Prologo

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1816

Era normal para los habitantes de la casa de los Amery vivir en una locura desde el alba hasta la noche, pero los padres adoraban esa locura porque para ellos todo eso era sinónimo de felicidad y es que con un matrimonio por amor lo que más demostraba esa devoción que ambos se tenían eran sus hijos, sus nueve amados y caóticos hijos.

Con el inicio de la temporada también llegaba el debut de la adorada primera hija de la familia, Kailan, que era consideraba por sus padres la niña perfecta no solo por ser la primera niña en casa, sino también porque tenía un ángel que era innegable y que hacía que cualquier persona cerca de ella sintiera calidez y paz. Para Harry, su padre era claro que su hija solo merecía al mejor hombre en la faz de la tierra, aunque tenía mucho miedo de que el mundo no supiera apreciar las cosas que realmente importaban en ella por su cuerpo. Amaba a Kailan con locura, pero no pasaba por alto el hecho de que la chica fuera más alta que lo normal y claramente su sobrepeso tampoco pasaba desapercibido en los lugares. La suma de estas dos características la transformaba en la debutante más "robusta" de todas, estas cualidades la podían transformar rápidamente en la chica con menos pretendientes ya que últimamente estaba de moda ser pequeña y delgada, delicada como decían en la sociedad así que era difícil ser grande y ser considerada la "flor delicada" que parecía ser los hombres buscaban.

- ¿mamá tiene que ser este año?, ¿no podemos esperar un año más? - se escuchaba la súplica de Kailan desde su habitación.

-por favor cariño, mientras antes debutes, antes te podrás casar. - le respondía su madre con un tono cariñoso y entusiasmado.

-sabes perfectamente que jamás me voy a casa. Los hombres quieren a una mujer femenina y delicada y yo soy todo lo contrario o al menos físicamente. – dijo la chica con un suspiro derrotado lo que hizo que Harry al escuchar eso se le partiera el corazón, pero en el rincón de su mente sabía que era verdad lo que decía la joven.

El primer baile fue una tortura para Kailan, sus padres y hermano mayor. Todo el mundo hablaba con ella, los jóvenes que buscaban esposa la buscaban, pero no para bailar y mucho menos intentar cortejarla, se acercaban a ella solo para preguntar su opinión respecto a otras chicas.

Kailan poco a poco se hizo fama de casamentera ya que sabía perfectamente que chicas podían calzar con los jóvenes y tenía un olfato único para armar parejas, sin contar también que ella hablaba bien de todos y parecía ser adorada por toda la sociedad londinense. Siempre que podía ayudaba, era tremendamente educada y tan talentosa para el piano y el canto que encantaba a todo aquel que la conociera por primera vez, pero rápidamente se transformaba en la amiga segura de todo el mundo y no lograba generar conexión romántica con nadie.

Así mismo pasaron los años y las temporadas para Kailan que al ver que ya no había posibilidad alguna que llegara su soñado caballero luego de seis años sin ninguna oferta de compromiso les pidió a sus padres que tomaran la decisión bajo súplica de presentar a Stacy en 1822, ya era su hora. Su hermana era una mujer hermosa, era todo lo que un hombre pudiera buscar y sabía que rápidamente encontraría marido por lo que seguir esperando era solo retrasar lo inevitable y quitarle, tal vez, grandes posibilidades a ella solo por el capricho de sus padres de hacerle entender que podían encontrarle algo a Kailan, pero ella no quería algo, lo quería todo. Quería que su corazón se sintiera salir cuando viera a esa otra persona y no se iba a conformar con menos por lo que no podía dejar que el tiempo siguiera pasando con Stacy en edad apropiada para ser presentada.

-mamá, papá, no pueden hacer esperar la presentación de Stacy por culpa de mi falta de ofertas de matrimonio. - explicaba mientras sus padres la escuchaban para tomar la decisión. –yo ya acepté que no me voy a casar y la verdad no me molesta para nada porque de esta manera voy a estar para cuidarlos.

Déjame cumplir cada uno de tus sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora