Capítulo 10: Impotencia y muchos dulces

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Había pasado ya un par de meses desde aquella vez en la que los dos habían rozado sus labios. Tras aquel terremoto de emociones pasaron varias cosas. Una de ellas fue que entre Betty y Jack hubo una fuerte pelea, pero que al final arreglaron. Otra de tantas cosas fue que Gisselle hacía bastante que no escribía una carta, no hasta ese día que os narraré a continuación.

Andaba por la habitación buscando cualquier cosa donde apoyarse, no encontraba la maldita mesita para el portátil, y no quería estar sentada en la silla del escritorio. Al final cogió uno de los libros del instituto y se sentó en la cama, no sin antes cerra la ventana y pasar las cortinas. Agarró con fuerza su bolígrafo y aguantando el sentimiento e impotencia que sentía crecer en su interior. Empezó a escribir:

《Las horas de teatro son las peores, todo es tensión acumulada que no puedo dejar escapar porque entonces todo se iría al fiasco, todo el trabajo de estos meses no serviría para nada.

Siento que cada día que pasa no voy a poder aguantar que la beses frente a mi mirada perdida y que luego te quedes en silencio cuando te hablo, haces que me sienta vacía, sola, haces que todo por lo que pensaba luchar se desvanezca porque alguna vez leí que todo lo que se construye acaba por deshacerse y no recuerdo dónde lo leí, pero ahora empiezo a entender lo que aquella persona que lo había escrito, quería expresar.

No quiero despedirme, pero si sigo sé a ciencia cierta que lloraré y lloraré hasta que no pueda más y me prometí hace un tiempo que no volvería a llorar, no volvería a llorar por sentirme impotente.

Así que me despido.

A ti, sin llegarte aún.

Atte.: Yo》

Jugó con el bolígrafo durante un tiempo, mirando a la nada, tampoco pensaba. Dobló la carta e inició el ritual de perfumarla y meterla en la caja. Se levantó de la cama y se estiró, necesitaba hacer algo que despejase su mente o acabaría por volverse majareta. Sacó el cuaderno de dibujar y abrió una página en blanco. La miró y no supo qué dibujar, se quedó como embobada mirado la hoja en blanco, como cuando hay una hoguera y el fuego es como que te absorbe y no te deja escapar, hasta que te das cuenta de que te has quedado mucho tiempo observando la maldita hoguera.

De repente una idea cruzó como un rayó, a la velocidad de la luz, por su mente. Empezó a deslizar el lápiz por la lamina, la linea peluda se extendía por todo el folio, pero su mano no paraba, no dejaba de moverse sobre la hoja, estaba como poseída, el lápiz la llevaba a ella, era casi mágico. Al acabar suspiró y miró su obra de arte. Había dibujado un retrato de Jack, no era de extrañar que lo hubiese dibujado, era fácil dejar que la mente fluyera sola y saliese él a flote. Guardó el cuaderno y miró la hora. Las siete y media de la tarde, su madre y su hermano no tardarían en llegar. Lo único positivo de ese día fue que era viernes, al menos no tendría que levantarse temprano para ir al instituto, al menos no tendría que verlo por obligación, podría meterse en su casa y no salir en todo el día, tal vez quedar con Mags y Ariadna para ver unas pelis y comer muchas porquerías, sí, eso sonaba bien. Tomó su teléfono el fondo de su mochila y tecleó un mensaje por el grupo que compartía con ellos dos:

《Tarde de pelis y porquerías mañana en mi casa?》

Sus dos amigos enseguida contestaron afirmativamente. Puso el móvil a cargar y fue a darse un baño. Llenó la bañera con agua caliente y dejó que las sales de baño hicieran su trabajo. Se desnudó y se sumergió en el agua.

···

Había ido por la mañana al supermercado a comprar porquerías de diferentes tipos, desde golosinas hasta bollos, incluso compró palomitas de colores. Ya le había comunicado a sus padres lo que pretendía hacer esa tarde y ellos se encargaron de que Sam durmiera fuera de casa, iría a casa de su abuela y sus padres saldrían a cenar. Llegó a casa con un montón de bolsas y cuando llegó a la puerta del ascensor se vio negra para darle al botón, hasta que vio una mano que le apretó, era grande y morena, con unas uñas bonitas. Se giró y frente a ella tenía un súper pibón. Era muy alto, más aún que Jack, con hombros anchos y brazos fuertes, con los músculos algo marcados y con mil tatuajes extendidos por su piel. Tenía ojos negros, muy osucros y unos labios prominentes, acompañados por una sonrisa limpia y deslumbrante a demás de recta y su cabello rizado y negro lo hacía verse realmente interesante.

-Gracias-dijo ella aún algo anonadada. Él sonrió amable.

-No hay de qué. Soy el nuevo vecino, vivo en el tercer piso puerta D.

-Oh, entonces estás encima de mí-se arrepintió al instante de haberlo dicho, qué mal había sonado. Él rió y ella se le unió algo incómoda. El ascensor les hizo callar y pasaron al interior del artefacto.

-¿Y toda esa comida? No será para ti sola, ¿no?

-No, no, es que tengo planes con unos amigos-él asintió y todo se sumergió en un silencio extraño. El ascensor paró en el segundo piso. Ella empezó a caminar y de fondo escuchó.

-Federico-se giró y lo vio sonriendo en su dirección.

-Gisselle-le devolvió el gesto y las puertas se cerraron.

Entró en casa algo ensimisada en sus pensamientos y empezó a preparar todo aquello. Se había descargado algunas películas para esa ocasión en especial y acomodó todos los cojines por el suelo y el sofá cama. Metió las bebidas en la nevera y la comida sobre la mesa. Fue a cambiarse.

Media hora después, aproximadamente, llegaron Ari y Mags. Los tres pasaron a la sala de estar y se tiraron sobre el sofá.

-¿Cuál queréis ver primero?-preguntó Gis.

-¡Has descargado todas las temporadas de Teen Wolf, dios, te amo!-Ariadna se tiró encima de la pelirroja mientras esta no paraba de reír.

-Empecemos por ahí, desde el principio y que nadie haga spoilers, aunque ya hayamos visto los capítulos-les pidió Mags, porque las conocía y sabía cuánto les gustaba comentar mientras miraban la tele.

-De acuerdo, voy a por bebidas y algo de comer, vosotros ir poniendo el primer capítulo-fue a la cocina y a través de esta pudo ver la cocina de los tíos de Jack y también pudo ver a Betty subida sobre la encimera y a Jack sonriéndole a la vez que acariciaba sus muslos. De repente miró por la ventna y vio a la pelirroja y no supo bien porque se alejó de Betty dejando a esta confundida. Gisselle puso los ojos en blanco y volvió al salón con un gran bol de palomitas de colores y con tres bebidas energéticas.

···

Tres horas más tarde, mientras veían un momento de mucha tensión sonó el timbre y Gisselle maldijo por lo bajo cagándose en todo lo cagable mientras Mags y Ari se reían de su reacción. Mientras escuchaba hablar a Stiles de fondo abrió la puerta y miró bien a la persona que tenía frente sus narices. Estaba realmente sorprendida por la visita de esa persona.

A ti, sin llegarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora