➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟒 ᘒ ꒦ 🜸

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Hace un insólito día soleado, y paseo por el pueblo con el brazo de Haechan alrededor de mi cintura. Sobre nuestras cabezas flota una leve bruma que ha conseguido sobrevivir a los ávidos rayos, pero es lo bastante fina para que la luz del sol se filtre y me caliente el pelo. Es mi primera salida autorizada desde que me desperté, desde que Johnny y los veteranos me visitaron, hace tres días. Antes de eso, estuve inconsciente cuatro días. Sin que yo fuera consciente, mi mundo ha renacido esta semana.

-Todo parece diferente. - Digo cuando dos niñas pasan corriendo hacia el colegio. Me temo que van con retraso.

-Desde que Sehun dimitió, sí, todo es diferente.

Lucas nos saluda al pasar. Reparo en que ya no luce el brazalete que lo identifica como miembro de la patrulla.

-No lleva el brazalete... - Murmuro.

-Los han eliminado. - Me explica Haechan. A mis ojos, los brazaletes representaban una manada dividida. Quienes los llevaban eran los que imponían; el resto éramos los subyugados.

-No puedo decir que los eche de menos.

Asiento satisfecho, pues sé quién está detrás de ese cambio.

-Johnny hará cosas buenas por la manada.

Haechan me lanza una extraña mirada, pero no dice nada. Entonces aparece un grupo en la distancia: siete u ocho Drakis que regresan con la pesca del día. Parpadeo al reconocer a dos de ellos.

-¿Jeno? ¿Mark?

Ellos se separan del grupo al vernos. Sonriendo de oreja a oreja, nos muestras sus ristras de peces. Mark se agacha para besar a Haechan, justo aquí, en mitad del pueblo, a plena luz del día. Procuro no quedarme mirándolos, pero es que no es una imagen habitual. Y no se trata de un besito, precisamente... Es el beso que da un hombre al salir de la cárcel. No puedo evitar sonreír, pues supongo que esa es una descripción adecuada para Mark.

Haechan y él siguen besándose cuando me giro hacia Jeno. Y entonces me olvido de ellos. Nunca puedo ver gran cosa cuando Jeno está cerca de mí. Contemplo sus ojos cambiantes... Que ahora mismo son de un castaño dorado. Le cae el pelo sobre la frente. Necesita un corte. O quizá no. Así hay más donde hundir mis dedos. Jeno inclina la cabeza y me da un beso lento con sus suaves labios, tan frescos como el aire de la montaña.

-Hola. - Me saluda, con esa voz aterciopelada que me produce escalofríos.

-Hola. - Le respondo, y señalo los peces. -Buena captura.

-Sí. Estoy bastante impresionado conmigo mismo. Siempre había pensado que los pelinaranjas eran muy atractivos...

-Ja, ja, ja... Me refería a la pesca.

-Ah, sí. - Replica, y levanta la vista para admirarla antes de dirigirme la vista de nuevo. -¿Cómo te sientes hoy?

-Bien. Me alegra ver que estás ganándote el pan. - Bromeo.

-Y a mí me alegra saber que puedo hacerlo sin que... Ya sabes, me...

-Maten. - Concluyo por él. Él asiente, y no se me escapa lo raro que es todo esto. Jeno con la manada, haciendo cosas normales y corrientes, como si fuera uno más.

-Venga, Jeno. - Lo llama Mark. -Vamos a limpiar esto.

Jeno asiente sin despegar sus ojos de mí y añade: -Nos veremos esta noche, ¿vale?

-Genial, pero hueles a pescado. Lávate bien antes.

Su sonrisa se ensancha, y yo me siento liviano y optimista solo con verlo feliz. Feliz y aquí. Un panorama que siempre he esperado que pudiera darse, pero que nunca había creído posible.

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