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  —No te entiendo Wheein – dijo el rubio –. Y déjame ya abrir mi casillero, tengo que ir a mi otra clase.

   —No vas a ir a tu clase ahora – dijo la chica –. Tú y yo nos vamos a divertir un rato – rio dejando ver a un par de chicos detrás de ella –, y ellos también.

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Al día siguiente, Jisung no había asistido a clases. Eric preocupado había llamado al rubio durante toda la mañana, y cuando por fin contestó, Eric se preocupó más.

   —Estoy bien – dijo el menor –. No te preocupes.

   —Está bien – dijo ya rendido Eric –. Mañana iré a visitarte. ¿Sí?

   —No hace falta.

   –Da igual, iré de todas formas – y con eso, el castaño terminó esa llamada adentrándose a aquella cafetería que con normalidad Yeji y él visitaban.

Eric localizó rápidamente a la chica y se sentó en la misma mesa.

   —Jisung dice que está bien – dijo –. Así que hoy mismo podemos comenzar el plan.

   —Bien – dijo la chica mientras el mesero, que aquella vez había atendido a Eric, dejaba en la mesa su café americano.

   —No se… Creo que le paso algo grave – dijo el chico –, pero bueno. Minho puede ir a verlo y así se disculpan y se arreglan mientras hacemos la primera parte del plan.

   —Me parece bien… - dijo Yeji mirando afuera del ventanal –. Por cierto, como que ese mesero siempre te atiende. ¿No? – dijo esta vez curiosa.

   —Supongo – dijo Eric con intenciones de cambiar de tema –. ¿Has visto la hora? Es mejor que vayamos yendo otra vez al instituto.

Yeji iba a replicar pero Eric fue a pagar su café americano y enseguida cogió el brazo de la chica para salir de ahí.

   —Realmente eres muy raro - rio la azabache.

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   —¿Hiciste lo que dije, Wheein? – dijo Jiwoo

   —Claro – dijo la otra chica sonriente.

Las dos chicas se encontraban en una aula vacía. Jiwoo había llevado a Wheein ahí para preguntarle si había hecho lo que le dijo – porque si – todo había sido cosa de Jeon.

   —Bien, entonces me voy – dijo la mayor de las dos antes de salir por la puerta.

Eric, quien la estaba buscando, terminó chocando con ella nada más entraron en aquel pasillo.

   —Lo siento – dijo el chico –. Tenemos que hablar.

   —¿Así? ¿Por qué? – dijo la chica entre risas.

   —Porque sabemos que planeas – dijo esta vez Yeji haciendo presencia en aquel solitario pasillo.

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