~Final~

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Desde que salí de Suna, viví una vida plena y feliz, junto a mi esposo e hijos.

Ahora Ikari y Natsuo tienen casi 12 años y mi pequeño Shoyo tiene 6. Crecen tan rápido.

¿Por qué ninguno de mis hijos saco algo mío? Al menos mi pequeña Ikari tiene el contorno de mi rostro.

Shoyo es una completa copia de Hotaru, cabello marrón y ojos dorados, es como ver a mi esposo versión bebé.

Sé que no me queda mucho tiempo, la enfermedad que tengo es incurable, intentamos todos los tratamientos disponibles pero nada funcionó.

Al menos me iré sabiendo que dejo a mis hijos en buenas manos.

Solo te pido que no trates de alejar a mis hijos de Hotaru, ellos ya saben sobre tí, sin embargo no quieren tener nada relacionado contigo.

¿Sabes cómo se enteraron?. Fue cuando aprendieron a controlar la arena hace 4 años atrás.

Ambos estaban confundidos porque ninguno de los dos poseiamos esa habilidad, ya sabes que los civiles no nos preocupamos por ese tipo de cosas. Y no me quedó más remedio que confesarles quien era su padre biológico, sería peor si se enteraban por su cuenta, ellos se enojaron (creyeron que eran adoptados porque no se parecían en nada a nosotros).

¡Papá se llama Hotaru, no Gaara!

—¡Sí! ¡Somos Ikari y Natsuo Yamikumo!

Ahora son mis hijos los que te niegan como padre, tú te lo buscaste.

Los negaste y ahora eres negado.

Para cuándo te llegue esta carta, mi familia y yo ya deberíamos estar por llegar a Suna.

Te pido, por favor, que dejes que entierren mis restos en la aldea en la que crecí. Al menos ten un poco de misericordia.

Espero que tengas un vida larga y plena, ya no te guardo rencor, te perdone hace mucho porque al odiarte solo me lastimaba a mi misma.

Adiós Gaara, eso era todo lo que quería decirte.

Atte. Nanami Yamikumo.

• • • • • • • • • •

—¿Padre? ¿Por qué estás llorando?

Un pelinegro con marcas rojas en el rostro miró confundido al pelirrojo mayor que sostenía con fuerzas varias hojas en una de sus manos, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—Tengo algo que hacer, nos vemos luego Shinki.

Sin dejar que su hijo le respondiera, desapareció en un remolino de arena.

Las hojas que antes sostenía yacían arrugadas sobre la mesa.

• • • • • • • • • •

En la entrada de la aldea, un carruaje terminaba de llenar los  papeles requeridos para que le dejasen entrar.

Una vez terminado el proceso, ingresaron rápidamente.

Hotaru miraba con nostalgia todo a su alrededor, mientras guiaba al caballo hacía un hospedaje cercano, a pesar de los años transcurridos casi nada había cambiado en la aldea.

Algunas personas se le quedaban mirando mientras pasaba por las calles, reconociendolo inmediatamente como el supuesto amante de la antigua pareja del Kazekage.

Noticias como esa eran muy difíciles de olvidar si se trataba de alguien tan importante.

Hotaru los ignoró y siguió adelante, después de todo, tenía la conciencia tranquila.

Cuando llegó a su destino, bajó del asiento del conductor y le indicó a sus hijos que vigilen y cuidasen a mamá. Luego ingresó y pagó por tres habitaciones.

Mientras tanto, Nanami hablaba con sus hijos, tratando de transmitirles todo el amor que les tenía, sus fuerzas eran cada vez menos y sabía que ya estaba por irse.

—Mis pequeños —susurro con voz débil, los tres niños inmediatamente se acercaron —, cuiden a su padre, proteganse entre ustedes, no peleen, apoyense en todo, y lo más importante, confíen en ustedes mismos —sonrio cálidamente besando la frente de cada uno de sus hijos quienes lloraban silenciosamente —. Llamen a Hotaru, tengo algunas cosas que decirle.

Ikari, entre lágrimas asintió y salió corriendo del carruaje.

Apenas ingresó al lugar donde su padre entró, gritó —¡Papá! —sin importarle la conmoción que causó su apariencia, se acercó rápidamente a su padre y lo tomó del brazo —, mamá quiere hablar contigo —más lágrimas salieron, Hotaru las limpió y dejó que su hija lo llevara.

Los que estaban en el interior del lugar observaban atónitos la interacción, porque esa niña no se parecía en nada al hombre, se parecía más al Kazekage y eso era inaudito, el líder nunca había estado con nadie más desde la civil que lo engañó.

Y pronto la comprensión los alcanzo, la chica era inocente, se preguntaron cómo reaccionaria el Kazekage cuando se diera cuenta.

Siguieron con la mirada al dúo mientras salían por la puerta.

—Cariño, aquí estoy.

—Querido, acércate —palmeo el asiento a su lado, Hotaru se sentó y rápidamente fue envuelto en los brazos de su esposa —, gracias por todo, por siempre estar a mi lado, por enseñarme lo que es volver a amar a alguien con todo mi ser. Te amo tanto Hotaru —le dió un pequeño beso en los labios y luego miró a sus tres hijos —, vengan aquí mis niños, denme un gran abrazo.

Todos se acurrucaron a su alrededor mientras ella tarareaba una nana que solía cantarles cuando eran más pequeños.

Su tarareo se hizo cada vez más suave hasta que finalmente se durmió, cerrando los ojos para no volver a abrirlos.

Su familia entre lágrimas observó como ella dejaba este mundo con una pequeña sonrisa en el rostro.


Para GaaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora