Era todo claro, estaba en una casa de campo, todo allí era blanco, muebles, paredes, hasta suelos. Miró a su alrededor, no sabía que hacía allí, no tenía sentido, pero le gusta la comodidad que le transmitían aquellas paredes, era como si una manta calentita te rodeara y acariciara. Hablando de caricias, sintió unas manos familiares sobre su estómago, que acababa de darse cuenta que lo llevaba destapado, nunca, a exceptción del verano y en la playa, llevaba el vientre destapado, no era propio de ella, no le gustaba señar, pensaba que si alguien debía verla lo haría cuando ella quisiera y donde ella quisiera. Hizo que esos brazos la abrazaran y pensó en música, música lenta y dulce, y se movió de un lado a otro, un pequeño balanceo. Durante el movimiento empezó a sentir como besos en la nuca, era fríos y algo húmedos, eso la incomodaba un poco, hasta el punto de...
Despertó, la ventana estaba abierta y una gotas rebeldes se habían colado en su cuarto cayendo sobre su nuca. De ahí el frío. Miró a través de la ventana antes de cerrarla, y en ese mismo instante vio a alguien salir de la habitación sigilosamente, supuso que sería aquella chica que había entrado anteriormente en la habitación de su nuevo vecino, el sobrino de los Stone. Se acostó de nuevo e intentó conciliar el sueño, más no lo conseguía, quería volver a sentir los brazos de "su" chico rodearla y llevarla al cielo, aunque luego tuviese que bajar de golpe a la tierra, ella quería eso, era un poco masoca en ese sentido. Se tapó hasta la nariz y el calor que le proporcionaba la manta acabó por adormecerla.
···
Volvió a despertarse, más ahora fue culpa del despertado y de su pitido intermitente. Se levantó de mala gana, se estaba muy a gusto en la cama. Fue a desayunar, esta vez desayunó café y galletas. Caminó arrastrando los pies hasta el baño, se lavó. Volvió a su habitación y se cambió, unos pantalones de chándal anchos por arriba y ajustándose cuando llega al tobillo, estos eran azul marino. Una sudadera azul marino que llevaba escrito "California" en amarillo y con dos palmeras a cada lado de la palabra. Se recogió el pelo en un moño deshecho y una bufanda en el cuello. En sus pies sus inseparables deportivas. Cogió la mochila y se la puso a la espalda. Cogió aire diciéndose a si misma que hoy sería un buen día.
Era un día medio nublado, más no parecía que fuese a llover. Sin duda, ella tenía un buen presentimiento. Llegó al edificio y esperó a Mags y Ariadna. Los dos llegaron juntos, lo que significaba que Mags no se había dormido los abrazó y saludó. Entraron a clase de historia y se sentaron en tercera fila. La profesora explicaba una y otra y otra vez la misma lección. -ellos tomaban apuntes, eran aplicados, aunque algunas veces les daba mucha pereza. Todo iba bien hasta que llegó la hora de educación física. Calentaban, como de costumbre , dando vueltas a la pista haciendo diferentes movimientos con los brazos cada dos minutos. El profesor los mandó a estirar piernas y brazos, ese día tocaba voley, Entre ellos tres hicieron un equipo, el cual jugaría contra otros tres, ninguno de los seis sabía jugar muy bien, así que se echarían unas risas. Lo hicieron, hasta que la pelirroja cayó al suelo torciéndose el tobillo.
-¡Jodeer!-dijo ella sobándose allá donde le dolía. Mags enseguida se puso a su lado a intentar levantarla. Lo consiguió con esfuerzos y andó a la pata coja hasta donde estaba el profesor.
-¿Qué te ha pasado, Morris?
-Me he torcido el tobillo.
-Jenckins llévala a enfermería-dijo el profesor refiréndose a Mags. El chico asintió y la cargó a la espalda hasta la enfermería. Allí la dejó en una camilla y se salió tras despedirse, se quedaría fuera antes de que la enfermera Harrison lo echara. Ella subió el tobillo torcido a la camilla y miró a su alrededor, no estaba sola, allí había un alumno con un ataque de asma, una niña que al parecer se había metido el lápiz en el ojos y una persona en particular que llamó su atención. Era él, ¿qué hacía allí?, ¿no estaba enfermo? Y allí estaba, con la espalda hacia adelante y la cabeza entre las piernas. No podía ver su cara, pero sabía con certeza que tenía el ceño fruncido y los labios apretados. Era propio de él, cuando sentía dolor hacía fuerza con alguna parte del cuerpo. No sabía por qué, pero suponía que lo hacía para contrarrestar el dolor. De repente el sonido de la puerta llamóa la atención de todos y una fornida alemana, ataviada con una bata apareció con un inhalador cargado, con unas pinzas y con una caja de pastillas para el dolor de cabeza. El chic asmático inhaló de aquel aparato como si estuviese a punto de morirse sino lo hacía. Con cuidado la enfermera Harrison le lavó el ojo con agua y jabón, y le puso una gasa en el ojo.Luegó pasó a Jack, le dio la pastilla, se la tomó sin agua y se acostó contra la pared, con los ojos cerrados. La enfermera se giró y la miró.
![](https://img.wattpad.com/cover/32359311-288-k249380.jpg)
ESTÁS LEYENDO
A ti, sin llegarte
Romance"Escribo cartas para ti, aunque sepa con certeza que nunca llegarán a su destino, es decir, tus manos. Esas que me gustaría poder sentir en mi rostro, acariciando mis mejillas y delineando mis labios con delicadeza. Esas que me gustaría agarrar con...