Capítulo 24

411 79 0
                                    

KONGPOB

Veinte minutos no era mucho tiempo, y se acortó aún más cuando Kongpob tuvo que contenerse para no dar un puñetazo en la cara a Warut. La mirada engreída y triunfalista que arqueaban las comisuras de los labios de su primo y brillaba maliciosamente en sus ojos era horrorosa. Kongpob quería borrar esa expresión de su rostro.

—Lárgate de mi oficina, —Kongpob espetó. Quería quedarse y enfrentar a Warut por las cosas que había dicho, pero su cuerpo le urgía a correr tras Arthit. Warut hizo la elección por él, bloqueó la puerta, manteniendo a Kongpob dentro.

—Ya no es tu oficina.

—Lo es por los próximos veinte minutos. —La mano de Kongpob se crispó y casi se dejó agarrar a Warut del cuello. Solo su amor por Dae le evitó hacer eso. No quería que su hijo estuviera implicado en una pelea. —Lárgate.

—¿Quieres que llame a tu putita para que vuelva? —Preguntó casualmente Warut mientras salía por la puerta. Dae empezó a llorar, sus chillidos agudos llenaron sus oídos y lo arrastraron de vuelta a la tierra. —Veré si puedo dar con ella.

—Deja a Arthit fuera de esto. —Kongpob no tenía ni idea de qué pensar sobre de lo que se había enterado, pero sabía que no confiaba en Warut . Tenía que haber una explicación. —Él no te ha hecho nada.

Warut resopló, pero no hizo ningún comentario. Salió de la oficina, dejando a Kongpob atender a su bebé.

Todo lo que Kongpob quería hacer era salir de todo y olvidar lo que había sucedido, pero ser padre anulaba sus necesidades. Se apartó de la puerta y se acercó al lado de Dae, lo soltó de la sillita del coche y lo tomo en brazos.

—No pasa nada, hombrecito, —Kongpob murmuró. Sujetó a Dae contra su pecho y le dio palmaditas en la espalda. —Vas a estar bien. Sé que he hablado con un tono que no debía, pero algunas veces los adultos necesitamos hacerlo. No estás en problemas. Estás a salvo. Nunca dejaré que nada te pase.

Incluso si eso significaba separar los caminos con Arthit.

Kongpob cerró los ojos, meciendo a Dae suavemente en un intento de calmarlo.

—Tú y yo somos un equipo. Vamos a hacer esto funcionar. Sé que no va a ser divertido, pero ambos vamos a ser valientes el uno para el otro, ¿bueno? Nadie va a hacerte daño. No vas a sufrir ni un solo día de tu vida.

Gradualmente, los gritos de Dae se fueron apagando. Balbuceó contra la camisa de Kongpob, probando consonantes en patrones al azar.

Kongpob estaba acostumbrado a escuchar los pequeños sonidos y todavía lo asombraban. Su hijo estaba creciendo tan rápido. En poco tiempo, estaría hablando y caminando, y después ya no necesitaría a Kongpob tanto como lo hacía.

No necesitaría a Arthit, tampoco.

—No importa lo que duela, tú estás primero. Lo prometo. —Kongpob besó la parte superior de la cabeza de Dae. —¿Puedes ser valiente por mí ahora y sentarte en tu sillita mientras papá recoge sus cosas? No es mucho. Vamos a estar bien.

—¿Kongpob? —No era Warut el que hablaba desde la puerta, sino Kyuhyun . Kongpob miró sobre su hombro para encontrarse con su amigo con el rostro demacrado. —Yo, eh, he oído lo que ha pasado. Alguien ha escuchado la discusión y ha corrido por todas las plantas. Tenía que venir para ver si era cierto.

Kongpob frunció el ceño.

—Es verdad.

—Mierda. —Kyuhyun entró en la oficina. Cruzó las manos sobre su pecho. —No puedo creer que Warut te hiciera eso. Todo el mundo de los pisos inferiores está de tu lado. Todos hemos visto lo que ha pasado desde que te tomaste la baja de paternidad y sabemos que los nuevos ejecutivos que contrató Warut no están ayudando. Sé que no es mucho, pero creo que mucha gente va a renunciar como protesta por tu despido. No te vas a ir sin hacer ruido, eso seguro.

Vida de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora