ARTHIT
Pasó una semana antes de que la casa estuviera completamente limpia de nuevo. Una semana después de eso, la rutina fue restablecida, pero cambiada de cómo había sido antes. Kongpob ayudaba más de lo que lo hacía durante la primera semana de Arthit en el hogar Suthiluck y, gradualmente, comenzaron a pasar más tiempo juntos.
Las cenas nocturnas se convirtieron en el mejor momento para ver películas y conversar tranquilamente. Los fines de semana significaban actividades familiares, como llevar a Dae a caminar por el centro comercial o salir a caminar junto al rio Han como lo había hecho Arthit antes. Dos veces por semana, Arthit asistía a yoga, pagado por Kongpob. La vida era mejor de lo que nunca había imaginado que sería, y tenía a Kongpob para agradecerle por ello.
Arthit descubrió por accidente que se acercaba el cumpleaños de Kongpob. Estaba limpiando cuando sonó el teléfono fijo. Kongpob le había pedido que no respondiera, así que Arthit lo dejó sonar. Cuando pasó al buzón de voz, estaba limpiando la encimera de la cocina, lo suficientemente cerca para escuchar.
—Kong, soy tu madre. Sé que preferirías olvidar que tu cumpleaños es este domingo, pero sabes cada año te regalo algo. ¿Puedes llamarme, por favor, cuando vuelvas a casa para que podamos hablar? Déjame llevarte a cenar al menos. De acuerdo. Me tengo que ir ahora. Te quiero. Adiós.
Era viernes. Faltaban pocos días para el domingo. Arthit soltó la escoba y miró por la cocina. Kongpob no había mencionado su cumpleaños, pero ahora que Arthit lo sabía, no podía dejarlo pasar casualmente.
¿Qué le gustaría a Kongpob?
Tenía un forma de vida que Arthit no podía igualar. Lo que quería, lo compraba. No había ninguna pequeña baratija que Arthit inmediatamente supiera que quería.
Eso significaba que tenía que pensar otra manera de celebrar.
La madre de Kongpob había tenido la idea correcta. Arthit era un buen cocinero. Había estado consintiendo a Kongpob con la cena cada noche, pero esta noche prepararía algo especial. Y mientras estaba en eso, haría una tarta. Hornear se le hacía tan natural como cocinar, y con la receta correcta, sabía que podía preparar algo delicioso.
Satisfecho consigo mismo, Arthit se apresuró a limpiar el resto de la encimera, luego se lavó las manos y comenzó una lista. Si iba a preparar esto, tendría que ir a la tienda temprano para poder pasar el resto del día horneando y preparándose para la celebración de último minuto esa noche.
Era el primer cumpleaños de Kongpob como padre, y Arthit no quería que olvidara que tenía una identidad fuera de su hijo. Era valorado como persona tanto como como padre.
Esta noche, Arthit lo reconocería.
Pasó de hacer la lista a preparar a Dae para salir, rebosante de energía.
Esta noche iba a ser fantástica. No podía esperar para ver la mirada de Kongpob cuando se diera cuenta de que todo lo que había hecho Arthit era para él.
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La tarta estaba rellena, cubierta y se enfriaba. La carne de los bulgogi se estaba marinando. Las verduras estaban frescas, limpias y listas para ser cortadas y puestas en brochetas. Las rodajas de patata estaban mojadas, listas para meter al horno.
Arthit miró el reloj. Se acercaban las seis, pero no esperaba a Kongpob hasta las siete. El trabajo terminaba a las cinco, pero Kongpob nunca salía a tiempo. Había estado dejándo el alma tratando de cambiar las cosas en la empresa, y eso hacía que su devoción en casa fuera aún más especial.
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Vida de Papá
FanfictionArthit está decidido a tener una vida respetable. Estudió una carrera y ahora está buscando empleo para demostrar sus habilidades, además, quiere una vida tranquila en una hermosa casa con un amplio jardín e hijos. Como el empleo no llega, accede a...