Capítulo 21

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ARTHIT

Kongpob atravesó la puerta unos cuantos minutos después de las diez de la noche. Arthit oyó la puerta abrirse y levantó la cabeza del sofá para ver a Kongpob atravesar la sala de estar e ir directamente a la cocina.

Ni siquiera dijo hola.

No era un secreto de que había resentimiento entre ellos, pero Arthit se quedó atónito por la gélida indiferencia de Kongpob. Kongpob, a veces, era un poco seco, pero nunca así.

Arthit se levantó del sofá y siguió a Kongpob a la cocina. Observó cómo Kongpob se servía un trago. Su mano se sacudió mientras lo hacía.

—Ha pasado algo. —Arthit cruzó los brazos levemente sobre su pecho y dejó caer los hombros. —¿Quieres hablar de ello?

—No puedo seguir haciendo esto. —No solo la mano de Kongpob temblaba, también lo hacía su voz. —He dado todo lo que tenía a esta compañía desde hace años. Me he dejado la piel para que tuviera éxito. Y ahora, porque mi jefe está celoso de mi posición en la vida, está tratando de humillarme haciéndome trabajar hasta la extenuación. Está buscando obtener su venganza.

Arthit frunció el ceño. Dio un pequeño paso hacia delante.

—¿Y sabes qué? —Kongpob no apartó la mirada del trago que se había servido. —Es familia. Es de mi maldita familia y me trata como si fuera basura. ¿Por qué? ¿Porque está celoso de que ahora tengo un hijo y él está amargado y solo?

Arthit estaba herido, pero no lo suficiente para no sentir la lucha de Kongpob. Posó una mano en la espalda de Kongpob, en una promesa silenciosa de que Kongpob no estaba solo.

—Pensé que habíamos superado lo de la disputa familiar. Pensé que nos estábamos preparando para un futuro pacífico. Pensé que tal vez podríamos salvar la brecha entre nuestras familias demostrándoles que podíamos trabajar juntos pacíficamente. ¿Pero esto? No puedo aceptar esto. Soy un hombre trabajador y he dado mi vida para asegurarme de que este negocio sea próspero, y él me trata como si yo fuera el responsable de su caída.

Arthit nunca había trabajado en una oficina. Había hecho tres semanas de prácticas para una empresa de la ciudad, pero eso no se comparaba. La presión a la que estaba sometido Kongpob no se parecía a nada que hubiera experimentado, por lo que todo lo que podía hacer era estar allí mientras Kongpob se desahogaba.

—Y luego... —Kongpob suspiró y negó con la cabeza. Agarró su trago de whisky y lo vació. Cuando el cristal golpeó la encimera, habló de nuevo.

—Luego pasa todo esto contigo en casa, y parece que todo está cayéndose en pedazos. Ya no sé qué hacer. Algo tiene cambiar, pero no importa cómo lo cambie en mi cabeza, no puedo encontrar la mejor manera de salir de esto.

Escuchar a Kongpob hablar con tanta sinceridad sobre sus problemas animó a Arthit a ser audaz. Su mano se movió en pequeños círculos en la espalda de Kongpob, reconfortándolo.

—No puedo ayudarte con los problemas en el trabajo, pero puedo ayudarte con tus problemas en casa. —Arthit no estaba seguro de hacia dónde iría la conversación, pero dondequiera que fuera, prometió abordarla con madurez y sinceridad. No había razón para enfadarse. Ambos eran adultos. —Necesitamos hablar sobre nosotros. Estoy... estoy confundido, y debería haberte hablado de ello antes, pero perdí los nervios y me callé.

Kongpob estaba en el camino de alcanzar la botella, pero su mano se detuvo cuando Arthit habló.

—¿Podemos ir a sentarnos al sofá? Quiero hablarte sobre cómo me siento, y a cambio, quiero que me digas cómo te sientes. —Arthit estaba nervioso, pero la pequeña voz dentro de su cabeza le dijo que mientras tratara con respeto a Kongpob, Kongpob lo trataría con respeto a cambio.

Vida de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora