Capítulo 5.

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Lucha, lucha, lucha.
Dile la verdad, debe saberlo.

¡Hijo!

Rápidamente abrí los ojos, mi frente sudaba de nuevo. Di un jadeo al percatar que habían militares rondando las calles.

—Señorita, esos son los malos que te hablaba, ellos le hicieron daño a mi mami—Dijo en un susurro.

—Tranquilo, te cargaré y te llevare a un lugar seguro. Pero por favor, no hagas ruido—Dije cargandolo.

El pequeño asintió con terror.

(………) narra madre de Eun Ji.

Yacia en mi empresa limpiando los suelos, mi pequeña no sabía que trabajaba limpiando suelos. Tampoco se lo quería decir, sabía que si se lo decía ella iba a trabajar para ayudarme y no quiero eso. Quiero que se centre en sus estudios.

—Señora, el jefe la está llamando—Dijo.

Yo rápidamente asentí dirigiéndome la dirección donde se encuentra el jefe.

Toque la puerta escuche un, "adelante". Rápidamente entre haciendo una reverencia.

—Mi señor, ¿Que necesita?—Dije bajando la mirada.

—La escuela en donde estudia tu horrenda mocosa está que llama. Ten y no quiero que hables fuerte, sabes que odio eso—Dijo.

Yo asentí preocupada, la directora de la escuela no llamaba a menos que haya pasado algo malo.

Rápidamente le marque.

—Oh, gracias al cielo. Señora, venga ahora. Estamos dirigiendo a su hija al hospital, tuvo un desmayo ocasionando que se golpee la cabeza—Dijo agitada.

—O por dios, ¿A que hospital se dirigen?—Dije alarmada.

—Al hospital ******, venga rápido—Dijo.

Rápidamente colgué y me dirigí fuera de la agencia sin siquiera despedirme de nadie, ni siquiera del jefe.

Ante todo primero pondré a mi hija, luego al resto.

Rápidamente conducí hasta el maldito hospital, pero la pregunta que resonaba por toda mi cabeza era. ¿Que había hecho que se desmaye? No es que haga mucha cosa, simplemente son diez horas estudio, solo eso.

Al llegar al hospital fue hacia la recepción.

Al preguntar por mi hija me guiaron hacia su habitación.

Al abrir la puerta de aquella blanquecina habitación, allí la vi. Tan pálida como un papel, mi pequeña yacía con miles de inyecciónes.

—O por dios—Dije sollozando acercándome hacia la camilla.

Cai de rodilla a su lado, lamentando por todo.

(………)

(La vida de Eun ji, en la realidad)

Una pequeña de cabellos castaños se tapaba los oídos al escuchar a sus padres pelear por décima vez en todo el día.

—¡Te dije que la mandaras con tu maldita madre!—Gritaba el padre sumamente enojado.

—Cariño, sabes que mi madre es una alcohólica de quinta, no cuidaría bien a mi pequeña—Dijo la madre sollozando con mucho temor de ser golpeada.

—Eso no es mi asunto, yo quiero tener relaciones contigo. Y esa maldita mocosa no lo va a evitar, si puede la matas para que no nos escuche—Dijo empujandola a un lado.

La mujer asintió yendo hacia la habitación de us pequeña.
Al abrir la puerta se encontró con su pequeña sollozando, mientras abrazaba a su pequeño conejito de peluche.

—Oh mi amor, ven con mami—Dijo extendiendo los brazos hacia su hija.

La pequeña Eun ji fue hacia donde los brazos de su madre.

—Bebé, te vas a esconder en tu ropero, ¿Si?—Dijo besando los cabellos de su hija.

—No quiero que papá te haga daño, a mi tampoco ni a conejito—Dijo limpiando sus lágrimas.

—Si me obedecez entonces yo te hará daño, ni a ti, ni a mi, ni a conejito—Dijo.

—Esta bien, mami. Pero no me dejes allí, me da miedo la oscuridad—Decía la pequeña.

La madre asintió.

(………)

Después de todo, si la dejó sola allí.

La madre abrió el ropero, allí la vio abrazándose a su pequeño conejito.

La cargo y la llevó hacia su cama.

Fue hacia la planta baja a hacer el desayuno, no quería los golpes de nuevo.

La pequeña al despertarse fue hacia su madre, rápidamente la abrazo.

—El moustruo te hizo daño, me prometiste que no te haría daño—Decía la pequeña.

—Perdoname—Dijo sollozando.

Pero la señora madre no tenía la culpa de nada, el culpable era aquella persona que se hacía llamar hombre, padre o buena persona.

Pero de pronto el olor a quemado se hizo presente, se había quemado la bendita comida.

—Oh no—Dijo rápidamente apagando la cocina.

Botó el desayuno dejando remojar la sartén.

Pero claramente el hombre iba a olerlo.

—¡No sabes hacer ninguna cosa bien!—Dijo empujandola .

La pequeña se enfado y lo empujó a aquel hombre, que se hacía llamar su padre.

—¡No lastimes a mamá!—Grito enojadamente.

El hombre alzó su mano dispuesto a golpearla, pero la mujer rápidamente la puso atrás de ella.

—¡Puedes lastimarme a mí, pero no te atrevas a tocar a mí niña!—Gritaba sollozando.

Pero oh, las lastimaron.

Una pequeña luz en este desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora