Para Gaara

~Epilogo~

Alrededor de las 10 de la mañana, una pequeña familia pasó desfilando por las calles.

Dos niños pelirrojos, haciendo uso de la arena, llevaban una gran y bonita caja fúnebre decorada con flores. Tras ellos estaba un hombre castaño de ojos dorados que cargaba a un niño idéntico a él.

Los aldeanos que los veían pasar, inmediatamente reconocieron al hombre por los rumores que años atrás circulaban por la aldea.

Rumores que habían puesto en evidencia la fidelidad de la que, en ese entonces, era la novia del Kazekage.

Pero, ahora, al ver a esos dos niños junto al amante... los aldeanos empezaron a dudar. Porque no había duda de que esos niños eran los hijos de su líder.

La culpa los invadió, habían... ¿Habían agredido a una chica inocente? Y por el ataúd y la ausencia de la chica, supieron que no habría forma alguna de disculparse y enmendar su error. Se sintieron peor. Inmediatamente desviaron la mirada, no se sentían capaces de mirarlos a la cara.

El paseo fúnebre se detuvo en la entrada del cementerio, cuando iban a ingresar, un remolino de arena los detuvo y de este salió un hombre pelirrojo con túnica y sombrero.

Hotaru lo identificó de inmediato —Kazekage-sama —saludo con una reverencia junto al resto de los niños.

Los niños más grandes miraron al pelirrojo con disgusto y enojo.

Gaara notó el ataúd y el dolor en su pecho fue inmenso, más al ver la mirada que le dirigían sus hijos se sintió mucho peor.

Con la garganta apretada habló —Ustedes deben ser-

—Un gusto conocerlo Kazekage-sama —interrumpió Natsuo, sin querer escucharlo —, es un honor poder conocerlo, pero como ve, estamos en algo importante aquí.

—Le pedimos por favor que nos deje seguir, nuestra madre acaba de fallecer hace poco —continuó Ikari con tristeza.

—Mami tiene que descansar —solto Shoyo entre lágrimas.

Hotaru acarició la cabeza del pequeño y le sonrió cálidamente —Asi es, pequeño Sho.

Gaara se sintió desfallecer al ver lo unidos que estaban, sin más por hacer se alejó de la entrada y les cedió el paso.

—Con su permiso Kazekage-sama —los cuatro corearon al unisono antes de continuar su marcha.

Supo en ese momento, que no importa lo que hiciera los había perdido para siempre.

Se lamentó por ser un idiota y se fue, lo único que podría hacer era limpiar el nombre de Nanami.

Esperaba que eso fuera suficiente.