Entre Olas

1.6K 12 4
                                    

Por primera vez me encontraba en "El Caribe" esa isla caribeña que tantos años llevaba deseando visitar y que mejor ocasión que mi luna de miel, me había casado con un buen hombre, y aunque nuestra relación siempre parecía que iba a la derriba, no porque nos lleváramos mal o discutiéramos, sino porque ninguno de los dos había deseado una relación estable mucho menos un matrimonio, pero ya ven, aquí estamos celebrando nuestra luna de mil ¿Quién lo diría? Yo casada, la chica juro que nunca se entregaría, y he terminado firmado un contrato hasta que la muerte nos separe.

Llevábamos ya una semana en Cuba, solo nos quedaban unos días para regresar a nuestra vida rutinaria, cabe decir que mi obsesión por viajar a esta isla se desarrollo al descubrir que mi tatarabuelo se había casado con una cubana y nunca regreso a nuestro país, España, es maravilloso saber que quizás tenga familia aquí y que tal vez nunca la conozca, aunque es una pena, ya que mis familiares se distanciaron completamente porque no aprobaron su decisión y nunca se supo de él.

El sol caribeño de la playa calentaba todo mi cuerpo, disfrutaba del sol que en España rara vez podía sentir, mi cuerpo se encontraba totalmente relajado sobre un diván en la orilla de una de sus playas más espectaculares, que me atrevería a decir que es una de las más hermosas del mundo, Varadero la playa azul; pasaba ya de las doce meridiano y tenía ya una o dos horas que no había visto a mi esposo, suponía que estaba en la habitación del Hotel liado con trabajo, su jefe lo había llamado, ni siquiera en su tiempo de vacaciones lo dejan estar, y él amante de su trabajo nunca se aleja de su maletín.

Luego de unas horas disfrutando de la vista, me regrese a la habitación y ahí estaba entre papeles y con el teléfono en la mano.

— ¿Cariño te falta mucho?— pregunte mientras acomodaba mis cosas de playa.

— No solo me queda revisar unas facturas de entrada que al parecer no se verificaron y por eso hay un faltante en la mercancía, si es así terminare en unos minutos— me miró unos segundos para volver a sus papeles.

— Me voy a dar un baño para relajar mi cuerpo — tome unas toallas—, no tardes mucho, el bufé lo sirven de siete a ocho y muero de hambre.

— Si cariño.

— ¿Te espero para bañarnos juntos? — me acerque con pasos lentos hasta estar al borde de la cama matrimonial.

— Me bañe hace un rato— me observo—, estaba agotado y quería relajarme para ver si podía terminar y funciono, encontré el error.

— Me daré prisa— hable y bese sus labios con beso corto.

Me dirigí al baño y cerré la puerta tras mi espalda, deje toda mi ropa en el suelo y me introduje dentro de la bañera, tarde unos veinte o más minutos en terminar, la simple idea de salir me molestaban casi prefería pasar mis días dentro de esa bañera con agua tibia y mirando por el enorme ventanal del que se puede ver el mar. Al salir mi marido ya tenía todo recogido y estaba listo para bajar a cenar, me apresure en elegir mi ropa que consistía en un vestido rosa de flores.

Salimos en marcha al bufé enseguida, comimos de todo un poco había comida de todos tipos, yo preferí comer un poco de ensaladas y carne de cerdo, estaba muy bien preparada, luego tome unos panecillos que estaban irresistibles no suelo comer dulces en la cena, ya que siempre trato de mantener una alimentación saludable y equilibrada, pero una noche es una noche, no creo que me haga daño, mi marido en cambio comió mariscos, siempre ha sido un amante al marisco.

Luego salimos a dar una caminata por la orilla del mar, cada segundo era más oscuro, la noche estaba azotando la playa, el mar se observaba intranquilo y furioso, sus olas eran salvajes, rompían vigorosas contra la arena, mientras tanto nosotros seguíamos caminado, tonteando y charlando de cosas tribales, nos detuvimos al notamos una pareja joven en la orilla del mar besándose apasionadamente, el chico parecía hambriento de ella, la tocaba y presionaba contra él con deseos, yo y mi esposo nos miramos con esa mirada cómplice que nos unía, entonces  nos besamos, yo gemí intencionalmente en sus labios con la intención de atraer a la pareja, ellos se acercaron como si leyeran nuestras mentes y supieran lo que queríamos, eso que tantas veces habíamos realizado, pero que prometimos que no volvería a suceder luego del matrimonio, pero esto es nuestra luna de miel y lo que pase aquí esta noche, aquí se quedará.

— ¿Les gustaría que hiciéramos un intercambió? — habló el chico de piel morena o tal vez sea solo bronceado, no logro distinguirlo; me impresionó mucho su seguridad no todas la personas proponen algo así a la ligera.

Mi marido y yo nos miramos, yo deseaba probar a ese joven, pero no podía acceder si él no estaba dispuesto.

— Me parece bien.

Nos miramos a los ojos y besamos nuestros labios y luego hable — Te quiero— algunos pensaran que eso no es amor, ver como tu pareja esta con otra persona frente a ti, pero nuestra relación va más allá de todos esos prejuicios, amamos disfrutar de nuestra sexualidad.

— Yo también te quiero.

Entonces mi marido se acercó la chica, no muy alta, pero sí de gran cuerpo, tiene una figura muy bien cuidada y su rostro también lucia hermoso.

Al parecer no está muy segura, diría yo que es su primera vez en un intercambio.

— No te preocupes, seré bueno contigo— susurro mi marido.

— Si no tienes de que preocuparte, veras como te gusta — interferí esta vez yo.

La chica movió su rostro en afirmación, y los labios de mi marido cayeron en ella, podía ver como introducía su lengua dentro su boca y lamia su cuello. Mientras el chico se acercó a mí y sus manos jugaban con mi cuerpo con cuidado y sensualidad, yo seguía observando a mi esposo disfrutar de la joven.

La mano del chico se introdujo en mi zona intima, masajeando esa zona despacio y de manera rítmica, su otra mano viajo a mi senos y los dejo al descubierto, los apretó y lamio a sus antojos, entonces volví a caer en mi marido quien ya tenía a la chica completamente desnuda, la coloco despacio en posición sobre la arena, palmeo y lamio los glúteos de la joven.

El chico tomó mi cara y me hizo mirarlo — Mírame a mí— dijo a la vez que me mostró su miembro al descubierto.

Lo agarre con mis manos y masajee de forma lenta, me hinque ante él y lo introduje en mi boca, disfrute del chico unos minutos de los que solo salían gemidos roncos de sus labios, me puse de pie y los bese, al principio se sentía diferente pero luego de unos segundos disfrute del movimiento de sus labios.

Me acosté en la arena húmeda, donde las olas rompían contra mis pies, el chico no dudo ni unos segundos en acostarse sobre mi y entrar en mi de una sola estocada, estaba muy excitada y ansiaba sentirlo dentro de mí, el comenzó a moverse de manera rápida y violenta, nada de delicadeza, volví a observar a mi marido quien entraba y salía ferozmente de la chica que gritaba y gemía de placer, sus ojos se encontraron con los míos y podía ver el gozo en sus pupilas, eso me encendió aun más, una de las manos del chico se dirigió a mi zona más sensible y comenzó a masajear de manera contante, mis gemido empezaron convertirse en gritos de placer, pasaron solo segundos hasta que sentí mi cuerpo tensarse y estallar, de la misma forma que el chico lo hizo sobre mi vientre.

No paso mucho tiempo hasta que mi marido y la chica terminaron. Todo acabó y nos fuimos a nuestra habitación con una sonrisa plasmada en nuestros rostros, ahora si nuestra luna de miel había sido perfecta, una noche de intercambio con dos desconocidos entre olas.

 Todo acabó y nos fuimos a nuestra habitación con una sonrisa plasmada en nuestros rostros, ahora si nuestra luna de miel había sido perfecta, una noche de intercambio con dos desconocidos entre olas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
23 Orgasmos © [Relatos Eróticos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora