➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒 ᘒ ꒦ 🜸

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«Ellos no te conocen. Ellos no te conocen», me repito.

Ese es el mantra que me digo una y otra vez mientras llego a la carretera, a la luz y al campo visual de los cazadores. Jeno es el primero en mirar en mi dirección, demostrando así que, pese a lo despreocupado que parece, está muy alerta y es muy consciente de todo lo que lo rodea. El pánico asoma a sus ojos cuando me ve, pero sólo tarda un segundo en esfumarse.

-¡Eh! - Exclama uno de los cazadores al reparar en mí.

-Ah, genial. - Digo yo. -Has encontrado ayuda... Ya pensaba que iba a tener que llamar a mi madre, lo cual nos habría cortado el rollo, desde luego.

Todos los demás se giran a mirarme. Sus expresiones de pasmo son casi cómicas. Los donceles no tienen espacio en el mundo de los cazadores. A sus ojos, según sus normas, yo no debería estar aquí. Mi presencia los confunde, que es exactamente lo que yo quería.

-Es un doncel. - Se asombra uno.

-Pues claro. - Replico yo, con tono burlón. -¿Qué estaban esperando? ¿Un mapache? - Riéndome de mi propia broma, me acerco a Jeno. -Mira qué flores he encontrado, cielo.

Alzo mi desaliñado ramito de flores silvestres como si fuera una especie de trofeo. La verdad es que es bastante patético, incluso ya está empezando a marchitarse, pero yo finjo que el pobre conjunto vegetal es algo más. Algo ante lo que extasiarse.

-Son preciosas, niño. - Replica Jeno, pasándome un brazo por la cintura y dándome luego un beso largo y profundo. Yo noto las miradas de los cazadores sobre mí e intento que no se me ponga el pelo de punta. Nuestra representación es ahora mismo lo más importante. Lo es todo.

-¿Qué están haciendo aquí? - Nos pregunta el líder, todavía con expresión desconcertada.

-Hemos salido a dar una vuelta. - Respondo, y miro a Jeno frunciendo el entrecejo. -¿No deberías estar arreglando la furgoneta?

Jeno se gira hacia los cazadores y les pregunta: -¿A alguno le importaría echar una ojeada al motor?

-Olvídate de eso. - Le espeta el hombre con coleta. -No tenemos tiempo. - Entonces se vuelve hacia su líder y añade: -Venga, vámonos. Debemos de haberlos perdido...

-No. - Lo corrige el tipo con la caja de metal. -Estamos cerca. - Alza la caja para mostrar el monitor con sus parpadeantes luces rojas. -¡Por lo menos tenemos a uno dentro de nuestro radio!

Yo me pongo de puntillas para examinar la caja, procurando no parecer demasiado interesado.

-¿Qué llevan ahí? ¿Es uno de esos detectores de tesoros? ¿Están buscando monedas o algo así? - Les pregunta Jeno, logrando parecer un adolescente entrometido. Pelo Rapado le lanza una mirada de indignación y sacude la cabeza. Aparte de eso, los demás no le hacen ni caso.

-Mira, por ahí la señal es fuerte. - Anuncia el de la caja, dirigiéndose hacia el borde de la carretera, hacia el bosque. Mi mano aprieta más la de Jeno y él me devuelve el apretón. No puedo evitarlo: mi mirada se va hacia donde sé que se oculta Johnny, que está observándonos. El grupo de cazadores se apiña y empieza a hablar en voz tan baja que es imposible oír nada.

-¿Qué ocurre? - Les pregunta Jeno. Pelo Rapado se vuelve hacia nosotros con expresión más irritada que nunca.

-Tú y tu novio tienen que largarse.

-¿Eh? Pero ¿qué dices, tío? Nuestra furgoneta no arranca. - Le recuerdo en tono de exasperación, y él masculla algo ininteligible. Cazar Drakis delante de testigos no es su modus operandi, pero es que ese es precisamente nuestro plan. Complicarles el trabajo y dar a los demás tiempo para escapar. Excepto a Johnny; al parecer, él no va a ir a ningún sitio.

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