Capítulo 15

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Había una pregunta que se había reproducido en la mente de Sagitario todo el día, como un video que no paraba de reiniciarse.

¿Tenía que decírselo?

Lo había estado atormentando desde que despertó: apenas abrió los ojos, con el primer rayo de luz de la mañana, sabía lo que tenía que hacer, pero estaba aterrado de llevarlo a cabo. Sin embargo, Géminis se hallaba en lo cierto, y detestaba que lo estuviese: ya había guardado por mucho tiempo estos sentimientos y, si no los liberaba de una vez, lo terminarían por carcomer vivo. Como había dicho el geminiano, podría llevarse una sorpresa.

No obstante, el miedo, a veces, hacía acto de presencia, y perdía todo tipo de ánimo a confesársele a su mejor amiga.

Sagitario no solía dudar mucho a la hora de tomar decisiones. Para él, el mundo estaba lleno de posibilidades; había que arriesgarse y tomarlas. No solía conformarse con nada ni tenía un camino o una meta fija. Él seguía, se aventuraba, investigaba y andaba por la vida, sin nada que le hiciera sentar base en algún sitio. Simplemente disfrutaba de conocer. Por eso no era alguien de compromisos, de rutinas, de proyectos. Tener una pareja implicaba todas esas cosas, lo cual —por más que le costara admitirlo— había hecho que se acobardara en buscar una.

Libra, de todas formas, logró llegar a su corazón de una manera que nadie nunca había conseguido. No sabía en qué momento pasó de disfrutar sus risas a amarlas; de resultarle agradable su tranquilidad a necesitarla; de divertirse haciendo tonterías con ella a querer que siempre estuviera disponible para eso. Lo que le causaba tanto miedo era que Libra no lo quisiera, o peor, no poder alcanzar sus expectativas. Era consciente de lo soñadora que era la chica, característica que él compartía, y si no se hallaba a la altura de sus sueños, no sabría qué hacer.

No obstante, Sagitario no se rendía fácilmente. Era determinado, y esta vez no sería diferente. Tenía claro lo que quería expresarle, solo necesitaba saber de qué forma. Entonces, decidió que debía comenzar a planear su confesión. Si en verdad iba a hacer esto, tenía que saber dónde, cuándo y cómo.

Primer paso: dónde.

Ok, no debía ser tan difícil. Podrían salir con la excusa de ir a caminar al parque o a tomar un helado. Ya resolvería la ubicación exacta luego.

Segundo paso: cuándo.

Eso era fácil: en la tarde, ya que todo se hallaba más activo pero relajado. Incluso si se le presentaba la oportunidad, podría hacerlo al atardecer. Libra era una romántica apasionada; le encantaría el detalle.

Eso solo le dejaba el tercer paso: cómo.

Este era el más complicado de los tres. La cuestión era que Sagitario no tenía ni idea cómo hacer esto. Quizá si fuese cualquier otra persona, se lo tomaría más a la ligera y optaría por dejar que «fluyera». Pero no era cualquier persona, era Libra de quien estaba hablando. Dulce y hermosa Libra, quien le hacía reír con cada tontería suya; quien le dejaba embobado con una simple mirada; y quien provocaba que se quedara boquiabierto cuando demostraba sus conocimientos en temas que le gustaban mucho, como arte, música e historia. Libra era una caja de sorpresas; una caja que le gustaba abrir de tanto en tanto para conocer más sobre su interior; una caja a la cual abría accidentalmente y solo admiraba su enriquecedor contenido por mera curiosidad. Pero, de repente, el haberse aventurado demasiado hizo que le fascinaran más y más las cosas que yacían allí y, sin darse cuenta, cayó en sus profundidades, embelesado y completamente enamorado de cada pequeña parte de su interior.

Cuando escuchaba a la gente hablar sobre el amor, pensaba que debía ser una tontería. Era imposible para él entender los sentimientos que describían que una persona les hacía sentir: lo nerviosos que se ponían a su lado; la facilidad con la que les podían sacar una sonrisa; la rapidez con la que latían sus corazones cuando los observaban por mucho tiempo. No tenía ningún tipo de sentido. Sí, le habían atraído muchísimas chicas, pero creía que eran únicamente idealizaciones de cómo se imaginaba que eran, nunca atreviéndose a navegar más allá de lo que mostraban en la superficie. Si bien Sagitario era todo un aventurero, la idea de enamorarse, de atarse a una persona en un nivel emocional tan profundo, le atemorizaba. Muchas eran las razones de su miedo: terminar asfixiado, caer en una relación tóxica, e incluso que le lastimaran. Salir tan herido que no pudiese volver a confiar en alguien nunca más.

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⏰ Última actualización: Jul 19 ⏰

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The disaster squad (signos zodiacales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora