, se habría enamorado la noche anterior. Le había ofrecido su cuerpo y Neji lo había rechazado porque quería algo más que sexo con ella. Quería su corazón. Su sinceridad y su integridad la habían hecho sentirse avergonzada. Y sus palabras sobre el amor y el compromiso, sobre las oportunidades, la habían mantenido despierta la mayor parte de la noche.
¿Tenía razón Neji? ¿Aceptarían sus familias que se casaran? ¿Debería arriesgarse?
Sakura recordó la conversación que había mantenido con Tsunade. Le había dicho que sus padres estaban preocupados. El agua jabonosa se deslizó entre sus hombros, sobre sus senos, por su vientre. Tanto si se casara con Neji como si no, tendría que contarles a su padre y al resto de la familia lo del bebé.
¿Y qué pasaría con los Hyūga? ¿Cómo se tomarían la noticia?
Recordó el comentario de Tsunade y se imaginó a una Mei enfadadísima enfrentándose a su padre. Por mucho que lo intentara no podía dejar de pensar en la maldición de los Hyūga. Y al hacerlo sentía de nuevo una oleada de pánico atravesándole el cuerpo. Sakura salió de la ducha, agarró una toalla y, después de secarse, comenzó a vestirse.
Acababa de secarse el cabello y sujetárselo en un moño cuando se abrió la puerta del baño.
Se oyó un maullido.
—¿Todavía estás aquí? —le preguntó a Lin mientras la gata se le enredaba en los tobillos—. Vamos a ver dónde están Kurenai y Asuma.
Agarró al animal y se dirigió hacia las escaleras esperando el olor picante del curri que Kurenai había prometido prepararle a su marido para comer. Pero cuando llegó al final no olió a curri ni a nada que se le pareciera. La casa, en la que normalmente sonaba la voz de Kurenai por todas partes o el sonido de la radio, estaba completamente en silencio.
—¿Kurenai? —gritó mientras sentía una incómoda sensación por todo el cuerpo.
Al ver que nadie respondía dejó a Lin en el suelo y la gata se escapó hacia la cocina. Sakura la siguió pero allí no había nadie. Tampoco había sartenes ni cazuelas al fuego. Tocó el horno y descubrió que estaba frío. Una rápida ojeada a la estancia reveló que no había ninguna prueba de que Kurenai hubiera pasado aquella mañana por la cocina.
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Eterna Pasión |Nejisaku| COMPLETA
FanfictionNada le impediría llevarse a casa a aquella mujer... y a su hijo. La había encontrado por fin en las montañas nevadas de Hokkaido. Y en los ojos de su amante huida, Neji Hyūga descubrió que ella todavía lo amaba, todavía lo deseaba. Y en su cuerpo d...