Para Gaara

~9~

Me quedé encerrada en mi departamento por días, tanto tú cómo mis padres me dieron la espalda.

Y cuando finalmente me oblige a salir para dejarme, todo el mundo me miraba de una forma extraña.

No tarde en darme cuenta del por qué.

—Ahí está esa mujer.

—¿Cómo se atreve a engañar a nuestro Kazekage?

—Que desvergonzada, mostrar su cara después lo que hizo, es asqueroso.

Al parecer, en mi ausencia, rumores se esparcieron por la aldea, calumnias porque yo no hice nada de lo que decían.

No me di cuenta de la situación hasta que sentí un golpe en la espalda. Luego, siguieron más y más golpes. Me estaban tirando tomates, huevos, frutas podridas y no se cuantas cosas más, lanzadas por los aldeanos que algún día me sonrieron, me hablaron cordialmente, todos se habían vuelto contra mí.

Estaba aterrada, congelada en mi lugar mientras me cubría el vientre y el rostro entre lágrimas, de pronto sentí como alguien me abrazaba.

—¿¡Qué les sucede!? ¡Déjenla tranquila! ¡Ella no les hizo nada malo a ustedes!

Era Hotaru, la única persona que estuvo a mi lado, la única persona que creyó en mí. Y me sentí más avergonzada que nunca, porque por culpa mía (tardé en entender que no era así), él también estaba en el centro de los rumores.

No recuerdo exactamente que pasó después de que me ayudó, solo se que en algún momento llegamos a su casa, creo que me desmayé porque me llevaba cargando.

Me llevó hasta su baño, preparó la bañera con agua tibia y me dejó ropa a un lado de la puerta.

Con gentileza me acercó a la bañera y luego se dirigió a la puerta.

—Tomate todo el tiempo que quieras 'Nami, ahora vuelvo ¿si?

—Gracias Hotaru.

Me sonrió cálidamente antes de abrazarme.

—Para eso estamos los amigos. Ahora relájate ahí dentro, no tardaré mucho.

Hotaru se fue y poco después me sumergí en la bañera.

El agua caliente relajó todos mis músculos, no sabía que estaba tan tensa.

(Luego me enteré que Hotaru había ido a reclamarte por no haber detenido aquellos rumores tan ridículos y tú simplemente lo echaste.)

Tuve que quedarme a vivir en su apartamento, porque estar en el mío me hacía daño. Teníamos tantos recuerdos ahí juntos que solo empeoraba mi estado emocional.

Al cumplir los tres meses de embarazo, Hotaru me pidió que me fuera con él. Que fuéramos a otra aldea.

Acepté sin dudarlo, el ambiente en la aldea no era saludable para mí y mi bebé, todos eran hostiles, recibía insultos por doquier, ya no tenía a nadie de mi lado, vivir en Suna se me había hecho sumamente difícil y era imposible de sobrellevar. No sé de dónde saqué fuerzas para aguantar tanto tiempo allí (en el fondo sabía que era por tí, a pesar de odiarte, aún tenía la esperanza de que vinieras a buscarme).

Traté de despedirme de mis padres, quienes se negaron a hablarme o siquiera mirarme, me sentí fatal, yo aún los amaba pero ellos ya me habían tachado como la deshonra de la familia.

Días después, entre lágrimas mías y aquellos brazos reconfortantes suyos que me envolvían, nos mudamos a una pequeña aldea lejos de las grandes naciones elementales.

Hotaru compró una pequeña casa de tres habitaciones con el dinero que junto de la venta de su departamento y el mío, más algunos de los ahorros que ambos teníamos.

Pero era lo suficientemente grande como para que viviéramos los tres.

Cuando fuimos al hospital en aquella aldea nos dijeron que mi estado era delicado, no podía esforzarme mucho. Ese fue mi primer control, puesto que en Suna tenía prohibido el ingreso al hospital (no sé si lo ordenaste tú o lo hizo la directora del hospital).

Hotaru salía a trabajar temprano y yo me encargaba de mantener la casa limpia y ordenada, aunque no hacía mucho, ya que él hacía la mayoría de las cosas antes de irse. El mayor esfuerzo que hacia era cocinar.

Me cuidó pacientemente, con ternura, estuvo conmigo en las buenas y en las malas, siempre apoyándome. A diferencia de tí, nunca me dió la espalda.

Los meses pasaron volando, mi vientre era enorme para alguien que solo iba a tener un bebé y el día del parto llegó.

Las contracciones eran horriblemente dolorosas, Hotaru sostuvo mi mano en todo el proceso. Y estoy muy agradecida por ello.