➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐 ᘒ ꒦ 🜸

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Durante un minuto, da la impresión de que todo se detiene. Alguien ha pulsado el botón de pausa de todo el mundo excepto el mío. Ladeando la cabeza, miro a mi alrededor, a las figuras inmóviles, las expresiones congeladas, los cuerpos paralizados en medio de un movimiento. Lo miro y lo absorbo todo con una escalofriante sensación de calma.

Y luego todos empezamos a movernos de nuevo, pero como criaturas submarinas, luchando contra el fluido que nos envuelve, tratando desesperadamente de ganar impulso. Los chillidos, Jeno gritando mi nombre... Todo me llega como si estuviera muy lejos. Mientras Wonho reduce el espacio que nos separa, veo que su tieso pelo rojo sobresale intensamente. Es casi como una antorcha que corriese hacia mí. No se me escapa la ironía de la imagen.

Suelto aire, extendiendo mis ardientes pulmones. Ya no hay nada que ocultar... Carece de sentido. He tomado la decisión de hacerlo de nuevo, de revelar lo que soy.

Toda la atención de Wonho está fija en Jaehyun, la bestia enemiga. Wonho casi ha llegado hasta mí. Yo simplemente me dejo ir. Las alas me brotan de la espalda, desgarrando mi camiseta y crujiendo en el aire. Mis alas quedan libres y se despliegan. Como pájaros cautivos, los lienzos de membrana baten el aire, impacientes por probar el cielo.

El calor estalla en mi pecho, surgiendo de entre mis labios en una gran bola de fuego de color rojo azulado. Wonho retrocede a toda prisa ante la llamarada que yo tengo la precaución de lanzar delante de él, no a él, y que apenas lo chamusca.

Lenguas de fuego le suben por el brazo derecho y Wonho las combate con feroces palmadas, aullando. Uno de sus compañeros salta sobre él para derribarlo y para que ruede por el suelo. Sólo hace falta un momento para que los otros cazadores carguen contra mí. Ahora me ven. Con el rostro crispado y enrojecido de furia, me apuntan con sus armas. De entre los labios y por la nariz me sale un humo que asciende en volutas por el aire. Señalo con la cabeza a Wonho, flanqueado por otros cazadores, indicándoles en silencio que me lo traigan. Estoy preparado. Pero de repente Jeno está ahí... Donde no debería estar, plantado directamente delante de mí. Sin embargo, eso no los detiene, no impide que intenten llegar a mí.

-¡Jeno! - Aúllo, aunque mi voz ha desaparecido bajo la lengua Draki y suena como un grito profundo e inhumano. Todo el mundo se encoge. Y luego mi aullido queda olvidado. Yo quedo olvidado.

Con un rugido como el de un tren, un remolino de tierra nos engulle, cegándonos a todos. No puedo ver nada. Sólo oigo un bramido ensordecedor mientras un enorme muro de tierra emerge delante de los cazadores. Jeno. Él está haciendo esto. El torbellino gira a mi alrededor; piedras y palos me golpean por todas partes, arañándome la piel.

Dispuesto a que no se desperdicie el esfuerzo de Jeno, me agacho a buscar a Jaehyun. Lo agarro por las axilas y lo arrastro al abrigo de los árboles, tosiendo contra el polvo y no muy seguro de durante cuánto tiempo podrá mantener Jeno esta situación. Tiro de Jaehyun hasta que me arden los músculos por efecto de la tensión, hasta que me tiemblan los brazos, y luego sigo adelante, deteniéndome solo cuando el sonido de la acción de Jeno se convierte en un gruñido distante.

-¡Johnny! - Grito, con la esperanza de que pueda oírme. Tras soltar a Jaehyun, me acuclillo a su lado para inspeccionar la herida de la flecha. Sus ojos, vidriosos por el dolor, se clavan en mí.

-No te la saques. - Le ordeno. -Espera hasta que estemos en el pueblo.

-Jaemin. - Dice él con voz ahogada. -Yo lo... Lo lamento...

-No digas nada. - Replico, sacudiendo la cabeza y tapándole los labios con los dedos. -Te pondrás bien. No empieces a pedir perdón como si estuvieras muriéndote. Además, probablemente no lo hayas dicho en serio. Los dos sabemos que eres un menso.

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