➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟕 ᘒ ꒦ 🜸

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Desde el cráter me lanzo de nuevo al pasillo, pero entonces Jeno grita mi nombre y me agarra de la mano, impidiéndome ir más lejos. Tiene una expresión seria, de desesperación, y refleja su deseo de que me detenga, de que me quede. De que me quede con él. Eso es lo que yo siempre he querido y, sin embargo, no puedo; ahora no.

-Debemos ayudar a Johnny. - Le digo en mi sonora lengua Draki. Jeno tira de mi mano con más fuerza para que lo siga al interior del túnel y yo sacudo la cabeza con un gruñido, recordando que no puede entender mis palabras. No puedo dejar a Johnny, no puedo abandonarlo. Incluso ahora, en el breve espacio de tiempo en que me vuelvo a mirar a los demás, noto el profundo dolor que atraviesa el cuerpo de Johnny. Casi me dobla por la cintura.

Tomo aire con un siseo y me obligo a moverme a través de ese dolor, recordándome que para mí no es real. No es mi dolor, sino el de Johnny, pero debo terminar con él. Me zafo de Jeno de un tirón y me lanzo al pasillo hasta un cruce en forma de T. Miro a derecha e izquierda... Y al final del corredor descubro a Johnny enganchado al Draki gris. Son una forma difusa por lo rápido que se mueven. Ya huelo la sangre, y no necesito ver las heridas para saber que es la de Johnny.

Voy hacia ellos medio corriendo, medio volando. Ambos luchan, gris sobre negro, enredándose entre sí salvajemente. Resulta difícil distinguir al uno del otro. De pronto, un chorro de sangre dibuja un arco en el aire y a punto está de alcanzarme, momento en el que pego un grito horrible. Tengo que detener esto. No puedo permitir que continúe, o no quedará nada de Johnny.

Centro mi atención en la zona más grande del Draki gris que puedo detectar, y suelto una ráfaga de fuego, esperando dar en el blanco. Lo consigo, y el Draki ruge y se separa de Johnny. Yo no lo pierdo de vista, y mientras me preparo para soltar otra llamarada, el fuego baila en mi lengua. Entonces las afiladas escamas del Draki gris se agitan con un extraño silbido. Las que sobresalen en sus hombros se retraen y alisan. El Draki se palpa cuidadosamente la parte abrasada del hombro, y gruñe cuando la carne se desliza entre sus dedos como cera derretida. Al ver eso -lo que puedo hacer, el daño que puedo provocar en los de mi propia especie-, se me revuelve el estómago.

-¡Jaemin! - Oigo, y Jeno llega a mi lado sin aliento, tosiendo por el creciente humo. Sus ojos se desvían hacia el Draki gris y suelta un susto. El Draki baja la mano del hombro y se cuadra. -Parece furioso. ¿Le has hecho tú eso? - Me pregunta Jeno en medio de un ataque de tos.

-Ajá. - Contesto, asintiendo con la cabeza. Luego respiro hondo, listo para liberar el calor de mis pulmones, pero mis vías respiratorias parecen demasiado finas, demasiado estrechas. Inhalo y me ahogo, tosiendo violentamente al llenarme los pulmones de gases tóxicos. Jeno lo comprende de inmediato.

Estoy indefenso; no dispongo de fuego. Necesito oxígeno puro y de calidad, así que Jeno me agarra de la mano y exclama: -¡Tenemos que irnos ya!

Tiene razón, por supuesto: debemos irnos antes de que los gases nos dejen inconscientes... O algo peor, pero no sin Johnny. Clavo mis ojos en los de mi compañero y doy un paso adelante sin reflexionar. No pienso en que todavía he de rodear al Draki gris para llegar a Johnny. Este sacude la cabeza, y sus ojos relucen con fiereza.

-¡Márchate! ¡Sal de aquí! - Me grita. No puede estar diciendo que lo dejemos en este lugar...

-¡Johnny, no! - Chillo. Doy un paso más batiendo las alas, listo para intentarlo de nuevo, incluso aunque no pueda lanzar fuego, aunque Jeno me agarra del hombro y tira de mí hacia atrás. El Draki gris separa las piernas, preparándose para recibirme. Las pupilas de sus ojos de peltre se estremecen. Yo vuelvo a mirar a Johnny, fuera de mi alcance.

-¡Vete! - Me grita él de nuevo, y su voz se quiebra en una salvaje tos espasmódica. Sus ojos se desvían hacia Jeno y añade: -¡Sácalo de aquí! - De algún modo, intuitivamente, Jeno lo entiende. O quizá es que resulta obvio para ambos, pero no para mí. Jeno me rodea la cintura con un brazo para tirar de mí y yo grito el nombre de Johnny. Luego traza un gran arco con el otro brazo y extiende la palma de la mano en lo que ya se ha convertido en un gesto familiar. La tierra cae ante mis ojos con un rugido de polvo y partículas.

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