5 años después...
Tener un trabajo nocturno era una verdadera odisea, y Zeta lo sabía muy bien mientras caminaba hacia su lugar de trabajo en medio de la noche. Desde que había comenzado a trabajar en el convini cerca de su apartamento hace cinco años, decidió dedicarse por completo a ello, ya que le permitía vivir cómodamente.
Había perdido el contacto con sus compañeras de secundaria, ya que, según ellas, ¿quién trabajaría en un convini siendo adulto? Lo último que supo es que ambas se habían casado y llevaban una vida tranquila como amas de casa.
Al abrir la puerta del convini, las campanitas sonaron anunciando su llegada. Zeta saludó con una sonrisa a su compañero de trabajo, Niccolo, y se fue a cambiar de ropa para comenzar su turno.
Niccolo, un hombre alto y fornido, era mitad japonés, mitad italiano. Aunque había salido recientemente de la cárcel y llevaba varios tatuajes ocultos bajo su camisa de trabajo, resultaba ser un buen compañero que siempre estaba dispuesto a protegerla cuando clientes problemáticos como borrachos, drogadictos o pervertidos entraban al convini.
"Oye, Zeta, ¿dónde va esto?" La forma descortés y sin honoríficos en la que Niccolo hablaba siempre le parecía graciosa a Zeta.
"Va en la sección 7", respondió ella mientras se reía suavemente al darse cuenta de que Niccolo no recordaba dónde estaba. Luego, señaló con el dedo la tercera estantería. "Está al final de todo". Agradecido y un poco avergonzado, Niccolo fue hacia el lugar indicado, dejando a Zeta sola por unos minutos. Aprovechó ese tiempo para ver un drama coreano en su celular.
De repente, una voz rasposa la interrumpió. "Oye".
El sonido hizo que Zeta se sobresaltara y levantara la vista, como un perrito regañado. Se encontró con un par de ojos azules acompañado de cabellos rosas.
"¿Sí?", respondió tímidamente.
El hombre arrojó un montón de mercancía casi en la cara de Zeta, haciendo que retrocediera sorprendida por su rudeza. Parecía ser el tipo de persona que buscaba problemas.
Zeta rezó para que Niccolo llegara rápidamente, ya que aquel hombre era el típico cliente problemático: bajo la influencia de las drogas. Aunque había trabajado allí durante mucho tiempo, todavía no se había acostumbrado a este tipo de situaciones.
"Son 375 yenes... señor", dijo Zeta, tragando saliva al ver cómo el rostro del hombre se desfiguraba de ira.
"¿EHH? ¿ESTÁS TRATANDO DE ESTAFARME?", gritó el hombre, apoyándose en el mostrador y acercándose más al rostro de Zeta, asustándola con su comportamiento peligroso. "ESTOY SEGURO DE QUE ES MUCHO MENOS, PERRA". Intentó agarrarla del pelo, pero otro hombre, que parecía ser el acompañante del de cabello rosa, lo detuvo sujetándolo del brazo.
"Solo págale y vámonos, estamos llegando tarde", dijo el otro hombre, aparentemente más adulto que el primero. Tenía algunas canas en su cabello. Exhaló el humo de su cigarrillo, a pesar de que había carteles de "prohibido fumar" por todas partes.
El hombre de ojos azules se quejó y giró su rostro hacia su compañero. Zeta rezó para que no comenzaran a pelear dentro de la tienda, pero después de que el otro hombre lo mirara desafiante, el hombre del cigarrillo suspiró cansado y le entregó un billete a Zeta. Agarró la bolsa de objetos con una mano y, con la otra, arrastró al otro hombre, despidiéndose mientras el de cabello rosa gritaba y empezaba a patear todo lo que veía. "Quédese con el cambio", escuchó decir al hombre antes de salir de la tienda.
Su compañero Niccolo apareció momentos después, haciendo que Zeta suspirara aliviada.
"Acabo de vivir el momento más horrible en todos los años que llevo trabajando aquí", se quejó ella.
"Sí, escuché los gritos", respondió Niccolo. Zeta salió detrás del mostrador y comenzó a recoger las cosas que el hombre enfurecido había tirado.
"¿Por qué no viniste a ayudarme?", se sintió estafada, preguntando por qué Niccolo tenía tantos músculos si no podía lidiar con esos tipos noctámbulos.
"Esos tipos son peligrosos", respondió Niccolo obviamente. "Me refiero al bajo mundo, principalmente el del pelo rosa. Es conocido por manejar drogas y prostíbulos en todo Japón".
"Pero... los prostíbulos son ilegales..."
"Sí, y las drogas también", respondió Niccolo con obviedad. "De todos modos, no puedo creer que una persona tan importante estuviera aquí".
Zeta no sabía si su compañero estaba emocionado o aterrorizado. Ignoró eso y regresó a su lugar detrás del mostrador.
"Oye... ¿no falta algo ahí?" señaló Niccolo hacia un puesto junto al mostrador donde se encontraban todos los dulces típicos japoneses. Zeta parpadeó durante unos minutos hasta que se dio cuenta de que sí, realmente faltaban varias cosas.
"¿Esos tipos... robaron dulces?"
...
Mientras tanto, cerca del convini, en una pequeña limusina.
"Sanzu, ¿qué estás haciendo con tantos dulces?"
El mencionado estaba pulverizando dulces en la mesa entre los asientos.
"¿Qué crees que estoy haciendo?" Hizo una pequeña línea con sus dedos temblorosos, ansiosos por ese polvo. Luego, se llevó el resto del polvo a la nariz con el mismo dedo que usó para alinearlo y lo inhaló.
"Me refiero a dónde los sacaste..." El joven de cabello morado rodó los ojos al ver lo que su superior estaba haciendo con algo tan inocente como un caramelo.
"Los robo de un convini", respondió Akashi mientras sacaba un cigarrillo de su cajetilla.
"¿Estás bromeando? Tienes suficiente dinero..."
"Pero robar es emocionante", respondió el pelirrosa, levantando la cabeza y sintiendo cómo aquel polvo inhalado se asentaba en sus pulmones.
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AUBonten - OC x Los Bonten
LosoweEl mundo de Zeta cambia radicalmente cuando en su anteultimo año de secundaria le asignan a Rindou Haitani como su compañero de mesa. Esta historia va a ser un futuro BontenxOc... si es que llega 🥸👍 Escrito por Don gato y su pandilla.