Suspiró enamorada, estaba en las nubes, había sido un beso en la mejilla, pero se habían sentido tan bien sus labios en la mejilla de ella... Se fue como si levitara hasta su habitación, todo el mundo estaba dormido. Llegó y se puso el pijama rápidamente, se sentó en la cama y miró, allí estaba él, dando vueltas por la habitación, aunque esta vez si que llevaba camiseta. Sonrió mirándolo y él la pilló y le guiñó un ojo divertido. Enseguida se puso roja como un tomate y se esacondió, aunque aún lo miraba. Se acostó cuando él apagó las luces, cerró los ojos y dejó que Morfeo se la llevase con él.
···
Se despertó, era domingo de mañana, sobre las diez y media. Se sentó en la cama y estiró todos sus miembros. Estos crujieron. Sonrió y se levantó, llevaba la imagen de él besando su mejilla, tatuada en la mente, era como si aún sintiese los labios de él sobre su mejilla. Y pensó en lo bien que se sentirían sobre los suyos y sobre cualquier parte de su cuerpo. Se enfundó las zapatillas de estar por casa y fue a desayunar, allí ya la esperaban sus padres y su hermano. Se sentó.
-¿Qué tal anoche?-le preguntó su padre.
-Bien, nos quedamos a ver los fuegos y luego me volví a casa, ¿y vosotros?
-Bien, cenamos en el de Antonio y luego fuimos a que tu hermano se subiese a un par de atracciones y nos encontramos con Fran y ellos y nos quedamos un poco más-le dijo su madre.
-Bien-contestó escuetamente ella. Desayunaron y de repente se escuchó el timbre, fue Samuel el que corriendo fue a abrir la puerta.
-¡Mamá, el vecino!-Gisselle pensó que debía ser Christian, pero al oír la voz del visitante se levantó como un resorte y salió a saludar.
-Hola-saludó con la mano ella.
-Hola-le contestó con una sonrisa.
-Bueno, yo mejor me voy-dijo Karen quitándose de en medio.
-¿Qué haces aquí?-preguntó ella apoyándose en el marco de la puerta y mirándolo divertida.
-Venía a ofrecerte ir a patinar en un par de horas-ella se emocionó por dentro, pero al menos pretendía no mostrarlo en el exterior.
-Mmm vale, creo que no tengo nada que hacer
-Pues paso a recogerte en una hora-besó la mejilla de ella, estaba deseando sentir la tersidad de la piel de la mejilla de ella bajo sus labios.
-Hasta después dijo ella sonriente y cerró la puerta al verlo marchar. Volvió a la cocina.
-¿Qué quería?-le preguntó su madre sonriendo pícaramente.
-Nada, solo que iremos a patinar esta tarde, así que, me voy a cambiarme-se levantó, recogió su plato y fue a su habitación. Se despojó de toda su ropa y recogió su cabello en un moño desordenado, se metió en la ducha y se relajó al sentir el agua caliente sobre su piel.
Veinte minutos después salió y se secó. Se puso crema y la ropa interior. Escogió unas mayas ajustadas que realzaban su culete, con una raya blanca a cada lado, y una sudadera corta gris con estampado de cascos de música. Se peinó un poco el pelo y se lo alisó, dándole un largo impresionante, hasta su trasero, se lo recogió en una coleta alta y se puso su deportivas. Sonrió a su reflejo, se estaba comportando como una niñata, pero no podía evitar querer impresionarlo, aunque sea con solo su aspecto y eso fuese de lo más superficial. Sacó los patines del armario y miró la hora, quedaban diez minutos. Fue a la puerta y le esperó tras la puerta. Ya todos estaban echando la siesta. Salió, y se dijo a si misma que si él preguntaba le diría que lo había salido a esperar por no molestarlos con el timbre.
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A ti, sin llegarte
Romance"Escribo cartas para ti, aunque sepa con certeza que nunca llegarán a su destino, es decir, tus manos. Esas que me gustaría poder sentir en mi rostro, acariciando mis mejillas y delineando mis labios con delicadeza. Esas que me gustaría agarrar con...