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Cuando te despediste alegremente de mí por tu seguro regreso. Y yo, cándido, me quedé dichosamente confiado. Cuando más nos amábamos y faltaba poco para el amanecer, tan cerca de la luna para volvernos a ver, cuando faltaba poco para tocar el universo con las manos, ya próximo el día de la victoria y de la vida en libertad, el sol nos dejó plantados, a solo un paso del sueño. No se lo perdono. Te esperé día y noche, hasta que sentí tu alma venir a mí, y pude comprender que ya no te tendría más entre mis brazos.
Te extraño Perséfone...

Después de que Zeus me desterró nuevamente al inframundo, pasé años vagando solo, encontré el lugar donde conectaba el inframundo con el reino de los mortales y ahí construí un rascacielos, no sólo soy el rey del inframundo, sino, también cuidaría del filtro que conecta hasta el Tártaro.
Los mortales no saben nada de lo qué se lleva a cabo dentro del rascacielos, pues todas las almas entran para después ser guiadas al inframundo.
-Bien, las chicas ya fueron colocadas a su nuevo puesto, y han entrado al rededor de 50 almas para ir directo al inframundo el día de hoy- dijo Hecate con su celular a la mano.
Los humanos no pueden vernos con nuestra verdadera forma, así que nos mezclamos entre ellos, adaptando su semejanza, y encima de ello, tampoco pueden ver a los muertos, pero nosotros y nuestro personal si, así que este es un buen negocio.
-Necestito los metricos de lo que llevamos del año, últimamente han entrado demasiadas almas al inframundo, no sé porque los mortales se mueren por venir aquí? A caso no saben que deben durar un 50 años en el inframundo para después ir al tártaro?-      -Bueno, ya los conoces, tienen trastornos emocionales que no los hacen pensar con la mente fría- respondió y yo sólo suspiré mientras me recargaba en la silla.       -Hecate, me siento muy estresado. Tomaré un descanso-        -Ahora?!! Tenemos mucho que hacer....-     -Sólo serán unos minutos, bajaré al Tártaro-       -...De verdad la sigues teniendo allí? Ya déjala cruzar al más allá-      -No puedo- respondí y salí de mi oficina.
Hecate a parte de ser mi asistente, es mi mejor amiga, la considero más cómo una hermana, pero no le parece que siga teniendo en el Tártaro a ella, a...
-Ya llegué, Perséfone- dije acercándome a la vitrina que hice para ella, una vitrina echa con piedras de diamantes donde dentro habita el alma de mi Perséfone.
Cuando Zeus la asesinó y me desterró otra vez, alcancé a tomarla resguardándola dentro de aquí. No me sentía capaz de dejarla ir.
-Te traje estas flores, quitaré las marchitas que tienes y te pondré estas. Sabes? He tenido mucho trabajo allá arriba, por eso me demoré un poco en bajar, pero nunca faltaré- dije, quité las flores y puse las nuevas que traje para ella, luego me senté frente a la vitrina y en mi copa vacié un vino.     -Salud- dije alzando la copa.

Cada día me sentía más solo, me hace falta su valor, su cariño, sus risas, todo de ella. Es una lástima que no estés conmigo, cuando miro el reloj y son las cuatro acabo la planilla, y pienso diez minutos, estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y trueno mis dedos. Es una lástima que no estés conmigo, cuando miro el reloj y son las cinco, soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas, o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo, miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte un día de sorpresa y decirme “¿Qué tal? Estoy aquí ” y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios y tú, entre mis brazos.

-Hades, hay un problema- dijo Hecate bajando. Parecía algo histérica y apurada, me levanté y caminé hasta ella.    -Qué sucede?- pregunte curioso.      -No me lo vas a creer, pero fue lo más extraño que he visto en siglos, a parte de saber que Hermes es hermafrodita...-      -Ya dime qué es?-      -Me dice la recepcionista que entro una mortal al edificio-      -Y?-    -Cómo que "y"? ¡Una mortal!. La chica entró preguntando porqué había una larga fila afuera y adentro-      -No logró comprender...-     -Es simple. Es una fila de almas esperando entrar al inframundo, y ningún mortal ha podido ver esas almas, hasta ahora-      -... Bien, de ese modo si es un problema-    -Dónde está esa chica?-    -Aún sigue arriba, en recepción-     -Bien, vayamos- dije. Entramos al elevador y subimos hasta el reino mortal, pero Hecate comenzaba a lucir algo nerviosa.     -Sucede algo? Te ves diferente que hace un rato-      -Sabes? Creo que es mejor que yo resuelva esto, no tienes porqué venir, encima de eso, tienes muchas juntas y papeles que firmar...-    -No digas ridiculeces, ya estamos caminando hasta recepción-     -Sólo prométeme que te controlarás-     -No entiendo ese comentario, no va acorde a la situación- dije y miré a la chica. Ahora comprendo porque Hecate me pedía que me controlara; aquella chica de cabello rizado y pelirroja... era la viva imagen de Perséfone.
-Hola- dijo ella con una sonrisa, yo estaba helado, en shock.     -Hola, cómo estás?- le preguntó Hecate con una sonrisa fingida.    -Muy bien, gracias-     -Veo que entraste por error a nuestro edificio, aquí sólo es permitido el personal autorizado-      -Oh! No sabía eso, pero ya que estoy aquí, pueden darme trabajo? Quien diría que tendría suerte este día?-      -Verás, no estamos contratando personal en estos momentos, las vacantes cerraron ayer-     -Cielos, y puedo dejar mi currículum?-      -Estás contratada-     -¡¡Qué?!!-     -Ah?- preguntó ella. Podía sentir el aura maligno de Hecate, eso significa que estaré en problemas.      -Cuál es tu nombre?- pregunté.       -Anne Babcock- respondió.

HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora