➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟐 ᘒ ꒦ 🜸

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Al principio resulta imperceptible. Sólo es un ligero aumento de la velocidad, un gruñido algo más intenso del motor. Luego viramos bruscamente y todos rodamos a un lado de la furgoneta, mientras la comida vuela por los aires.

Me golpeo la cabeza contra el duro suelo. Haechan aterriza sobre Mark, que lo sujeta con sus musculosos y sólidos brazos. Frunzo el entrecejo al ver la escena, pero no hay mucho que yo pueda hacer desde mi posición, despatarrado contra el frío suelo de metal.

Otro sonido crece en el aire por encima del rugido de la furgoneta: el del viento y el de las bocinas de otros conductores mientras Jeno zigzaguea entre el tráfico.

-¿Qué está pasando? - Chilla Haechan. -¿Por qué Jeno está conduciendo como un loco?

Sólo hay una razón. En mi interior, el fuego brota y me sube por la garganta. Noto carbón en la boca. Johnny anuncia lo que yo ya sé en mis entrañas.

-Alguien nos persigue.

El escaso color del rostro de Haechan desaparece ante esta revelación. Reflejos de perla destellan bajo su piel.

-¿Enkros? - Inquiere. Las pupilas de Haechan se estremecen al reducirse a líneas verticales y niega con la cabeza. -No lo...

-Los Enkros no se dedican a cazar. - Digo yo con los labios entumecidos. Mis ojos se clavan en los de Johnny. Percibo su tensión, su disposición, pero no miedo. No como el que sentí cuando los Enkros lo hicieron prisionero.

Finalmente, Johnny mueve los labios para pronunciar la palabra que da vueltas en mi cabeza: -Cazadores.

Haechan suelta un suspiro entrecortado. Mark le toca el brazo, en una sorprendente muestra de... No estoy seguro de qué. ¿Apoyo? ¿Consuelo? No lo sé. Aún me cuesta conciliar a Mark con el Draki que intentó matarme. Mi inclinación natural es que no me caiga bien. Me pica el fondo de la garganta con el deseo de lanzarle un chorro de vapor. Y, sin embargo, debo admitir que es amable con Haechan.

Jeno da un volantazo y volvemos a rodar por el suelo. Mi hombro choca contra la pared, y suelto un grito. Luego nos detenemos de golpe, tras frenar en seco. Me incorporo con brazos temblorosos. El olor a neumático quemado me llena las fosas nasales.

-¡Jaemin! - Johnny me rodea con un brazo y me ayuda a sentarme. -¿Te encuentras bien?

Yo asiento con la cabeza, todavía tembloroso y algo mareado.

-¿De-deberíamos salir? - Tartamudeo, preguntándome qué estará sucediendo fuera del vehículo. Más que oírlo, noto el portazo de la puerta de Jeno, que estremece toda la furgoneta. Las puertas traseras se abren de repente con un torrente de luz y Jeno nos mira con nerviosismo. Karina, con la cara pálida por el pánico que todos sentimos, aparece de inmediato junto a él.

-Los he despistado. - Anuncia Jeno. -Pero nos pisan los talones.

-¿Son cazadores?

Él asiente con la cabeza.

-Sí.

Hay polvo flotando en el aire por la salvaje carrera de la furgoneta. Jeno mira por encima del hombro: primero observa la pequeña carretera rural junto a la cual nos hemos detenido, y luego examina la extensión de altos árboles que hay entre nosotros y la estrecha carretera.

-Pronto nos alcanzarán. Márchense, corran. - Moviendo la cabeza, señala hacia los árboles. -Si los encuentran, compórtense como si estuvieran haciendo autoestop. No sospecharán nada si se tropiezan con un grupo de jóvenes. Es su única oportunidad. Podemos reunirnos en el restaurante donde dejamos mi coche. No está demasiado lejos. ¿Recuerdas el lugar?

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